jueves, 5 de agosto de 2010

El eterno retorno

No. No tiene nada que ver con la filosofía de Nietzsche. No, tampoco tiene que ver con Splinter, cuya existencia de vez en cuando recordamos. Pero sí tiene que ver con la vuelta de un viejo asunto. Il ritorno della fontana di Trevi.

Ok. Yo entiendo, un invierno tenemos una noche de -22, todo se congela, el caño se revienta, sube la temperatura, sale el agua como si fuera una fuente. Bien. Lo reparo, todo vuelve a la normalidad.

Invierno siguiente, no pasa nada. Al otro invierno vuelve a pasar la misma historia; noche fría, el agua se congela, el hielo ocupa más volumen que el agua, ergo, la masa se expande (güina), la historia se repite. Podría decirse que la historia se repite, la primera como drama (la pérdida de agua ocasionaba una auténtica fuente), la segunda como farsa (sólo sale un pequeño chorro de agua). Bueno, se va la segunda. Reparación momentánea. Funciona. Pasan dos semanas, intenta llegar la primavera, algo pasa, la reparación cede y vuelve a filtrarse el agua. La tercera es la vencida (iluso de mi), saco toda la masilla, vuelvo a reparar todo y, pensando que iba a prevenir futuros problemas, recubro todo el caño con bolsas de supermercado como para hacer una pseudo aislación. Pasó el verano, pasó el otoño. Venía pasando el invierno...

El sábado salgo a tirar la basura orgánica en los canteros, paso junto a la canilla y escucho el ruido del agua que intenta salir por algo que asumí sería una rajadura pero que golpea contra una bolsa de nylon. Me hago el boludo y sigo tirando las cáscaras de banana y papa. Ya llegará la primavera y el día de su reparación.
Fuente. En la casita es una invitada de todos los inviernos.

lunes, 2 de agosto de 2010

Todo comenzó con un pucho

No siempre entiendo como se dan las cosas. Bueno, tal vez pocas veces entienda como y porqué pasan. Esta cadena de eventos es un claro ejemplo... Todo comenzó en mayo, creo, aunque ya no lo recuerdo con claridad. Había salido un toque más temprano de la escuela y como tenía pocas ganas de leer, fui a dar una vuelta por el centro. Era un día lindo pero la costanera estaba extrañamente ventosa. Así que después de intentar caminar unos metros decidí refugiarme en algún negocio de música. Fue entonces cuando pensé en pasar por la tabaquería donde trabaja Caro, una amiga que también es profe de español y - por si fuera poco - preceptora.

Debo reconocer que desde que la conozco a Caro sólo pasé por la tabaquería dos veces... Llego, tiro mis cosas en un sillón, Caro empieza a hacer mate, comenzamos a charlar, intercalamos un par de mates y entre todos los clientes que van llegando a la tabaquería (son más de los que yo hubiera pensado) aparece una amiga de Carolina que viene a visitarla. "Celeste, mi amiga politóloga", me dice Caro. No sé si fue el hecho de que hubiera dicho "mi amiga politóloga" o qué pero automáticamente su cara me resultó más que familiar. "Nicolás, pensá, de dónde la conocés", me dije hasta que tuve una iluminación. Iluminación, sinapsis en cadena, como quieran. Celeste había sido profesora mía en la facu. Debo haber tenido tres o cuatro clases con ella pero no muchas más que ésas.

"¿Perdón, vos no das clases en Ciencia Política en la UBA?", le pregunto y mientras ella me miraba, le agrego con un poco más de memoria y sumando datos, "¿Sistemas políticos comparados?".


De repente recordé todo, que ella una clase ella había dicho que viajaba de Bariloche a Bs As, qué alguien más me había comentado al pasar que estaba viviendo acá, que había sufrido con ese oral, que tuve que aprenderme el sistema electoral alemán -cuco de entre los cucos en cuanto a sistemas electorales respecta- y que aún recuerdo, que cuando aprobé el examen sentí que era como recibirme por anticipado ya que sólo me quedaban entonces las optativas.

Y bueno, empezamos a charlar, hablamos del consabido tema Conicet, evaluamos posibilidades, nos colgamos hablando. No, no es el comienzo de una historia de amor. Pero sí de una historia...


Seguimos en contacto pero no super asiduo. Hasta que un día recibo un e-mail de Celeste donde me contaba que la había contactado de la Universidad de Río Negro para ofrecerle que se hiciera cargo de la materia Fundamento de Ciencia Política. Requisito importante, ella tendría que dar teóricos y prácticos ya que desde la universidad querían un docente para todos los cargos. Sin embargo, Celeste tiene un congreso en Canadá y posiblemente una estadía de un mes o más en una universidad en Estados Unidos. Explica toda esta situación y queda en reponder. Ya en su casa piensa en proponer que entre los dos hagamos una cátedra y no encarguemos de las clases. Me escribe la responsable de la parte de ciencias sociales y humanidades para tener una entrevista. Semana de locos; 32 estudiantes en la escuela, yo con el grupo de literatura, armando los cuadernillos, ni un requicio de espacio en la escuela, diluvio universal, yo disfrazado de intelectual... pero lo logramos.

Propuesta de la universidad, hacer una excepción y pedir la aprobación del equipo, designación ad honorem para Celeste, rentada para mí y la posibilidad de volver a la universidad pública por la puerta grande... Hoy me llegó la "bienvenida" a "nuestra institución" y la larga lista de papelitos que debo presenter en estos días. Universidad de Río Negro, preparate, que allá vamos.
Diferente. Ese sería el estado en el que está nuestro programa de Fundamentos de Ciencia Política

La igualdad, los griegos y los romanos

Un poco monotemático lo mío, puede ser. Pero con esto ya voy dando el tema por cerrado. La verdad es que, no sé en Buenos Aires, pero por estos pagos generó (y genera aún) bastante discusión y más de una posición encontrada.

Contra todo pronóstico, cada tanto chequeo la página de internet de "La Nación". Aunque no acuerde con lo que dicen, al menos dicen algo, mal que mal escriben con un mínimo de decencia y se nota que no jubilaron a todos/as sus correctores/as. Por suerte tampoco hacen títulos del tipo "Dicen que", "Ahora parece que", entre tantas aberraciones que produce Clarín.

Obviamente hay situaciones en las que me interesa ver como titulan las noticias que los hacen sangrar por la herida. Con la aprobación de la ley de matrimonio igualitario pasó esto mismo. Tan pornto como llegué a la escuela abrí su página para ver que decían.

Entre tanto detalle que no informaba de mucho había una nota de opinión. El autor, Mariano Grondona. Sí, sí, ése mismo que todos/as conocemos pero sin café, sin anteojos y sin pipa pero con la misma sofistería de siempre. Empiezo a leer: "El debate sobre el matrimonio 'gay' se ha venido intensificando hasta convertirse en una 'polémica' (del griego 'polemós', 'guerra')". No, no, no... es demasiado. Primera oración y ya encuentro una cita al griego. "A ver - pienso - sigamos viendo qué piensa este hombre", y haciendo un esfuerzo intelectual innecesario sigo leyendo... el primer párrafo tenía una o dos oraciones más acerca de cómo Bergoglio le hizo el juego a los Kirchner al decidir "pelear esta guerra".

Segundo párrafo: "Hasta hace poco, los ciudadanos homosexuales habían sido discriminados. Según Aristóteles, la justicia consiste en 'tratar a los hombres como iguales en lo que son iguales y como desiguales en lo que son desiguales'...". No, no, no... ¿por qué Aristóteles?, ¿por qué tantos recursos para ir al grano?

Otra vez, la idea era "si 'ellos' no son como 'nosotros', ¿cómo vamos a darles los mismos derechos?". También, arremetía... "está muy bien que tengan sus derechos, pero tampoco con el nombre 'matrimonio'." Ok, de esto ya hablé y no me voy a volver a meter. Su propuesta era que la justicia es algo loable, pero esta ley promovía un "igualitarismo" peligroso, donde gente que no es "igual" termina siendo tratada como tal.

La posición me parece discriminadora, hipócrita y de garca. Si querés decir que hay "otros" -y también hay otras, pero posiblemente sea demasiado para Grondona- y que no se merecen los mismos dereches, hacelo y bancátelo. Pero no sólo era eso lo que me molestaba. O, mejor dicho, era eso, todo eso, sumado a una redacción prolija, llena de alusiones aquí y allá al griego, al latín, a Pablo V y a no sé quien más. Yo estaba indignado. ¿Qué tiene que ver Aristóteles con la Ley en Argentina? ¿qué afecta si "polémica" viene del griego, del ruso o del letón? Les comento a mis compañeras de trabajo lo que decía la nota de opinión y Sol, una de las profes de la escuela, me dice con una claridad increíble "es que cuando no tenés autoridad para hablar de algo tenés que autorizar tu discurso por otros medios". Me quedé mirándola pensando que era eso que ella había verbalizado lo que más me molestaba de esto. Que Grondona justificara posición personal indefendible a favor de la desigualdad con Aristóteles, con el griego, con el latín, como si la mera existencia de "citas de autoridad" fuera a legitimar lo que decía.

Mientras pensaba esto la miré a Sol y me alegré de este espacio que fuimos construyendo con las profes -soy el único- del "nucleo duro" de la escuela. "A ustedes los crían y el viento los amontona" me dijo Juan cuando le referí parte de como nos habíamos enganchado en la escuela con todo esto. Con el matrimonio igualitario, con el derecho al aborto, con el tema "del campo", con las retenciones, con la discriminación, con el gatillo fácil. No somos muchos/as y sabemos que en Bariloche somos minoría. Pero se siente lindo, está bueno saber que hablás el mismo idioma que tus compañeros de trabajo.* Se siente bien saber que más o menos griego, más o menos latín, nos entendemos y no necesitamos recurrir a nadie para explicar lo que creemos.
* Hay excepciones. Nada es perfecto.

martes, 27 de julio de 2010

Misterios de la Fe. Parte II

Argentina. Julio 2010. Es innecesario decir que otro de los grandes misterios que la fe tiene para mí está relacionado con la Ley de Matrimonio Igualitario. Ok. Tal vez no sea un misterio de la fe en sí mismo. No es un misterio para mí que el Vaticano promueva lo que promueve y que Ratzinger piense lo que piensa. Tampoco que la iglesia católica (y algunas evangélicas también) argentina haya defendido las posiciones que defendió. Tal vez me es un poco menos accesible entender que tanta gente se opusiera a ganarantizar iguales derechos a toda la posblación, por qué hubiera tanta vuelta en decir las cosas por su nombre y en reconocer cuan retrógradas y legitimadoras de la discriminación institucionalizada ciertas posiciones son.
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Strike two
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A medida que el debate ganaba espacio público y las posiciones se aclaraban, fue haciéndose necesario expresarse. Y las cámaras, la radios, los diarios fueron un desfile de posiciones. Uno de los grandes interrogantes que tuve fue cuándo la Biblia se transformó en una fuente del derecho argentino, porque sino no imagino por qué escuché tantas citas, lecturas, versículos y "por los siglos de los siglos, amén".

Por eso uno de los argumentos más llamativos fue proponer una nueva figura "civil" y reservar "matrimonio" para el sacramento, para la ceremonia religiosa. Quichicientas veces escuché "yo no estoy en contra de que se casen, pero llamar esa unión matrimonio... bueno, es muy fuerte" o "matrimonio viene de matriz, la mater, la madre... bla, bla, bla". A ver, si matrimonio viene de la mater, la madre y todo eso, ¿por qué no podría haber matrimonio en esos términos para las lesbianas, puesto que podría haber dos matrices en lugar de una? ¿o es que las parejas del mismo sexo no pueden tener creencias religiosas? ¿o las parejas no católicas o cristianas tampoco podrían tener "matrimonios"?. ¿Y las parejas de ateos/as? ¿A nadie le había generado ningún problema antes que los no creyentes ensuciaran el nombre de un sacramento para sus uniones civiles? ¿qué pasó ahora?. ¿Por qué nunca les molestó que los/as no cristianos usaran esta institución y ahora comenzó a ser una tragedia?. Creo que el punto es claro y la iniciativa de "matrimonio para heterosexuales y unión civil sin adopción para 'el resto'" implicaba dos cosas. Una, "nosotros/as" que somo normales vamos a seguir haciendo las cosas como queremos y vamos a incluso reconocer a "los/as otros/as" que tienen derecho a algo, pero no a lo mismo. Perdón, si esto no es legitimar la discriminación institucionalizándola, bueno, pues entonces probablemente nada lo sea. Y si la senadora Negre de Alonso fue tildada de nazi, bien podría haber sido escrachada como defensora del apartheid, del fascismo, de defender la negación de los derechos civiles para los afroamericanos/as o cualquier otra forma de discriminación vía aparato estatal. Porque sino, promover legislación diferenciadora con ciudadanía de segunda no se justifica, establecer que X ciudadanos/as tienen ciertos derechos y otros/as a menos, no se entiende sino es dentro de un marco de discriminación institucionalizada.
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Strike three
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Está perfecto que si hay gente que puede o quiere creer en algo, lo haga. Me alegro por ellos/as y es buenísimo que defiendan lo que piensan. Imponer los patrones de conducta propios de su fe a otros/as ya no está bien. Tildar de perverso y degenerado cosas que su religión (que en teoría es "sostenida" - léase financiada- por el estado argentino pero no se encuentra en modo alguno unida a él) o las autoridades de su religión consideran como tal, ya es demasiado. Querer prohibir (legalmente) las cosas porque no se condicen con los preceptos de la propia religión se llama, al menos de dónde yo vengo, integrismo religioso. O funadamentalismo, o como quieran. Por ejemplo, nadie obliga a los católicos a no comer carne jueves y viernes santo. Ahora bien, ningún católico pensaría en obligarnos al resto a no comer un choripán durante cualquier de esos días, nadie haría una marcha para impedir la degradación de las costumbres, nadie se rasgaría ni media vestidura.

¿Entonces? Está perfecto si la iglesia católica, los mormones o quien quiera no recomienda para sus fieles el matrimonio de personas del mismo sexo. Mejor dicho, no está perfecto, es triste por parte de una institución discriminar a sus miembros, pero como no miembro de ese colectivo, no voy a pedir que como esa institución descrimina deba desaparecer. Aunque no me gusta lo que prumueven estas iglesias no salgo a manifestarme para que las cierren, las prohiban o las persigan. Ahora bien, que se movilicen para prohibirles derechos a otros/as, que se manifiesten para imponernos sus valores rancios al resto de la sociedadme parece tan decadente. No lo entiendo. No entiendo porque alguien que dice profesar una religión que promueve el amor al otro/a, que predica comprensión, que dice que ante los ataques se debe poner la otra mejilla, que reivindica a los pobres y a los marginados pueda promover movilizaciones para odiar a quienes no comparten su fe, para imponer sus valores (religiosos) a una sociedad laica. ¿A nadie le hace ruido?.
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"La niños queremos un papá y una mamá". Ése fue el slogan de la marcha anti matrimonio igualitario en Bariloche. Ok, se llamó "Marcha por el matrimonio y la familia". Eso es lo que dijeron los organizadores. "Marcha por el matrimonio heterosexual y la familia cristiana" es el eslógan que deberían haber llevado. Porque ésa era la situación. Imponer SU visión de matrimonio, SU ideal de familia, proponerlas como LAS formas normales, las únicas posibles, las únicas que debieran existir, imponerlas como las únicas que el estado debiera reconocer. Es extraño, porque en toda la discusión y el debate nadie jamás negó la entidad de este tipo de matrimonio ni a objetar esta forma de familia. No veo porque, entonces, ampararse en la religión para prohibir a otros tener modelos diferentes. Si la Ley de matrimonio igualitario no va a forzar a casarse a nadie que no lo quiera, ni va a obligar a las familias a dar en adopción a sus hijos para que los adopten parejas homosexuales. No entiendo entonces qué los/as mueve, qué los/as motiva. Probablemente, nunca pueda.
¿Sodoma? Tal vez Argentina sea un país con alarmantes niveles de desigualdad , pobreza, indegencia. Tal vez la corrupción haya alcanzado niveles intolerables. Tal vez las injusticias se multipliquen por todos lados. Lo triste es que ninguno de estos dramas jamás movilizó tanto a estos sectores como el odio hacia quienes esperan que el estado reconozca igualdad de derechos. Triste.

jueves, 22 de julio de 2010

Misterios de la Fe. Parte I

Lo reconozco. Tengo prontuario. Tuve una época de creyente. Época que, afortunadamente, quedó enterrada hace bastante tiempo y que no creo que vuelva a pasar. Y si volviera a pasar, cualquiera está autorizado/a para golpearme hasta volver a entrar en razón. Lo cierto es que con el curso de los acontecimientos de los últimos meses mi posición pareciera reforzarse. Definitivamente la "fe" es un misterio para mí. No sólo porque no puedo creer, porque no quiero. También porque los traficantes de la fe me tienen "ligeramente" asqueado.

Strike one

Una chica es abusada sexualmente y queda embarazada. Se presenta con su madre en un juzgado X de Bariloche. Denuncian que la chica fue violada por su padre y su tío y que, producto de esas violaciones quedó embarazada. Pide permiso a la justicia (¿debería ir con mayúsculas?) para abortar.

Misterios del sistema judicial, el juez actúa con celeridad. Martín Lozada, juez que entendió en el caso, dicta la prisión preventiva del padre y del tío, seguidamente (y en apenas una semana) autoriza el aborto que se realizó dos semanas después de la presentación judicial (Sí, todo en DOS semanas). Cuando escuché la noticia no pude creerlo. Por primera vez en mucho, mucho tiempo un caso de entre muchos tenía una respuesta rápida por parte del sistema judicial. Y no sólo una respuesta rápida. Una respuesta lógica, aceptable y rápida. Es extraño. Se siente extraño cuando las cosas funcionan como debieran, como es lógico. ¿Por qué debiera, me pregunto yo, una menor, una mujer, alguien, continuar un embarazo no deseado, producto de una violación? ¿Por qué debiera continuar un embarazo no querido? Claro, esta última pregunta ya va mucho más allá de la primera y probablemente pase mucho, mucho tiempo antes de que como sociedad podamos legalizar el aborto.

La verdad, no se me ocurre ninguna respuesta que justifique esto. Lamentablemente buena parte de la iglesia local salió a responder una variedad de idioteces para esta pregunta. Y todas ellas parecían acusar más a la víctima que comprenderla. Todas anteponían los derechos de un feto no-nato a los de una chica abusada. Todas parecían tomar la Biblia como jurisprudencia y ninguna parecía atender a un drama social como este. Increible. Claro, como no son sus cuerpos los que fueron violentados, ningún representante del obispado barilochense esbozó el más mínimo atisbo de comprensión. Sin embargo el juez mantuvo su decisión y la chica abortó.

Dos días después del aborto la cámara del crimen de Bariloche (esta sí que no se merece las mayúsculas) anulo el fallo. ¿Es posible? ¿Cómo puede ser que esperaran a que se concretara el aborto para anular el fallo?. "Es muy de garca", fue lo primero que pensé. Esperar a que se realizara el aborto para anular el fallo post-facto es muy de garca. Es de ser garca, pero garca en serio, y ni siquiera querer pagar el costo político de salir a obligar a una mujer a continuar el embarazo producto deuna violación.

No lo entendí. No lo entiendo. Me parece bárbaro que si la Iglesia Católica está en contra del aborto que le recomienden a sus fieles no practicarlos. Ahora, que salgan a querer imponernos al resto de la sociedad sus puntos de vistas arcaicos e integristas, bueno, eso es un tema bien diferente. Que los jueces juzguen en función de sus valores pseudo cristianos es terrible. Y que, por si fuera poco, jueces cristianoides y jerarquía eclesiástica se festejen mutuamente sus cruzadas pro medievales es prácticamente inverosímil.

Resultado: el juez Lozada fue removido de la causa, su fallo anulado y el nuevo juez levantó la prisión preventiva de los acusados.

The devil wears Prada. La hipocresía, política de estado del Vaticano. Condenan el aborto pero el Papa usa zapatos hechos con cuerdo de novillo nonato. (Frivolidad aparte, el Emperador de Star Wars sí aprueba hacer abortar a una vaca para poder tener sus zapatitos rojos)

miércoles, 14 de julio de 2010

Brasiloche

No es difícil reconocerlos/as. A ellas las ubicás por las botas de cuero con infaltables tacos o plataformas. Altos, siempre tacos altos, pienso que incluso para las pantuflas. Con lluvia, con nieve, por Belgrano, por entre los charcos, en el Cerro Otto o donde sea. Siempre con tacos. Tacos y pantalones justos, de jean o de cuero. A veces mini shorts de sarga con medias de lana, pero en general largos. Y gorro de lana o de cuero, y seguramente cartera y guantes al tono, posiblemente algo con algún detalle de piel. Siempre tienen algún detalle en piel. Y maquilladas y con aros. Aros grandes, preferiblemente dorados. Casi siempre maquilladas, con aros y tacos, producidas, muy producidas. Como si necesitaran producirse para salir a pasear por la ciudad más elegante del globo. Como si no se dieran cuenta de que en Bariloche podés ir a trabajar en joggineta y nadie te va a decir nada.
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A veces pienso que lo único que justifica todo este exceso de producción es la brevedad o inexistencia del invierno en Brasil, por lo cual las brasileras de dinero aprovechan su semana en Bariloche para ponerse todo lo que siempre quisieron ponerse, todo aquello que fueron comprando invierno tras invierno y nunca pudieron usar. Como si tuvieran esta única oportunidad para usar todas esas pieles, esos gorros de cuero y piel, esos guantes combinados con las bufandas, todo, todo junto.
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Pero mientras ellas parecen echarse todo el guardarropas encima, ellos están en jean, jogging y remeras o buzos de fútbol. No sé si siempre, pero sí en el 70% de los casos. Y no es que vengan a Bariloche las mujeres con plata por un lado y los fanáticos del fútbol, por el otro. Por el contrario, pareciera que son familia, y no sólo parejas, también hermanos/as, o amigos/as o lo que fuere. Y que invariablemente ellos usan remeras y buzos de equipo de fútbol. Y si no usan equipos de fútbol usan los enteritos para la nieve. No los equipos de pantalón y campera. No. Los enteritos, los de colores flúo, los ochentosos, los que ves por la calle y no entendés como hicieron esas reliquias de los ochenta para sobrevivir todos estos años. Bueno, en Bariloche no son comunes las polillas. Y a veces se nota.

Y finalmente, la combinación, cuando el todo es más que la suma de las partes. La horda, la caja de garotos, los micros de TIP y CVC, los grupos. Cientos, cientos de miles de brasileros/as bajando de los micros, gritándose de esquina a esquina de la Mitre, llegando al cerro, todos/as uniformados/as. Hablando, gritando, bailando, sacándose fotos junto a los más diminutos copos de nieve, saltando sobre un charco de nieve barrosa. Todos/as con el mismo equipete. Todos de azul y un color más (este año ví dos combinaciones, azul y verde y azul y celeste). Todos/as juntos/as de un lado para el otro, llegando al cerro, copando los hoteles, haciendo Brasiloche de Bariloche.
Garotos. Un clásico del invierno barilochense.

jueves, 1 de julio de 2010

Splinter, las llaves y la lluvia.

¿Por donde empiezo? Sí, mejor empiece por el tema vedette del blog en este último tiempo. No, no, no... no es el mundial. Nop, tampoco cereal fort. SPLINTER. Tal el nombre con el que fuera bautizado el ratoncito de la casita en honor al entrañable roedor radioactivo y karateca de una serie de dibujitos que (me contaron) daban antes de mi nacimiento y que se llamaba las tortugas ninja o algo así. En fín, luego de más de un mes de lucha, toneladas de cebo, kilos de queso, centenares de botellas destrozadas, docenas de muebles corridos mil y una vez, finalmente hemos dado al roedor por "desaparecido/a en acción". ¿Será posible qué ni siquiera tengamos certeza sobre su deceso?. Claro, después de todo el material bélico invertido en esta guerra sin cuartel hemos decidido que, luego de no haber atacado más al bonsai ni haber sido visto ni encontradas sus heces, bien podemos darlo por fenecido. No sabemos si murió envenenado, se cansó de volvernos locos, se apiadó de nuestro patetismo o simplemente se murió de la risa. Sea como fuere, Splinter ya nos acompaña, y si bien nadie va a lamentar su ausencia en casa -si alguien lo hace, pues que se compre uno de estos bichos para su casa y ya- se irá con él uno de los temas que más ha animado el blog.
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En otro orden de cosas, y en sintonía con la ola de idiotez que amenaza con consumirlo todo, nuestro hijo actual ya tuvo su primer temita con las llaves dejando la puerta abierta del hall de forma tal que con el viento se abrió y se mojó todo el calzado. ¿Y a que no saben quién apareció hace 10 días? ¿No? ¿Ninguna idea? Ella... La Señora. No, no, no Ernestina Herrera de Noble. Otra señora. Aquella que se ofreciera a traernos las llaves que Miss Wisconsin (ya ni recuerdo como cazzo se llamaba y tampoco me interesa hacerlo) le habría dado en el aeropuerto. La señora existe y resultó ser bastante amable y hasta simpática. Igual no la exime a la otra idiota de la magánima estupidez de haberle dado las llaves de casa a una mujer cuyo nombre ni siquiera conoce, haberle escrito la dirección y pedirle por favor que "fuera a llevarlas por la tarde ya que ellos no están en todo el día".
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También, continuando con las buenas noticias, acaba de dejar de llover. Ya ni siquiera recuerdo cuando empezó. Me acuerdo que el sábado no llovió porque fui con Flavia al Cerro Otto. Pero creo que el domingo sí lloviznó un poquito, el lunes no, el martes sí... y por más de 24 horas sin parar ni medio segundo. Obviamente los momentos de mayor intensidad siempre coinciden con mis horarios de salida y entrada del trabajo, de modo tal que me muevo en campera, pantalones impermeables y botas de goma para todos lados. El último grito de la moda local.
Risa. Podría ser la causal del deceso de Splinter.

martes, 8 de junio de 2010

¿Por qué? Why? Warum? Pourquoi?

¿Por qué? Seguramente nunca tenga la respuesta a esta pregunta, pero estadísticamente no es posible que alguien sea naturalmente tan idiota si no es a través de un riguroso entranamiento.

Día sábado 29 de mayo. Llega Kristen / Cristie o como sea. Estadounidense, 21 años recién cumplidos, de Wisconsin, estudia en Michigan. Nunca debe haber visto más de 50 personas juntas a no ser que cuente los aeropuertos. Le explico que hay dos llaves, una para la puerta del hall, otra para el living. "Es un barrio tranquilo, pero de todos modos cerramos ambas puertas. SIEMPRE. C-O-N L-L-A-V-E ... L-L-A-V-E". ¿Qué hace? Sale, va al centro y nunca cierra la puerta con llave. Vuelve, entra y no cierra con llave. Le explico que tiene que cerrar la puerta con llave. "Ahhh ... ¿no es automático?"
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Domingo 30 de mayo; Llega Luisa, alemana, 20 años recién cumplidos. Misma explicación, pero en inglés porque en español sólo dice "Hola" y "chau". "This key is for that door, this other key is for this door..." Sí, sí. Todo claro. ¿Qué hace? Va al centro, vuelve a casa, abre la puerta del hall, entra, la cierra, abre la puerta del living , saca las llaves, entra y cuando va a cerrar no se le ocurre cerrarla usando la misma llave con la que acababa de abrir la puerta. No, por supuesto. Eso hubiera sido tan normal, tan fácil, tan simple para todos/as. Claro, no, decide usar la otra llave, la que uso para abrir la puerta del hall. Desde el estudio escucho que el ruido de forcejeo de llaves se extiende más allá de lo debido. Obviamente iba a ser así, si había puesto en la cerradura una llave mucho más grande.

Tironeo un poco, saco la llave pero la cerradura aún está trabada con media vuelta. ¿por qué? Saco la cerradura, la abro, trato de desarmarla, nada. Listo, al día siguiente fui a la cerrajería con la cerradura y la llave, dispuesto a hacer dos copias de media llave, pero, afortunadamente la solución es mucho más fácil de lo que parecía y el cerrajero la destraba enseguida. Para colmo es macanudo, así que no me cobra nada.

Lunes 7 de junio. Mientras estoy en clase recibo un mensajito y una llamada perdida. Ambos de Angie. Salgo al recreo. Mensaje de Skype de Angie. Llamame urgente. Fernando me pasa el mismo mensaje. Lo primero que pensé fue que había habido una tragedia en escala mayor. La llamo. "No te preocupes, pero..." alcanzo a oir. "Cagamos", pensé.

¿Qué había pasado? Angie acababa de recibir un mensajito de Kristen / Kirsten / Cristie o como cazzo fuera informándole que se había llevado las llaves de casa por error y que cuando se dio cuenta ya estaba en Aeroparque. Una vez en el aeropuerto la niña trata de pensar qué hacer con las llaves y en lugar de pensar "ok, ya fue, que los latinos se jodan y hagan un juego extra de copias" se pone a hablar con una mujer que también esperaba en el aeropuerto. Le explica la situación y la mujer le responde, "ah, yo voy para Bariloche, si querés las llevo".

¿Y qué dice nuestra Einstein? ¿qué le responde Madame Curie? "Ahhhh, muchas gracias", le da las llaves (sí, pero no se preocupen que aún no llega lo peor), le da la dirección de la casa y le aconseja "no vaya temprano porque ellos no están en todo el día. Recién llegan a la tarde, así que vaya de noche".

No, no, no... ¿Cómo se puede ser tan imbécil naturalmente? Porque esto no es inocencia, esto no es ser naif. Es esforzarse por alcanzar y rebasar los umbrales humanamente posibles de imbecilidad. Darle las llaves a una completa extraña a quien acabás de conocer en el aeropuerto, anotarle la dirección de la casa y además recomendarle que vaya tarde porque nadie está en casa en tooooooooooodo el día...

¿Alguien me puede decir por qué? Mejor dicho, ¿hay una razón capaz de explicar esto?, ¿qué podría llegar a provocar tal grado de alienación mental que le sugiera a alguien que ésto que acabo de describir es una idea maravillosa?

De más está decir que ya cambiamos la combinación de las cerraduras.
Llaves. Un desafío para las ¿inteligencias? extranjeras...

jueves, 27 de mayo de 2010

InVasión


Diana y Lidia, ¿Podrían ser una solución para el problema del ratón de la casita? Yo creo que sí. ¿Quién no recuerda a las malas de V -Invasión extraterrestre- comiéndose un blanco ratoncito? Ok. Reformulo, ¿quién con al menos 25 años y que no haya vivido parte de su infancia en un tupper no se acuerda? En la serie nueva de V (Sí, las remakes excedieron a Hollywood y la tele también adoptó la idea de imitarse a si misma, aunque cada vez esperan menos... y si faltan ideas, que no se note. ¿Cuánto van a tardar en hacer una remake de Lost?) todavía nadie se comió un ratón. Bueno, todavía se refiere al episodio en el que estamos en la casita, que vendría a ser el 6. Sí, no es mucho, lo sé. Pero bueno, aún no vi nada al respecto.

Y volviendo al roedor, ¿cuántas batallas perdidas son la guerra? Ya no las cuento en relación con el ratón-gate porque no tendría sentido pero, les pido, si alguien tiene a mano un alienígena come-roedores, por favor, mándenlo.

En otro orden de cosas, con bastante timidez pero con copo firme ayer nevó. Nevar, nevar como en una tormenta no, pero nevó. Y algo es algo. Obviamente esta mañana Videla estaba toda blanca. No fue una gran nevada, ni mucho menos una memorable, pero bien puede ser un principio de temporada. El alerta termina hoy a la tarde/noche. Ya veremos que nos depara el fin de semana.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Terapia de grupo


Hace tres semanas terminamos de hacer un curso en la escuela; "Gramática en la clase de Español como Lengua Extranjera". Estuvo muy bueno, pero no sólo por el contenido. No sólo por la posibilidad de juntarse con gente que trabaja conmigo y que no, que hace el mismo laburo o parecido, que la tiene clara, que encara las cosas en forma similar o no tanto.

También estuvo bueno por la terapia que esto implica. Siempre que nos juntamos terminamos en la misma; terapia. Al parecer las clases de español son una fábrica de anécdotas que están en ese delgado límite que separa lo hilarante de lo (casi) irreal. Y más allá de ese compartir experiencias había otro compartir; compartir el "qué se supone que hacemos acá"...

"¿Qué es ser profe de español?"... ¿Soy un monigote que gesticula cada palabra que dice abriendo la boca más allá de lo que me dejan mis mandíbulas para pronunciar H-O-L-A a 2km por hora mientras con los brazos trato de simular la forma de las letras cual paso de baile de YMCA? A veces pienso que sí. H-O-L-A, ¿ C-Ó-M-O E-S-T-Á-S? Y-O E-S-T-O-Y B-I-E-N...

Otras veces pienso, ¿soy un guía turístico? Bueno, yo me meto solito a recomendar cosas, y claro, cada vez que alguien empieza a decir la palabra "refug..." ya me lo mandan non-stop para que le explique el ABC del Club Andino.

Pero otros días me concentro en lograr que mi estudiante no se bajonee. Que la imposibilidad de hacer nuestra RR vibrante no le arruine su alicaido ego y que no piense "ni esto puedo hacer bien". Tengo una puntería terrible para hacer preguntas incorrectas. Preguntas del tipo: "Y tu familia, ¿dónde vide?", para recibir una historia terrible de desunión familiar y tragedias que implican separaciones continentales. Incluso, la supuestamente inocua pregunta "¿cómo es el clima en tu ciudad?" puede generar respuestas del tipo; "es un problema, el clima está cambiando, hace dos meses hubo una tormenta, nos quedamos sin luz y cuando volvió la electricidad hubo un cortocirtcuito y se me incendió la casa". Cómo se llega a eso, no sé... pero sí sé que tuve estudiantes llorando en clase por un cúmulo de frustraciones arrastradas por kilómetros y kilómetros y que deben remontarse hasta su más tierna infancia.

Y también tuve alguna estudiante que me confesó con lágrimas en los ojos que estaba embarazada, que se lo había dicho a su familia y amigos, pero que yo era la primera persona real con quien hablaba. Y para que mi impulso automático fuera ir a abrazarla, imagínense...

Pero no sólo es una profesión payasesca con tendencia al drama y lo emotivo. También implica acompañar a los/as estudiantes a algún que otro lugar, ayudarlos a comprar esto o aquello, explicarles como ir a un negocio a cambiar algo o escribirles quejas para qe las lean con cara de "sé que no entiendo lo que digo, pero seguro que vos sí, así que hacé algo".

¿Y donde quedan quienes salen con la típica "eso no es lógico, este idioma no tiene sentido"? Porque la respuesta a esto no es gramatical. Sí, tiene sentido, pasa que no coincide con el sentido de TU idioma, que dicho sea de paso, no es EL ejemplo de la lógica aplicada a la construcción lingüística, ¿o te pensás que hablás esperanto? Porque si pensás eso, te anticipo que no.

Claro, como en todo, a veces uno pega buena onda con la gente, sale, va a un lugar, va a otros, se engacha, se divierte, y cuando después se va el grupo uno siente cierto vacío por lo que se promete no volver a engancharse, hasta que, finalmente se termina bajando la guardia, aparece otro grupito con buena onda y uno vuelve a recaer en aquello que se había prometido que no iba a hacer.

También están quienes vienen y se quedan por un largo tiempo, se convierten en amigos (Shhh, en voz baja, puede que incluso en terminen encontrando pareja y todo) y se suman a este omelette de cosas que ya bastante mezcladito estaba. Y todo esto sin meterse en las historias de estudiantes con y contra estudiantes ni en la dinámica de clases, ni las charlas de recreo donde hacemos, nosotros/as nuestro descargo emocional...
Y entonces, ¿en qué se supone que consiste lo que hago? ¿Qué hacemos acá en la escuela? Digo, además de luchar contra el ratón diabólico que amenaza con dejar mi vida en ruinas. Hay preguntas que no tienen respuesta. Hay otras que mejor ni plantearlas. Lo peor (o lo mejor) es que con todo (y pese en más de un caso) me sigo divirtiendo...

domingo, 23 de mayo de 2010

Juira bicho

A lo mejor el nuestro no es ni coli largo ni peli largo... ¡Parece que es un ratón imperialista! (Si, ya sé, si fuera imperialista realmente no se lo llevaría la pólicía sino que lo protegerían... Es que quería ver un ratón capturado, y esto es lo único que pude encontrar para tener mi venganza simbólica)

sábado, 22 de mayo de 2010

"Los Otros"

Me lavé los dientes, salí del baño, cerré la puerta, abrí la del estudio, la cerré, subí las escaleras, abrí la puerta de la habitación, entré, la cerré. Me acosté y me puse a leer un poquito. Estaba muerto porque no había dormido mucho en el viaje. Bueno, sí, había dormido, pero entrecortado, gracias al niño que viajaba en un asiento cercano al mío y cuyos padres no querían explicarle que las 3, 4 o 5 de la mañana no son horarios ni para cantar, gritar o tener berrinches. Leí un poco y me dieron ganas de ir al baño. Maldije al mate… Me levanté, abrí la puerta, cerré la puerta, bajé las escaleras, fui hacía el baño, abrí la puerta, cerré la puerta. El procedimiento habría de repetirse al día siguiente, Mientras abría y cerraba sistemáticamente todas las puertas que encontraba a mi paso tuve la impresión de que iba a encontrar a Nicole Kidman, vestida de época y cuidando que ningún rayo de sol entrara en la habitación y lastimara a su niño fotosensible. Angie habría de hacer alguna broma en sintonía, revelando la misma sensación.

A la mañana siguiente, y después de abrir y cerrar puertas llegué a la cocina, campo de la batalla de la noche anterior. El mueble verdulero, la heladera y el lavarropas oficiaban de pared interna, una isla en el medio de la cocina. Dominaba el ambiente una mezcla de olor a Gancia con lavandina, así que en cuanto pude abrí la ventana. Acto seguido, vi que el queso seguía tal y como lo habíamos dejado… Suspiré fuerte y me dispuse al que había de ser mi operativo para desayunar por los días siguientes: vacié la pava, la lavé, me hice el mate… saqué el cacharro para calentar la leche, lo lavé, tomé una cuchara del cajón, la lavé, me hice una leche chocolatada, pero me cuidé de lavar la taza antes de verter mi desayuno.

Acto seguido tomé la cuchara que había usado, la lavé, abrí la heladera que había re-enchufado al final de la noche anterior. Escarbé en una pared de hielo para sacar una mermelada. Maldije por lo bajo mientras untaba unas galletitas mientras escuchaba la temperatura y algunas noticias. Cuatro grados bajo cero. Como si nada hubiera pasado exclamé para mí mismo: “se acabó la fiesta” y me fui a trabajar.

jueves, 20 de mayo de 2010

Comienza la batalla

Para cuando comprendí lo que estaba sucediendo, cual era el lugar en donde Angie había visto al ratón y todo, el bicho ya debía estar en San Martín de los Andes o en cualquier lugar de la casa. Mi primer impulso fue correr hacia donde se había escabullido el ratón. Obviamente fue en vano porque entre la mesita para el jabón en polvo, las botellas vacías, el lavarropas y la heladera, el roedor en cuestión tenía lugar más que suficiente para esconderse y no ser jamás encontrado. Para cuando miré a mis espaldas no pude encontrar a Angie en el lugar en el había estado hasta hacía unos segundos... Al instante la vi subida a una de las sillas del comedor, armada con un escobillón y con cara de “esto no puede estar pasando”. La insté a que bajara de aquella fortaleza que ella parecía considerar inexpugnable pero que seguramente sería de fácil acceso para nuestro intruso. Para que no me acusen de malo, no se lo dije… Sin embargo, lo que sí le di a entender era que si corría los muebles necesitaría de su ayuda para atontar al ratón. Yo mismo me armé con el seca pisos, listo para golpear a cualquier cosa que se moviera por el suelo. Pero la hora de la acción seguramente ya había pasado hacía mucho tiempo. Angie me sugirió que si yo quería matarlo, el secador seguramente no fuera suficiente. Abrí el cajón de la cocina y empuñé el cuchillo como si fuera a protagonizar la escena de la ducha de “Psicosis”.

Fue entonces cuando empezó el comienzo del fin. Corrimos la heladera, el lavarropas, el mueble con los cajones de mimbre y empezamos a desalojar la mesita y todas las botellas. En la movida tiré una botella que apenas tenía un poco de Gancia. No importó lo poco que fuera lo derramado ya que fue suficiente como para inundar la cocina con su olor dulzón y generar una ola que amenazaba con cubrir todo. Automáticamente desenchufé la heladera y todos los electrodomésticos cercanos para proseguircon la evacuación de la zona. Mientras sacaba la mesa rompí una botella de chirimoya colada. Me puse de mal humor porque no era el mejor momento para ponerme catrasca y arrasar con todas las botellas que tenemos. Me aseguré de sacar ilesa la botella de Baileys que nos había regalado un chico que estuvo en casa y empecé a limpiar la inundación en ciernes mientras que Angie trataba de detener la mezcla de Gancia y Chirimoya que amenazaba con extenderse hacia el living. Ella corría en busca de los trapos de piso para hacer una barrera - eso sí, sin siquiera atreverse a solar el escobillón, defensa natural ante la aparición del ratón- mientras yo me apresuraba a ir absorbiendo con otros trapos la mezcla alcohólica que empezaba a emborracharnos.

Después de despejar el líquido empecé a limpiar con lavandina. El olor que emanaba del piso era fuertísimo y pensé que si la rata no moriría producto de un coma alcohólico, la lavandina la haría llorar hasta morir deshidratada. Finalmente estuvo casi todo seco, pero la cocina aún era un campo minado. Tratando de sacar algunas cosas más me di vuelta y rompí otra botella con un poco de cerveza. Con las botellas que rompí esa noche cubrí mi cuota anual. A esa altura, podrán imaginar… yo ya estaba de muy mal humor. Mi primera noche de vuelta en Bariloche se limitaba a una seguidilla de hechos bochornosos que incluían a un ratón, un montón de alcohol desparramado en el piso, un olor intolerable a lavandina y vaya a saber uno cuantos pedazos de vidrios rotos danzando por el suelo.

Me contuve, bueno, no tanto, estuve un buen rato puteando mientras secaba la cerveza del suelo. Angie debe haberse asustado con mi reacción ya que ni siquiera esbozó una broma en relación a mi innegable habilidad para romper las botellas. El punto positivo - si es que podía ser llamado de esa forma - era que no había ningún estudiante en casa. A esa altura hubiera sido lo único que faltaba.

Manos a la obra, otra vez; continuaba el plan “evacuación” de la cocina. Recogidas las botellas “caídas en acción”, secado el piso, y medianamente desinfectado el campo de batalla… volvíamos a las acciones bélicas. Armado con una linterna, el escobillón y el cuchillo introduje un palo por debajo de la heladera. Angie cuidaba mi retaguardia. Nada, ni un ruido ni una sombra que se moviera allí abajo. Mismo procedimiento abajo del lavarropas. En vista de la tregua que intuimos decidimos que lo mejor sería comer y después veríamos que pasaba…

Cenamos rápido. Nadie habló mucho. Nadie, se sobre entiende, se limita a nosotros dos… Volvimos al campo de batalla para lavar los platos. Dejamos un pedazo de queso embebido en lavandina. No sé cómo se nos ocurrió que el bicho había de comerlo… Hablábamos en voz alta: “como el ratón seguro que ya se fue, vamos a dejar este pedazo de queso acá … mmm … que rico el queso”. Acordamos que Angie compraría el veneno al día siguiente, que tendríamos que lavar todo y que habríamos de procurar mantener todas las puertas cerradas. Obviamente, el ombú fue trasladado a otra habitación. Habíamos perdido la primera batalla…

domingo, 16 de mayo de 2010

El misterio de la maceta

Día sábado; día en el que debía iniciar mi regreso a Bariloche. Entre el caos de cosas que se desparramaban por la pieza recibo un mensajito de Angie. Misterio... mi concubina se había levantado y había encontrado un pozo cavado en la maceta del ombú-bonsái. Ninguna otra planta había sufrido un ataque similar. Total ausencia de ideas acerca de lo podría haber pasado. No me preocupé mucho y seguí con mis preparativos de viaje; aún me quedaba una mochila por armar, una caja por ordenar y ganas de dedicarme a la investigación a la distancia escaseaban.

El domingo recibo otro mensajito. El pozo misterioso se había repetido; nuevamente el ombú era la única planta atacada... Un halo de misterio descendía sobre la casita.

Mi micro se acercaba a Bariloche y Angie me informaba que ella había decidido estar fuera de la casa hasta que yo volviera. Le informé que ya no estaba lejos, mientras miraba en dirección al río Limay por la ventana y me sorprendía por lo despejado que estaba el cielo. Después de la bifurcación a Villa La Angostura el micro subió esa pequeña colina que tapa la visual y se dejaron ver el Nahuel Huapi, de azul intenso, la ciudad y algunos cerros circundantes, incluso un par con las cimas aún blancas por las nevadas recientes.

Algunos minutos después ya estaba bajando del taxi. Me sorprendí por la velocidad con la que el otoño había avanzado en mi ausencia. Las hojas secas se amontonaban en la escalera y bajo donde se suponía que debían estar las copas de los árboles. Afortunadamente mi llegada no me deparó sorpresas; ni monstruos que me esperaran al abrir la puerta ni gritos apenas audibles que perturbaran mi entrada. Aunque sí, debo admitir, me esperaba el consabido pozo en el bonsái. Mientras el agua para el mate se calentaba y Angie se demoraba su regreso a fin de encontrarme cuando llegara, revisé las plantas. Encontré, no sin sorpresa, que el del ombú no era el único pozo. En una de las macetas que están junto a la ventana de la cocina había otro pequeño, que apuntaba directo a las raíces de un brote de guinda.

Sin embargo, no me demoré mucho en el tema; seguí verificando las macetas sólo para encontrar que ninguna otra tenía pozos ni nada que se le pareciera. Ahora lo sé, debería haber buscado algún rastro de algo en los cajones. Sin embargo no lo hice y empecé tranquilo a tomar mate. Mientras desplegaba mi sin fin de cachivaches, llegó Angie, que me explicó lo terrible de la situación. Pese a que para mí el pozo era obra de un roedor, insistió en el hecho de que parecía cavado con una cuchara. Explico su hipótesis; alguien -que tenía acceso a la casa- había entrado para cavar en la maceta del bonsái con el objeto de asustarla. Sí ése era el objetivo del pozo, bien logrado estaba ya que “Corazón Valiente” salió disparada en cuánto vio el segundo pozo y no volvió hasta estar segura de que yo habría regresado.

No sé que cara debo haber puesto pero me explicó “Sí, ya sé, Miguel me dijo que se ve que miro demasiadas películas de terror”. Respiré aliviado. Acto seguido me contó la hipótesis de Miguel; seguramente un gusano habría estado viviendo bajo tierra y cuando le llegó la hora de convertirse en mariposa hizo su túnel de salida y plaf, se transformó y ahora habría de andar, aleteando por ahí.

Como dos hipótesis parecieran no ser suficientes. Catherine, una ex-estudiante de ECELA y ahora asistente de la directora de la nueva escuela en Mendoza había adelantado también la suya; el pozo era igual a los que los armadillos realizaban en la zona de Texas donde ella vivía. Evidentemente no podía tratarse de un mini armadillo (creo que Angie se refirió a él como “peque-armadillo”), esto era obvio, pero el animal que cavaba no parecía una idea tan desatinada.

Mi primer plan fue brutalmente rechazado: subir el ombú-bonsái a la habitación y que durmiera con nosotros. No hizo falta armar otros planes porque la trama misteriosa habría de revelarse un poco más tarde. En efecto, algunos minutos después, mientras Angie cocinaba y yo revolvía un puré que no quería espesarse siento que me toman del brazo con fuerza… Inmediatamente un grito de Angie, que estaba a mi lado y que hasta pocos segundos antes había estado hablándome. “Aaaaaaaahhhhhhh”. No puedo negar que me asusté… Siento que entre sus gritos Angie se esconde atrás mío. “¿Qué?”, grité, entre nervioso y alterado. Por respuesta sólo hube de obtener más gritos. En ese segundo que pareció larguísimo me vino a la mente un recuerdo fugaz de Pablo y Gus gritando “El vudú, el vudú” hace ya muchos años. Mientras me deshacía del recuerdo inoportuno volví a gritar; “¿qué?, sin saber aún hacia donde mirar. Mientras Angie articulaba algo para mí incomprensible me alivié al constatar que ningún humo negro estaba en la cocina y que los muebles persistían en su lugar. Finalmente obtuve respuesta; “una rata, una rata”, mientras su dedo índice señalaba hacia la esquina donde están la pileta y el lavarropas. La batalla por la cocina apenas comenzaba a librarse.

lunes, 3 de mayo de 2010

A veces ni yo sé cómo...

Día Martes

Me levanto media hora antes de lo usual. Bueno, el despertador sonó a las 7.00, pero hasta las 7.15 no me digno a salir de la cama. Me visto rápido y desayuno más rápido todavía. Junto fuerzas -pero no tantas como para ponerme los lentes de contacto- y salgo satisfactoriamente temprano. Como siempre que llego al banco con bastante tiempo no había nada de cola. Es un éxito y a las 8.20 estoy llegando a la escuela con ganas de tomar mate. Error. A los 10 minutos entra una holandesa. "¿Graciela está?" ... Mientras la miro con mi cara de dormido pienso "Hola, buen día... ¿cómo estás?, Por supuesto que está... todas las personas que trabajamos en la escuela dormimos en el piso de arriba y estamos siempre sonrientes dispuestos a invertir todo el tiempo necesario escuchando tus quejas interminables..". Sin embargo no digo nada de eso sino que sonrío y amablemente le contesto que no. Lamentablemente hablar con esta chica a esa hora de la mañana termina por arruinarme mi intento de desayuno tempranero. Conclusión, no debería haber ido al banco, así habría llegado más tarde y me evitaba el bajón de explicarle a esta chica que por dudoso que le resulte, cada uno de nosotros tiene una vida que transcurre fuera de la escuela.

A las 9 casi casi que estoy de mal humor pero no importa. Clases por la mañana, clases por la tarde. No me puedo quejar, mis estudiantes son buenísimas, me divierto con ellas y me entienden si les hablo rápido. Vuelvo a casa y me pongo a escribir un trabajo para la UNQ. Ni por asomo lo termino pero me acerco al final. Bah, la conclusión queda aún incierta y tengo citas inconexas. A las dos de la mañana, rendido y quemado me doy por satisfecho y decido ir a dormir.
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Día Miércoles

El despertador suena 6.20. Pienso que no puede ser pero sé que efectivamente es. Tengo que ir a hacer trámites a la municipalidad y a Rentas y si no me levanto en este mismo momento probablemente nunca más lo haga. De algún modo desconocido logro vencer la inercia que me llevaba a quedarme en la cama. Salgo de casa y escucho un ruido de colectivo que se acerca. Nada circula por Pioneros y pienso que en medio del silencio de la madrugada yo puedo oir el sonido lejano de un colectivo que pese a estar a unos cuantos cientos de metros se deja oir en su camino hacia mí. Me apuro y un minuto después de haber llegado a la parada veo un 51 que se acerca. Debido al éxito de haber tomado el colectivo sin haberlo esperado llego mucho más temprano de lo imaginado al centro administrativo. En realidad no llego mucho más temprano sino que llego inconcebiblemente más temprano. Miro mi reloj: las siete... en teoría me falta una hora de espera. Hace frío así que me cierro bien la campera y me dispongo a esperar con paciencia.

Llega el primer empleado de Rentas. Me saluda y le respondo "Buenos días". Llega la segunda empleada... Me ilusiono, "a lo mejor empiezan 7.30", pero entonces veo un cartel que decía: "a partir del día X la oficina atenderá de 8.30 a 13". Mis ilusiones se desploman. Apenas llevaba 15 minutos de espera, y en lugar de los 45 minutos que pensaba que debería esperar, caigo en la cuenta de que aún me faltaban 1 hora y 15 minutos en la puerta de Onelli y Vilcapugio.

"No puedo irme. Es hoy o nunca", me repetí. Seguí esperando y 10 minutos después llega otra empleada. Me dice que ahí afuera me voy a congelar así que me invita a esperar adentro. Extasiado por la oferta acepto esperar dentro del edificio sin terminar de procesar lo que acababa de pasar. Alguien entra y me pregunta que hago, le cuento mi historia. Escucho que se la cuenta a un tercero. El tercero se me presenta y me pregunta que tenía que hacer para ver si podía ayudarme. Eran las 7.30 cuando encontró el formulario que yo necesitaba llenar. No lo podía creer.

A las 7.40 salí de Rentas con todo resuelto. Aprovecho el éxito de mi gestión para ir caminando a la oficina de fiscalización de la municipalidad donde más trámites me aguardaban. Llego a las 8.05. Cinco minutos más tarde me atienden y unos minutos después estoy saliendo. Nuevamente llego a las escuela 8.20. Tomo unos mates y a la media hora empiezo a trabajar.

Hay mucho que preparar para el día siguiente... pero tipo 17.15 salgo de la escuela, paso por el super y compro un par de cosas para la cena. A las 18.00 ya estoy en casa encendiendo la compu y poniéndome a trabajar otra vez en la maestría.
Vienen Zig y Austin a cocinar chile, cornbread y unos brownies. Cenamos y hacemos ronda de tequila. Comemos el postre y tomamos más tequila.
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Día jueves

01.00. Zig y Austin parten con rumbo a su hogar y en casa todos/as se van a dormir. Bueno, yo no. Aún tengo que terminar las conclusiones del trabajo. Con el tequila a cuestas las escribo. A las 02.00 finalmente voy a la cama. Pero apenas 5 horas después, a las siete y pico vuelve a sonar el despertador. A bañarme y vestirme que 08.30 tengo que estar en el hotel Villa Huinid porque hay una reunión con universidades.

Son 10 universidades de Estados Unidos, 10 escritorios, un representante de cada universidad por escritorio, 20 minutos para hablar con cada quien.

La reunión termina y mientras voy caminando hacia Bustillo pido un taxi para ir a casa. Me cambio, chequeo las cosas y ya me pasa a buscar otro remis para ir a la terminal. Llego media hora temprano, todo un éxito. Me tomo mi micro a las 15.00. Leo, miro las pelis. Ceno y en cuanto entrego la bandeja vacía, me duermo.
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Día Viernes

Me levanto el viernes a las 8.15. A las 9.00 el desayuno, a las 11.45 llegamos a Retiro. Con mi mamá tomamos el 22 hasta casa. Me pone al corriente, y acto seguido me dice que sacó mis dos trajes a tomar aire. Elijo camisa y corbata de entre las de mi papá y mi hermano. El traje y las medias son míos. Camisa, corbata, cinturon y zapatos no. Releo el trabajo que había terminado la noche anterior. Me sorprendo porque, a pesar del tequila no está terrible. Le hago un par de retoques y lo envío. Para entonces es hora de que me bañe y me vaya al casamiento. Eran las 19.30 cuando Nati Guarnacci pasó por casa. Aún me quedaba un casamiento al que asistir, una ceremonia por ver, una pareja por felicitar, mucho para hablar, algo por tomar y bastante por bailar.

jueves, 22 de abril de 2010

Rucaco II (Modelo 2010)

Si me había sorprendido durante el camino no haber vistos rastros de un otoño que no terminaba de llegar, más habría de sorprenderme después de llegar a la "cancha de fútbol". No, no se preocupen, no cambié mis hábitos y sigo sin pisar una cancha de un equipo dedicado a tal deporte... es sólo que así se llama el lugar al que se llega después de continuar el ascenso desde la laguna Schmoll.

No voy a negar que no estaba ligeramente orgulloso de mi por haberme bancado el tramo caminado hasta entonces y, más aún, por el buen tiempo que llevaba (Nota: Buen tiempo para mí, que la primera vez que subí al Frey me casi me muero antes de llegar... No comparado con la gente "pro" de la montaña). La vista desde el filo era buenísima y aproveché para experimentar con el temporizador de mi máquina.

A pesar del cielo azul, sabía que la temperatura era relativamente baja, pero a fuerza de cargar con mi mochila (y por ende con la bolsa de dormir, la carpa, el calentador, la ollita y la comida) no dejaba de sentir cierto calor que me llevaba a continuar la marcha en camiseta.
No importa cuántas veces lo vea, el Rucaco siempre parece mágico
Jakob a la izquierda, Lynch a la derecha... Sigo mi senda y me encuentro con la siempre impactante imagen del valle del Rucaco... El arroyo serpenteando, su andar ondulado por el valle, el bosque de lengas y la pradera. Me sorprendió que, en contraste con el año anterior todo estuviera tan verde. Si no fuera por la temperatura que no permitía que me engañara hubiera pensado que estábamos en verano. Hacía un año que había estado allí y no había visto ni dos lengas con hojas verdes, el valle inundado de amarillos, rojos, ocres... tan diferente de lo que ahora se extendía frente a mi.

Me dispuse a bajar por entre las piedras con la certeza de que si no quería romperme nada tendría que tener cuidado. Ya lo saben, tengo cierta tendencia a la torpeza, razón que me obliga a tener cuidados extra -básicamente mirar y concentrarme- en este tipo de circunstancias. Piedras, piedras y más piedras. Grandes y firmes al principio, más pequeñas y sueltas a medida que veía que me acercaba al bosque. Hasta que finalmente llegué al lecho seco del arroyo que marca el camino a seguir.

Las piedras fueron disminuyendo y las lengas ganaron en altura. Las más achaparradas fueron quedando atrás mientras poco a poco me adentraba en este bosque tan especial. Cada vez que estoy ahí recuerdo por qué me gusta tanto ese lugar. No será la primera vez que lo diga, casi seguro tampoco la última... pero tiene esto tan especial que me hace volver una y otra vez. Esta sensación de vacaciones mezclada con la certeza de estar (casi) solo en medio del bosque, ver la luz filtrándose por entre las lengas, salir del bosque y entrar abruptamente, sin avisos ni transiciones, a la pradera que está en el centro del valle.
Embebido e idiotizado en esta sensación que me invadía llegué a la zona de acampe. Miro los distintos lugares para acampar y elijo uno que me parecía que estaba bueno. Tiro mi mochila ahí y me pongo a elongar. Mientras iba elongando miraba tratando de averiguar si había alguien más en la zona. Nadie por aquí, nadie por allá... y mientras iba terminando de elongar unas risas se dejaban oir a lo lejos. Las risas no tardaron en adquirir formas humanas que llegaron y se quedaron a unos 6 ó 7 metros de donde yo estaba. Nos saludamos y cruzamos un par de palabras.

Mientras ellos terminaban de elongar tomé mi botella de agua, mi libro y mis anteojos de sol para tirarme a leer algo, hidratarme y relajarme un poco mientras el aire del valle aún estaba cálido. Llevaba leídas dos o tres páginas cuando noté cierto movimiento entre mis compañeros de acampe. Los colores de sus comperas y mochilas se movían de un lado para el otro, yendo a parar extrañamente cerca de donde mi mochila había quedado tirada. Me llamó la atención tanto como para pararme y chequear la situación.

Para mi sorpresa habían dejado sus cosas a dos metros de mi mochila y empezaban a buscar su carpa. Miré con cara de extrañeza en ese dirección tratando de ser visto. Nada, ninguna reacción. Vuelvo a repetir el procedimiento mientras empiezo a pensar si iba a encararlos preguntándoles si no habían visto mi michila o si iba a armar mi carpa a escasos dos metros de la de ellos... o tal vez dar por perdida la batalla y buscar otro lugar. Casi con intuición provinciana pensé "porteño maleducado, ¿no podía buscarse su lugar?".

Mientras me sorprendía a mi mismo por haber concebido semejante idea ví que finalmente la mujer de la pareja me había visto y le comentaba al hombre: "Creo que él quería acampar acá...". La respuesta que obtuvo de su compañero de caminata - no me consta ni me interesa su estado civil - fue "¡Qué me diga algo!¡Qué venga y me diga algo!".

Ah no ... no, no, no ... yo no había ido y vuelto de mi casa al centro dos veces y mucho menos caminado por 5 horas para que este porteño maleducado me arruinara mi fin de semana con un "¡Qué venga a decirme algo!". Ahí mismo me di cuenta de que yo no estaba dispuesto, a diferencia de este sujeto, a dejarme arruinar la travesía. "Ma' si maleducado, quedate con ese lugar...".

Fui hasta donde estaba mi mochila, agarré las cosas, miré con irónica simpatía a la gente y me busqué un lugarcito... Algo sencillito porque yo con cualquier cosita me arreglo, ¿vieron?. En ese momento me sentí feliz porque me había dado cuenta de que mientras este tipo sí podría haberse arruinado el trekking, yo sabía que no quería que mancharan el mío. Y así me encontré un lindo lugar donde me dispuse a armar mi extravagante carpa (ya aprendí a armarla solo sin confundirme, todo un éxito) y donde más tarde habría de cenar no tan frugal pero si tan rápidamente como había almorzado.

Afortunadamente no tuve que ir al baño de noche (curioso: "ir al baño" ¿a qué baño, me pueden decir?) porque, como quien dice, estuvo fresco pa' chomba. Al menos eso demostró el hielo que se había condensado debajo de mi carpa. Dicho sea de paso, cambié mi plan de levantarme temprano (léase a las 8) por un poco más tarde (léase a las 9.15) por el frío que pensaba que hacía afuera. No sin razón, entonces, desayuné adentro de la carpa y para cuando me digné a salir de mi escondrijo tan sólo tuve que desarmar mi toldería y empacarla. Muy a mi pesar mis compañeritos de zona de acampe -nadie más había llegado- terminaron de empacar casi al mismo tiempo que yo.

Empecé a caminar relativamente rápido como para ir separándome de ellos y empecé a salir del bosque y llegué a las lengas achaparradas que anunciaban el próximo ascenso... interrumpido alguna que otra vez para mirar el valle que ahora se extendía a mis espaldas y saludar al Rucaco hasta mi próxima travesía... a sabiendas de que lo mío aún terminaba y de que después de trepar las últimas piedras se iba a abrir ante mi otro panorama igualmente alucinante.
El Refugio Jakob, allá lejos
Último descanso antes de empezar a bajar
El refugio Jakob, una parada técnica obligada
Sí, lo sé... pero no puedo sonreír en las fotos sin poner cada de idiota. Si me río en forma natural es otra historia, pero no importan cuanto lo intente, simplemente, no sale.


Con el refugio (sí, se llama San Martín, pero le va mejor el nombre de la laguna) Jakob al final de mi senda y acercándose continué la marcha con cuidado ya que, nuevamente, iba por entre las piedras...