jueves, 28 de abril de 2016

La aventura de la peluquería

Quizás pueda parecer una novedad pero... los libros de idioma, en general, no incluyen unidades sobre cuestiones básicas del día a día. Suelen hacernos hablar de temas complejos como el consumismo, la discriminación, la contaminación ambiental y la ecología pero poco nos dicen acerca de cómo se compra un adaptador para un enchufe o cómo se alquila un departamento. Mucho menos cómo hago para explicar en la peluquería qué corte quiero.

No digo que fuera la única razón pero no tener ni idea de cómo se conduce el asunto peluquería no fue un motivo menor a la hora de evitar tener que vérnoslas con las tijeras. Hasta que llegó el momento de la iluminación. No, no es pensar que no puede ser tan difícil. Fue distinto. Un instante de inspiración, una revelación. Casi una epifanía. Podíamos ir con las fotos que nos habíamos sacado para las visas y sólo decir wie dieses, bitte (como esto, por favor). Si pronuncio las palabras mágicas y al mismo tiempo señalo la foto… bueno, aunque no sea alemán perfecto, no debería fallar.

Provistos con las fotos en cuestión fuimos hacia nuestra cita con el destino. Nuestro primer intento fue un fracaso rotundo. Todas las peluquerías ya estaban cerradas. Nuestro segundo intento coincidió con un cambio en el horario de atención de la peluquería que habíamos elegido. El tercer intento lo hice solo a las cuatro de la tarde. Estaba seguro de que a esa hora la peluquería estaría abierta. Y, efectivamente, lo estaba.

Hallo. Hallo. Hasta acá todo bien. Me hacen tomar asiento y espero un rato. Cuando me llega el turno saco de mi billetera la foto en cuestión y empleo las palabras mágicas. La peluquera se ríe. Yo me río. Perdón, es que en el libro de alemán no hay una unidad sobre la peluquería. Más risas. Me pregunta dónde estudio alemán. Le contesto. Quiere saber de dónde soy. Le digo. Hablamos un poquito sobre Sudamérica. Muy poquito. Nunca fue pero si estuvo en Mallorca (SIC). Me dice que, a pesar de lo que yo creo, en realidad puedo expresarme bastante bien. Le agradezco y me siento casi realizado. Sin embargo a continuación dice algo que no entiendo. ¿Cómo?
Blablablabla… subenestrujenbajen… blablabla…
Perdón, ¿puede repetir?
Blablablabla… subenestrujenbajen… blablabla…
Ahhhhh
Und auch blablabla… Na ja… Blablablablabla… Ach blablabla…
Claro
Blablablabla
Ajá
Y yo también estuve en otro país casi sin hablar el idioma -dice mientras yo vuelvo a captar el hilo de la conversación-. Estuve en Francia donde hice un curso.
¿De peluquería?
Sí, de peluquería. Y tenía que cortarle el pelo a la gente. Claro que yo había estudiado francés en la secundaria pero no me acordaba de nada.
Es que no es fácil.
Pero en esas situaciones la gente siempre termina expresándose y haciéndose entender.
Como yo, le digo mientras me río.
Sí.
Igual mi problema principal no es hacerme entender. Es entender lo que me dicen cuando me hago entender.

Se ríe. Me río. Para entonces el corte ya estaba casi terminado y sólo quedaban retoques y cosas que si aclaraban con un “OK” o “más corto”. 

Ya está. Antes de levantarme vuelvo a comprobar que no parezco ni el último de los mohicanos ni Cristóbal Colón. No. Tampoco estoy hecho un punk ni tengo mechas de colores. Me parezco a mí mismo en la foto de la visa. Prueba superada.

miércoles, 27 de abril de 2016

Foto de miércoles...

Estalló la primavera... dos semanas atrás. Descubrimos que Dresden está lleno de árboles de magnolia. Definitivamente queremos NECESITAMOS uno así en la Pitufi.

martes, 26 de abril de 2016

Königstein (Episodio II)

Con el paso los años, las obras en la fortaleza de Königstein han generado una especie de capas de cebolla que se acumulan sobre el edificio original. Desde el año 1300 hasta el 1900 se fueron incorporando defensa tras defensa, construcciones al último grito de la moda militar. Primero contra flechas y armas de asedio, luego contra disparos de infantería o cañones y -más contemporáneamente- proyectiles de tipo más moderno. Las defensas dejaron de ser las troneras y torres fortificadas y pasaron a ser cada vez más los edificios primero puestos a resguardo del fuego enemigo, que luego comenzaron a estar cubiertos por capas de piedra y arena y –finalmente- enterrados bajo de metros de tierra y concreto.
Durante las revoluciones liberales de 1830 y 1848 la familia real sajona huyó de Dresden, que se encontraba en plena ebullición. Con liberales, socialistas y hasta anarquistas pululando por la ciudad, proliferaron las barricadas y juntas populares. Horrorizados por tanta agitación social, los Wettin vinieron al lugar al que iban siempre que necesitaban sentirse seguros, Königstein. Paradójicamente, cuando las tropas reales controlaron la situación y reprimieron a cuanto revolucionario hubiera por ahí, la parte vieja del castillo hospedó –entre otros- al anarquista Mikhail Bakunin. No porque Bakunin quisiera sentirse seguro sino porque, para que ricos y nobles se sintieran seguros, la justicia real lo había castigado a reclusión y aislamiento civil en una institución militar. De donde yo vengo, a eso se llama cárcel por razones políticas. Eso sí, hay que reconocerlo, como sentencia es un tanto original.
En 1866 tuvo lugar un evento fundamental para la historia de Alemania (que aún no existía como tal), la guerra austro-prusiana. En este enfrentamiento Sajonia participó del lado austríaco, que resultó perdedor. No es que los sajones tuvieran un gran amor por los austríacos. Simplemente, los preferían a los prusianos, que tenían un claro plan para unificar Alemania desde Berlín. Eso sin mencionar cierto rencor histórico ya que luego de las guerras napoleónicas los prusianos se habían anexionado la mitad de lo que había sido el reino de Sajonia. Estaba claro para los sajones que si Prusia ganaba la guerra, su margen de independencia se iba a ver reducido, como, efectivamente, ocurrió. Los acontecimientos de 1866 fueron la última movilización masiva en la fortaleza. Apenas comenzado el tole-tole, el rey y el alto mando sajón se retiraron al campamento militar mientras que los tesoros de la bóveda, la recaudación y el dinero de bancos y empresas fue enviado en tren hasta el pueblo de Königstein y desde allí subido en carretas hasta la fortaleza.
Según la folletería del museo, la operación estuvo coordinada por los servicios secretos sajones, que no dudaron en usar la última tecnología disponible para poner a resguardo el dinero. Así llegaron a informar vía telégrafo el recorrido del tren que traía tan valioso cargamento y mantuvieron al tanto al mando de la fortaleza de cuanto ocurría.
Sin embargo, más allá de poner los barriles repletos de monedas de plata y otros tesoros a resguardo,  nada ocurrió en la fortaleza. El resultado de la guerra fue decidido en batallas que ocurrieron a varios kilómetros de distancia y Könisgtein se mantuvo -nuevamente- fuera del frente de guerra. Una vez más, la fortaleza no había sido puesta a prueba. Hay que decirlo, seguía manteniendo el título de inexpugnable, pero -básicamente- porque nadie jamás había intentado conquistarla.
A pesar de no haber intervenido activamente en la guerra, el resultado de los acontecimientos sí afectó a la fortaleza, que por primera vez en cerca de cuatrocientos años dejó de tener comandante y guarnición sajona y pasó a depender del ejército prusiano. Finalmente en 1871, cuando Alemania terminó de unificarse, el mando prusiano fue reemplazado por… un mando prusiano que ahora representaba al recientemente nacido Imperio Alemán. Lo único que el gobierno de Sajonia conservó fue “la casa del tesoro”, es decir, el depósito donde se guardaban los barriles de monedas (según el cálculo de la audioguía, cuando estaban llenos de monedas pesaban 235 kilos) y los lingotes de oro del tesoro real.
Llegado el caso de estar bajo sitio  el tesoro debería ser trasladado a otro lugar más seguro ya que luego de 1870 ni la altura de la meseta ni las paredes de 1,70 metros de espesor hubieran sido protección suficiente contra los proyectiles.
A comienzos del siglo XX la fortaleza se había vuelto obsoleta. No porque no contase con las obras necesarias sino porque por más esfuerzos que realizaran, el mismísimo concepto de fortaleza inexpugnable había dejado de existir. Con el desarrollo de la aviación y de proyectiles capaces de recorrer mayores distancias (y generar más daño) la idea de Königstein como bastión amurallado carecía de sentido. Claramente hubiera sido un lugar de importancia estratégica y por eso continuó siendo asiento de un destacamento militar hasta después de la primera guerra mundial, pero ya no se realizaron más obras ni se intentó modernizar las defensas. Tampoco hubiera tenido sentido hacerlo.
Durante la primera guerra mundial la fortaleza sirvió como campo de detención para oficiales franceses, belgas y rusos. Mientras que nada dice la audioguía acerca de los suboficiales, sabemos que los oficiales recibían un trato bastante diferente al de sus subordinados. La sociedad jerárquica de la época incluso repetía sus diferencias entre los prisioneros de guerra. Capturado y todo, un general seguía siendo, esencialmente, distinto de un soldado raso, y por tanto el trato recibido era inmensamente mejor.
El fin de la primera mundial marcó el ocaso definitivo de Königstein. De acuerdo con lo establecido en el tratado de Versalles la fortaleza debió ser desmilitarizada. Eso significó que por primera vez en seiscientos años no estuvo a cargo de un comandante militar y que su guarnición fue reubicada. 

domingo, 24 de abril de 2016

Königstein (Episodio I)

Sábado 20 de Marzo. En teoría Wind Guru había pronosticado parcialmente nublado. Mentira.  Windguru miente. Accuweather miente. Weather channel miente. Los pronósticos mienten. En Argentina y en Alemania también. La verdad es que amaneció nublado y neblinoso. Y así siguió todo el día salvo los cinco minutos en los que se vio un cuadradito azul de cielo despejado, el sol se filtró hasta nosotros y aprovechamos para sacar fotos con un mínimo de decencia climática.

Nuestro destino del día de la fecha se encuentra a veinticinco minutos en tren: la fortaleza de Königstein.  La traducción del alemán vendría a ser algo así como la “Roca del Rey” o la “Piedra del Rey”. No hay que confundir ni con “El Retorno del Rey” ni con “El Rey de Piedra”. Mucho menos con “El Rey cara de Piedra”.
Obviamente esta foto no es nuestra, pero da una idea bastante clara de la envergadura de la fortaleza y, de paso, demuestra que el cielo azul también existe en la región. Además de carecer de vistas aéreas, nuestras fotos carecen de luz solar, como podrán apreciar...
A nivel local, Königstein es conocida por varias cuestiones. Uno, es uno de los castillos/fortalezas de montaña más grandes de Europa y -en el pasado- era considerado también como uno de los más inexpugnables. Dos, está en medio de un parque nacional junto al Elba, por lo que no sólo tiene una vista muy linda sino que forma parte de una red de senderos y caminatas. Tres, era el lugar al que venía con la cola entre las patas la familia ducal/electoral/real sajona cada vez que los prusianos o los austríacos se acercaban mucho a Dresden. También cuando los sajones se ponían revolucionarios y les daba por hacer algún reclamo que a sus majestades les resultara subido de tono. Cuatro,  por su posición estratégica fue sucesivas veces modernizado y hasta el fin de la primera guerra mundial fue considerado como la primera línea defensiva en la región en caso de un ataque al sur de Sajonia. Cinco. Tiene uno de los pozos de agua más profundos de Europa, con 152 metros de profundidad.
Según la audioguía de la fortaleza (aún debatimos si debemos creerle más a ella o a Wikipedia) ya desde mediados del 1200 había habido algún tipo de fuerte/castillo en esta meseta natural. En 1241 se hace la primera referencia a “in lapide Regis”, la roca -o piedra- del Rey. El rey que poseía la roca era el de Bohemia (la principal región de la actual república Checa). El castillo aparece mencionado porque allí el rey firmó un acuerdo de fronteras con los margraves de Meissen. Para esa época Sajonia aún no no se llamaba Sajonia, y los Wettin (la familia ducal/real/electoral) aún no eran duques. Pero… el núcleo desde el que se desarrolló Sajonia es, efectivamente, la marca de Meissen, y los Wettin ya eran sus margraves.
Las montañas de la región habían sido una zona de paso por milenios, pero no había contado con pueblos o ciudades habitadas en forma permanente, por lo que las cuestiones limítrofes no eran de mayor importancia. Sin embargo con el establecimiento de la marca de Meissen y su obispado tuvieron lugar sucesivos asentamientos en la región y poco a poco comenzó a haber choques cada vez más frecuentes con el reino de Bohemia. El tema principal… la definición de las fronteras.
Al parecer la Roca del Rey era la primera línea defensiva de Bohemia en el norte. Durante el tiempo en que el rey de Bohemia fue emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en el castillo se firmaron varios acuerdos entre el emperador y sus vasallos. Sin embargo hacia el 1400 la estrella de Bohemia empezó a declinar, ocasión que aprovecharon los duques de Sajonia para hacerse con el control de la zona. Bajo la nueva administración, el castillo fue ampliado y su acceso, reforzado. Se construyeron una torre de acceso, un monasterio (no me pregunten para qué necesitaban a los monjes en una fortaleza) y se dejó una amplia zona de la meseta en estado natural para que fuera utilizada como bosque (y suministro de madera en caso de ser sitiados). Con la reforma protestaste el monasterio se despobló y hoy sólo queda su capilla.  
Finalmente, cuando Bohemia fue ocupada (y anexada) por Austria la frontera se tranquilizó, todo ello sin haber sido puestas a prueba las nuevas fortificaciones de Königstein.

Como suele ocurrir con estas obras, hubo un retoque aquí, una modernización allá, un incendio más acá y el castillo fue cambiando su fisonomía. Del castillo gótico original quedan solamente algunos interiores. De la ampliación renacentista, una pared, y así sucesivamente…
A principios del siglo XVIII se retomaron las obras y se crearon las defensas de la entrada. Al parecer, con la tecnología militar previa, la fosa y un par de puentes levadizos hubieran sido defensa suficiente en caso de ser sitiado. No obstante, con el desarrollo de nuevo armamento, la entrada se había vuelto un tanto vulnerable. Entre las defensas para proteger el acceso se encuentra (juro que lo dice la audoguía, en serio) una cabeza de Medusa, destinada a convertir en piedra a quienes la  mirasen. Un poco más efectivos que la cabeza quizás sean los cañones que apuntaban en la misma dirección que ella y que, llegado el caso, podrían ser disparados sobre los atacantes si hubiesen logrado superar la primera línea de defensas.
De esta época son algunos de los depósitos, las habitaciones y el Pabellón de los Federicos. Este último es una contrucción de planta hexagonal y estilo barroco que resulta un poco fuera de lugar para una fortaleza.
¿Y qué función tenía el pabellón? Königstein no era únicamente un baluarte militar. De hecho, además de su rol defensivo, aquí también se trasladaba la corte para celebrar fiestas y cacerías o lucirse frente algún invitado como un zar de Rusia o un rey prusiano. Era, básicamente, una especie de comedor de lujo donde el rey de Sajonia comía algo sencillito con sus invitados más especiales. El Pabellón de los Federicos debe su nombre a una comida en la que coincidieron tres tocayos, uno de ellos sería luego Federico El Grande. Para más información sobre este grande, podés leer Sans Souci (o el relax de un gran pequeño).

Continuará...

viernes, 22 de abril de 2016

El último grito de la moda (gótica)*

Albrechtsburg, marcando tendencia desde 1471. Eso es lo que dicen, más o menos –y con libertad de traducción- los afiches con los que se promociona este castillo. Si no leíste sobre Meissen (podés leer aquí La cuna de Sajonia) Albrechtsburg es el nombre con el que se conoce al castillo de la ciudad.
El edificio actual es de 1471 cuando, según cuenta la audioguía del museo,  los hermanos Albrecht y Ernest Wettin ordenaron la construcción de un castillo que funcionara no como fortaleza militar sino más bien como centro administrativo y residencia. De esta forma se convertiría en el primer castillo germano construido para tal propósito. Lamentablemente algún tiempo después Albrecht y Ernest se pelearon, se dividieron el electorado y jamás vivieron juntos, pero eso ya es parte de otra historia. Por supuesto, Meissen no quedó del lado de Ernst sino del de Albrecht, aunque el nombre Albrechtsburg comenzó a utilizarse recién a partir de fines del siglo XVII.
Para la construcción de la residencia se contrató al maestro Arnold von Westfalen, quien tuvo la tarea de diseñar un lugar que reflejara el poder y la riqueza de la familia. Y lo logró, ya que el edificio de estilo gótico tardío fue un pionero en términos arquitectónicos con su distribución de espacios y el diseño de las bóvedas, ventanas y escaleras. De allí  el eslogan con el que se lo promociona hoy en día. Si bien el castillo atravesó varias reformas y sobrevivió a algún que otro incendio, afortunadamente el estilo gótico del edificio fue preservado. Lamentablemente la decoración interna, como así también el mobiliario, no tuvieron la misma suerte. Para nosotros fue una especie de novedad ver un edificio gótico, luego de tanto barroquismo dresdeniano y rococó federiciano (güeeeeena... Si todavía estás preguntándote qué es el rococó podés ver la entrada de Potsdam haciendo click acá).
 Algo que no promocionan ni dicen a los cuatro vientos, y que uno se entera luego de atravesar un caldeado hall de entrada, es que el castillo no cuenta con sistema de calefacción. Detalle importante, más si uno lo visita en invierno… Así que nada de dejar el saquito en los lockers. Aún en sus épocas de esplendor el castillo contaba con muy pocos espacios calefaccionados, tal es así que los criados dormían muchas veces con los nobles, es decir, en la misma cama.
Uno de los habitantes famosos del Albrechtsburg, sin ser un noble, fue Johann Friedrich Boettger. Este alquimista alemán se decía capaz de fabricar oro, motivo por el cual el rey de Prusia lo cazó al vuelo nomás para ponerlo bajo su servicio. No obstante poco después Johann escapó de sus garras (no se sabe exactamente por qué, aunque uno puede llegar a imaginarse alguna pequeña razón...). Sin embargo pronto cayó en las garras del sajón Augustus der Starke (el fuerte). Paréntesis: ¡sí sabemos el origen del mote de este elector de Sajonia! Aparentemente el sobrenombre es literal: era tan fuerte que le decían también el Hércules sajón e incluso mano de hierro. Cuentan que, para demostrar su fuerza, solía romper herraduras con sus manos desnudas. Fin del paréntesis.
Boettger no logró fabricar oro pero a cambio, con la ayuda de Ehenfried Walther von Tschirnhaus y Pabst von Ohain (todos nombres fáciles de recordar), descubrió en diciembre de 1707 como hacer porcelana, ¡el oro blanco! No dejando pasar la oportunidad, en 1710 Augustus decretó la creación de -nada más y nada menos- la primera fábrica europea de porcelana, estableciéndola en el Albrechtsburg. Toda su fabricación tenía lugar en el palacio, salvo la cocción de la porcelana, que se efectuaba en un edificio contiguo. En este lugar se fabricó la primera porcelana de alta calidad fuera de oriente. Allí funcionó hasta que se la trasladó a su actual lugar a unas cuadras del centro de Meissen.
Enfrente, aunque en realidad conectada al Albrechtsburg, se encuentra la catedral de Meissen, cuya construcción se inició en 1260 para reemplazar a una iglesia románica más antigua (¿en qué estarían pensando?). Debido al poco espacio disponible terminó siendo una de las catedrales más pequeñas de Europa (¿quién se dedicará a determinar esto?). Para el año 1425, el primer elector Wettin hizo levantar en la misma iglesia la capilla de los príncipes para ser el lugar de descanso de su dinastía. Es, al día de hoy, uno de los lugares de sepultura más famosos de nuestros queridos Wettin, al igual que la catedral de Dresden. La iglesia gótica de Meissen, o Dom,  fue el asiento de la diócesis del margraviato hasta que la misma fue disuelta a fines del siglo XVI, como muchas otras, gracias a Lutero y su reforma. El edificio en si mismo no tiene ninguna cúpula pero no entraremos aquí en más detalles acerca del uso o no de este término.
Inicialmente se utilizó en Italia la palabra duomo para designar catedrales con una cúpula, pero con el correr de los años y su dispersión por el mundo el término fue empleado para referirse a iglesias que no eran catedrales o que no tenían un domo propiamente dicho. La gente (y los carteles) se refieren a la iglesia de Meissen como Dom, lo que está de acuerdo con su calidad de catedral pero no con la ausencia de cúpula. Es un caso, entre muchos, que ilustra la vaguedad e indefinición del término.

* Colaboración de D.G.F. D equivale a Diego. Imaginen el resto.

miércoles, 20 de abril de 2016

Foto de miércoles...

Núrenberg / Nürnberg. Semana Santa. Decoración de Pascuas (¡por supuesto que existe!) y narcisos florecidos.

martes, 19 de abril de 2016

La filarmónica y la elegancia dominguera

Segundo domingo de marzo. Afuera el tiempo no termina de decidirse. Las opciones son: día gris, frío y ventoso o día gris oscuro, no tan ventoso… pero bastante frío. No es fácil decidir que es peor. De todos modos al clima tampoco le interesa nuestra opinión. Mucho menos nuestros planes. Para el día de la fecha nos espera la sala del teatro del estado de Sajonia. Tenemos compradas entradas para la Filarmónica. Como las compramos con tan sólo diez días de anticipación no conseguimos entradas para el sábado a la noche, así que nos tenemos que conformar con las del domingo. Domingo a las once de la mañana. No parece ser un horario especialmente tradicional para la filarmónica pero bueno, es lo que se consigue cuando se planifica con tan poca anticipación en Alemania.

¿Por qué la Filarmónica toca en el teatro y no en su sede que es el Kultur Palast? Pues porque el “Palacio de la Cultura” está siendo remodelado. Mejor dicho, aggiornado. Lamentablemente la ciudad ha perdido una excelente ocasión para tirar abajo esa cosa horrible hacer un edificio un poco menos cuadradón sesentoso de dudoso buen gusto fuera de lugar y construir algo más acorde al casco histórico. En principio, cuenta la leyenda que cuando comenzó a construirse, las autoridades querían que el Kultur Palast fuera el edificio más alto de la ciudad y pudiera verse desde todos los barrios. Cuando completaron el tercer piso se dieron cuenta de que, o bien tardaban un milenio más en terminar de juntar plata necesaria para hacer la obra que hubieran querido, o bien resignaban la pretensión. Terminó siendo lo segundo, con un edificio menos magnánimo y bastante aburrido, por no decir, desubicado, literal y figurativamente. En fin, el Palacio de la Cultura está siendo remodelado y como consecuencia la Filarmónica toca en distintos espacios de la ciudad; teatros, salas de museos y auditorios. En esta ocasión, el teatro.

Nuestra primera experiencia en una función de la filarmónica nos planteaba algunos interrogantes… entre ellos, cómo tenemos que vestirnos. Optamos por una especie de solución ecléctica; zapatos, saco, camisa, pantalones semi informales y suéter cuasi informal. Ni muy-muy ni tan-tan...A mitad de camino entre ambas cosas, asumimos, podríamos pasar más fácilmente desapercibidos en el evento.

ERROR. A medida que nos acercábamos al teatro quedó claro que, pese a todos nuestros esfuerzos, ubicarnos sería más fácil que encontrar al Momo Venegas en una coreografía del Lago de los Cisnes. Ciertamente estábamos entre los más informales (aunque había algunos pocos que nos superaban). Muchos de los hombres llevaban saco, camisa y corbata. Pero no sólo eso. También debíamos de ser dos de los cuatro asistentes -descontando al personal del teatro- que tenían menos de cincuenta o sesenta años. Juro que no es una exageración.

Ya desde el acceso nos cruzamos con coquetas señoras que tras quitarse sus tapados de piel y sombreros sacaban de su cartera un peine o cepillo, se retocaban el peinado -alguna también el maquillaje- y se disponían a partir en busca de su lugar. La mayoría, con vestidos y polleras largas, tacos y todos los accesorios del caso. En comparación, los señores parecían menos coquetos, pero eso no significa que no estuvieran igual de arreglados para el evento, sino que necesitaban menos “retoques” de último momento. Ciertamente el hecho de que fueran las 10.40 de una mañana dominguera no le quitaba, al menos a los ojos de buena parte de los asistentes, encanto al acontecimiento. Ya veremos la próxima cómo hacemos para inventar -con costo cero- un atuendo acorde.

domingo, 17 de abril de 2016

La cuna de Sajonia*

20 de febrero. Amanece algo nublado, pero no está muy frío. Además las nubes no parecen demasiado amenazadoras... ¡Hoy es un lindo día! (no hay que ser demasiado pretenciosos en esta estación). A desayunar rápido, preparar unos sanguchitos y salir en dirección a la estación de trenes. Está decidido: hoy nos vamos a Meissen. Nota: no hay que leer el nombre del pueblo Meisen sino Maisen ya que "ei" en alemán se pronuncia como "ai".
Esta localidad se encuentra muy cerca de la ciudad de Dresden, a tan sólo cuarenta minutos en tren y, al igual que la capital sajona, queda a orillas del río Elba. Para aquellos interesados en la heráldica, el escudo de armas de Meissen tiene un fondo amarillo sobre el cual hay, a la izquierda, una torre roja (no pregunten por qué, en la ciudad no vimos ninguna torre roja) y, a la derecha, el tradicional león dresdeniano (aunque no exclusivo de esta ciudad) rampante sacándole la lengua a quien se le acerque.
 Antiguamente la zona estaba poblada por una tribu eslava, hasta que en el año 929 se les acabó la joda. El rey alemán Heinrich I, también conocido como "el pajarero" o en su defecto "el cazador", se apoderó de la región por la fuerza (o sea, destruyendo el castillo eslavo y matando a sus defensores). Para los curiosos, cuenta la leyenda que Heinrich adquirió el mote de pajarero porque se encontraba arreglando las redes para cazar pájaros cuando los mensajeros llegaron para informarle que se convertiría en rey. Como muchas leyendas, esta historia carece de demasiada credibilidad...
El pajarero es considerado además como el fundador y primer rey del estado medieval alemán, que hasta entonces era conocido como Francia Oriental. Aunque la dinastía, fundada por él mismo y llamada otoniana, duró poco más de cien años, su descendencia sacó muy buen partido: una de sus hijas se casó con el rey de Francia Luis IV mientras que su hija menor se casó con Hugo el Grande, duque de Francia y conde de París. De esta unión nació Hugo Capeto, fundador de la dinastía que lleva su nombre y, aunque parezca tan lejana, de ella descienden todos los reyes de Francia como así también el actual Rey de España y la Reina del Reino Unido.
Volviendo a Heinrich, luego de vencer a los eslavos construyó una fortaleza en una loma situada a orillas del río Elba. Dicho lugar fue bautizado como Misnia, nombre de un pequeño río cercano, y con el tiempo un pueblo crecería a sus pies. Con el correr de los años Misnia iría mutando hasta tomar su forma actual de Meissen. La villa creció tanto que en 968 se convirtió en la capital del recién creado Margraviato de Meissen como así también en la sede episcopal. El margrave era una especie de príncipe soberano de un pequeño estado, más importante que un conde pero menos que un duque. Por algunos años el margraviato fue pasando de mano en mano, al mejor estilo Juego de Tronos, hasta que finalmente cayó en 1089 -por obra y gracia del emperador Heinrich IV- en manos de la dinastía Wettin, que lo retendría en su poder por el resto de su existencia. Se ve que el juego de tronos se le daba bien a los miembros de esta familia, ya que continuó ganándose la simpatía de los emperadores: siglos más tarde, más precisamente en el año 1422, al morir el último miembro de la casa reinante del vecino Electorado de Sajonia, el emperador Segismund (¿en qué estaban pensando cuando lo bautizaron?) le confirió al margrave Wettin de turno la posesión del vecino país y junto con él, la dignidad electoral. Nueva nota: Los electores eran quienes, valga la redundancia, elegían al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Como el número de electores era reducido los nobles solían sacarse los ojos disputarse cortésmente el honor de ser un miembro de tan selecto grupo. El número de electores fue variando con el correr de los siglos. En algún momento el grupo se redujo a siete miembros pero luego ascendió a poco menos de quince.
Al hacerse cargo el margrave Wettin del electorado de Sajonia (seguramente dudó mucho para decidirse), Meissen pasó a formar parte del mismo. Simultáneamente los Wettin se convirtieron en príncipes electores. Es por ello que se conoce a Meissen como "la cuna de Sajonia", por no decir la cuna de los Wettin... Al trasladarse la corte a Dresden, Meissen quedó en una especie de frezeer campesino
Como toda buena dinastía que hace bien su tarea y se encarga de ir sacando "buenos partidos", con el correr de los años descendientes de esta dinastía lograron acceder al trono de reinos como Portugal, Bulgaria, Polonia, Gran Bretaña y Bélgica. 
Back to the past, la fortaleza original fue reemplazada en varias oportunidades por edificaciones más modernas. Pero el Albrechtsburg, nombre con el que se conoce al castillo, merece su propia entrada.
* Colaboración de D.G.F. D equivale a Diego. Imaginen el resto.