sábado, 30 de diciembre de 2017

Finde en Turingia: Eisenach II

A finales del siglo XVI Eisenach se convirtió en capital de un desmembramiento de Sajonia. En esta región de Sajonia se convirtió en práctica habitual ir subdividiendo el ducado a la muerte de cada duque de modo de que cada hijo heredera algo. Al menos los dos mayores. Así surgieron los ducados que, originalmente, se llamaban Sajonia-Wittenberg, Sajonia-Weimar, Sajonia-Eisenach y así ad infinitum. Para el pueblo fue un avance... Volver a ser capital ducal obligó a los locales a sacuirse algo de la modorra que habían acumulado en los siglos pasados.
Como capital de segundo o tercer orden Eisenach se pobló de cortesanos y, con ellos, de músicos y artistas. Por aquella época los músicos y pintores iban recorriendo las capitales esperando obtener el favor de algún noble que se convirtiera en su mecenas. Entre otros, vivieron aquí en Eisanach Pachelbel y Telemann, además de un tal Johan Ambrosius Bach, padre de Johann Sebastian, que nació en Einsenach y cuenta con su propio museo.
 Arriba, el monumento de Bach. Abajo a la izquierda, la casa natal del Juan Sebastián.
En 1741 la línea de Sajonia-Eisenach se extinguió y sus territorios fueron a parar al ducado de Sajonia-Weimar. En un destello de originalidad los duques decidieron rebautizar sus territorios. Lo llamaron “gran ducado de Sajonia-Weimar-Eisenach”. Claro que como la capital del naciente ducado fue Weimar, Eisenach quedó un poco desdibujada. 
Sin embargo eso no significó que el pueblo entrara forzosamente en otra siesta hisórica. Por el contrario, algo se estaba agitando por entonces en Europa. Unas cuantas cosas, de hecho. Una era la revolución industrial. La otra otra eran las ideas políticas de los cada vez más numerosos trabajadores industriales. Aquí en Eisenach se reunieron los líderes socialistas Auguste Bebel y Karl Liebnecht y formaron el Partido Socialdemócrata Alemán. 

Burschenschaftsdenkmal (ponete un nombre cuando puedas). Fue construido en conmemoración de los caídos en la guerra franco prusiana de 1871.

jueves, 28 de diciembre de 2017

Finde en Turingia: Eisenach I

¿Te suena Eisenach? ¿no? ¡Qué vergüenza! Bueno, en realidad, tampoco es para tanto... La verdad-verdadera es que antes de vivir aquí, a mí el nombre no me decía nada. Y si bien es cierto que el lugar no es uno de los principales destinos turísticos de Alemania, para un fin de semana tampoco está nada mal...
Si hay alguna certeza acerca de los orígenes de Eisenach es, precisamente, que no se sabe mucho. Actualmente se presume que el pueblo se formó en torno al castillo de Wartburg, que fue establecido en el 1067 sobre un antiguo asentamiento franco que, a su vez, se remonta al siglo VIII. O sea, parece que los francos estuvieron habitando la región desde el siglo VIII cuando menos. Sobre este asentamiento los sajones construyeron un castillo y a los pies del castillo fue creciendo el pueblo. O eso se supone. En todo caso habrá que esperar hasta que se invente el viaje en el tiempo para chequear la hipótesis.
 Wartburg, el castillo de Eisenach
El pueblo creció en torno a tres plazas principales: La Plaza del mercado de los domingos, la plaza del mercado de los miércoles y la plaza del mercado de los lunes. ¿Qué por qué había mercado dos días seguidos? No tengo ni idea. Aunque si así se llamaban, imagino que sería por obvias razones. De todos modos, hoy las plazas ya no se llaman así y sólo hay una de ellas que sigue acogiendo puestos y tiendas.
Plaza del mercado, con la iglesia principal
En el siglo XII Eisenach se convirtió en la capital de Turingia. Por esa época los actuales estados de Hesse y Turingia pertenecían a una única familia que había ido conquistando territorios o, en el mejor de los casos, los habían ido adquiriendo por vía de matrimonio. La cuestión es que para el siglo XIII la línea masculina se quedó sin herederos y ocurrió lo que suele ocurrir en estos casos... Los nobles de todos los ducados, condados y margraviatos vecinos comenzaron a desempolvar sus árboles genealógicos para ver si podían reclamar algo. Y sí, efectivamente hubo quien adujo que la abuela del tío del hermano de la madre del sobrino había pertenecido a la familia. De hecho hubo dos reclamos. El de Sofía de Hesse y el de los Wettin de Sajonia, estos últimos, viejos conocidos nuestros.
La municipalidad, la iglesia y algunos edificios históricos
Como siempre, las cosas se resuelven por la razón o por la fuerza. Y como por la razón hay que sentarse, negociar, ceder e intercambiar, bueno, más fácil por la fuerza. Fueron a la guerra y al final se terminaron dividiendo los territorios. Una parte pequeña quedó para Sofía y casi toda Turingia para Sajonia. De aquí en más ambos territorios tuvieron administraciones diferentes, pero como ambos se colgaban de los mismos árboles genealógicos los escudos de cada región son sumamente similares.
En la repartija Eisenach quedó del lado sajón y por algún tiempo hasta fue residencia de los electores y todo. Pero claro, pasó de ser la capital y principal ciudad de los lándgraves de Turingia a ser una más de las ciudades de Sajonia y se ve que la pérdida de estatus mucho no les gustó a los vecinos del lugar. Como resultado, a principios del siglo XIV se rebelaron y la ciudad trató de ser declarada ciudad libre imperial. Finalmente el ejército sajón se encargó de que a todo el mundo le quedara claro cómo iban a ser las cosas. Los rebeldes fueron derrotados y los Wettin decidieron quitar a Eisenach de la lista de capitales itinerantes.
Un poco más tarde, a finales del siglo XV y principios del XVI un viejo conocido de la zona anduvo por Eisenach, un tal Martín Lutero. Por aquella época era un ilustre desconocido que estudió en la escuela secundaria. Veinte años más tarde, ya en plena Reforma y luego de haber sido excomulgado, Lutero volvió a Eisenach, esta vez protegido por el duque-elector de Sajonia, que lo instaló en el castillo de Wartburg para asegurarse de que no fuera capturado por los católicos.
  Wartburg, visita obligada del Lutherweg, la "ruta de Lutero". Especialmente en 2017, ya que se celebraron los quinientos años del inicio de la Reforma protestante. 
Entre 1521 y 1522 Lutero vivió con otro nombre (fue algo así como un proto testigo encubierto) en Wartburg y en el castillo tuvo lugar una de sus mayores obras, la traducción al alemán de la Biblia. Fue la primera traducción al alemán de un libro que, por otra parte, hasta el momento sólo había sido leído en latín y griego, idiomas no del todo cotidianos para la población del Sacro Imperio Romano Germánico. Al menos no del todo cotidiano para la gente de a pie.

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Foto de miércoles

Bremen. Con un año y dos días de atraso... Navidad de 2017. Un mediodía gris y un restaurante que invita a pasar.

domingo, 24 de diciembre de 2017

¡Nos fuimos!

Alguna vez (léase, el año pasado) tuvimos el genial plan de viajar en nuestras vacaciones de Navidad al “sur”. El sur es una suerte término por demás vago con el que -en general- alemanes y alemanas se refieren al sur de Europa, más especialmente a España/Portugal/Italia y, eventualmente, Grecia. Muchas veces, la mención de la palabreja suele estar acompañada con un cierto suspiro y cara de quien recuerda momentos felices. Especialmente cuando se habla del clima, la comida y el estilo de vida. Por alguna razón el suspiro puede transformarse en una suerte de bufido cuando se refieren a la puntualidad, el tránsito o la política macroeconómica de los países aludidos.

Volviendo a nuestro maravilloso plan, dimos así comienzo a nuestro proyecto, felices por haber tenido tan buena idea. Claro está que no fue una idea innovadora ni -mucho menos- original. Para hacer corto el cuento digamos que terminamos yéndonos al norte de Alemania y a Dinamarca porque cuando en agosto comenzamos a buscar vuelos a precios baratos decentes, terminamos descartando el plan diez minutos después de haber consultado con los buscadores de las aerolíneas que operan desde Dresden.

En general, con los tiempos germánicos, planificar en agosto tus vacaciones de diciembre es un grave error. Para cuando llega agosto no sólo buena parte de la población germana ya sabe qué hará esa Navidad sino que es probable encontrar a más de una persona que ya tendrá definidos TODOS sus planes para el año siguiente. Sobra decir que nosotros no estamos en dicho grupo.

Así las cosas, y como para rafirmar por enésima vez que el ser humano es el único animal que tropieza dos (o más) veces con la misma piedra, este año volvimos a repetir el procedimiento. En realidad, no. En honor a la verdad tengo que reconocer que este año nos superamos y organizamos nuestras vacaciones de Navidad en noviembre. Sí, ya sé... no aprendemos más. Con todo, buscadores y abanico de opciones mediante, terminamos encontrando vuelos baratos a Madrid. Para celebrar el milagro y asegurarnos de que no se trataba de un ciber-espejismo, no dudamos ni un segundo en adquirir los pasajes en cuestión. De hecho, en este mismísimo momento (una de las tantas bondades de las opciones de programar el blog) estamos volando con rumbo a España, para embarcarnos en un nuevo viaje que nos llevará a Andalucía y Portugal. Europa del sur, allá vamos... ya veremos si nos reciben con unas cañas y unas tapas.

sábado, 23 de diciembre de 2017

Yapa de Budapest: el parlamento húngaro

Si hay un edificio de Budapest que rápidamente atrae las miradas, ése es el parlamento húngaro. Afortunadamente para la ciudad (¡y nosotros!) el gobierno local ha preservado la voluntad del arquitecto del parlamento: que el edificio sea uno de los dos más altos de Budapest. El otro es la basílica de San Esteban.
Pero lo llamativo no sólo son los noventa y seis metros de altura que alcanza  con su cúpula sino también los doscientos sesenta y ocho metros de largo, que en su momento lo transformaron en el parlamento más grande del mundo. Bueno, hoy ha quedado relegado a la tercera posición, pero igualmente sigue siendo motivo de orgullo para los habitantes de la ciudad.
Siguiendo la moda historicista, el arquitecto que ganó el concurso lo diseñó en estilo neogótico y se permitió desviarse un poco del cánon para hacer la cúpula. ¿Concurso? ¿De cuando es el edificio? Se comenzó a construir en 1885, así que no es tan antiguo como podría pensarse y -sin estar del todo terminado- fue inaugurado en 1896 para conmemorar los mil años de la fundación del reino de Hungría. 
Ya que estoy con los números y los años, ya dije altura máxima del edificio es de 96 metros, no por casualidad sino para hacerla coincidir con las últimas dos cifras del año de fundación del reino (que vendría a ser el 896).
Como en la época de su construcción el parlamento debía albergar una cámara de diputados y otra de senadores, cuenta con dos alas idénticas a cada lado de la cúpula. Sin embargo, cuando una reforma constitucional eliminó una de las dos cámaras, una de las alas quedó (afortunadamente para nosotros) destinada a las visitas turísticas. 
Dicho sea de paso, Internet mediante, es posible reservar día y horario del tour (¡en castellano!), algo más que aconsejable para no tener que fumarse la amansadera de la cola evitar demoras o, peor, tener que volverse sin haber entrado.

jueves, 21 de diciembre de 2017

Las callecitas de Luneburg tienen ese no sé que...

No lo voy a negar. Fotográficamente hablando, tengo una especial debilidad por los edificios de ladrillos, las calles peatonales llenas de casas de dos o tres pisos, los adoquines, las puertas de colores y las torres de iglesia que se asoman por detrás de los techados. Digamos que en Luneburg me hice un festín.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Foto de miércoles (o la tarde de las narices frías)

Nasoteca (juro que se llama así) de la Gliptoteca Ny Carlsberg de Copenhague.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Dos años (¡y dos meses!) Segunda parte.

Ya sé, ya sé. La oración que estoy por escribir se contradice con la que le va a suceder (y no un poco ni ligeramente sino absolutamente). Hemos tenido la suerte de conocer muchos alemanes/as super simpáticos/as amables y que poco (o nada) tienen que ver con el estereotipo de la frialidad germánica. Habiendo dicho eso... (sí, se viene el pero) al día de hoy hay una serie de actitudes y hábitos (por demás extendidos) que me siguen molestando. No es que todo el mundo actúe del mismo modo ni mucho menos. Eso ya lo sabemos, pero igual sigue habiendo gente (en grandes cantidades) que parece no detectar ningún tipo de problema en repetir (sistemáticamente) este tipo de conducta. Acá van algunas de las actitudes que -después de dos años- me siguen pareciendo tan desagradables extraterrestres como al principio:

LA COLA

Por incomprensible que sea, hacer una cola sigue siendo un misterio. No sé por qué. Lo entiendo podría entender en la parada del tranvía o el bondi. Ambos tienen múltiples puertas y se puede subir por cualquiera, está bien. Vamos a imaginar que el hábito de hacer esto haya impedido la realización de colas en casos en los que hay sólo una puerta (por ejemplo, en un micro de larga distancia). No parece tan complejo pero bueno... Ahora bien, para querer colarte a la hora de pagar en un negocio no hay excusa. No sé por qué pero parece que en Alemania estar parado/a más de 30 cm de distancia de la persona que está pagando no es considerado "estar la cola". No una, ni dos ni cinco veces hemos tenido este problema. 

No sólo eso. En más de una ocasión hemos visto como personas que asumimos estaban pagando juntas (ya que estaban paradas una al lado de la otra junto a la caja) resultaron ser absolutos desconocidos. O sea, hay una persona pagando, no es necesario que te pares al lado suyo como si fuesen íntimos si no se conocen. Ya ví que estabas antes que yo... Sin embargo, mejor no dar nada por sentado. Especialmente cuando luego de estar cinco minutos parado esperando aparece alguien de la nada y se para entre la persona que está pagando y vos, que estás detrás pero sin necesariamente tocarle los talones con las puntas de tus zapatos.

Resulta aún peor cuando le decís a la persona que vos también estás esperando o que es tu turno. Están quiénes te piden disculpas pero también los/as que te miran con cara de indignación y te sugieren que entonces "hagas una fila". ¿Qué te parece que estoy haciendo? ¿Analizando el diseño del mostrador? ¿Tratando de establecer un vínculo telepático con el/la cajero/a? ¡No! ¡Estoy esperando para pagar! El hecho de no tocar la nuca de la persona que está adelante con mi nariz no significa que no esté detrás. Se llama "respetar el espacio de los demás", un concepto que uno creería que en Alemania debería estar más que claro. 

Para que no parezca que soy un neurótico que imagina cosas que nadie ve, me voy a permitir señalar que en la boletería de la ópera no sólo hay una línea blanca detrás de la que hay que esperar a ser atendido cuando otra persona está en la caja sino que, por si fuera poco, hay un cartel explicativo que dice "Discreción. Espere detrás de la línea blanca". No es de sorprender entonces que sea el único lugar donde he visto una fila ordenada.

LOS ASIENTOS

Tren, tranvía, subte, colectivo. Aplica a todos los medios de transporte por igual. La gente se sube y la primera actitud suele ser la del conquistador colonial: tomar posesión de la mayor extensión territorial posible. Para llevar a cabo la tarea, toda prenda o accesorio es utilizado. ¿Viaja solo? No importa, se sienta en un lugar con cuatro asientos (dos y dos, enfrentados), sienta la bolsa en el lugar de al lado, estira las pieras y apoya la campera en el de enfrente. A ver, sos uno/a. ¿Necesitás toooooodo ese espacio? 

Entiendo que, en general, mientras existan chances, toda la gente tratará de evitar sentarse junto a otra persona. Ponele que puedo entender que no quieras sentarte delante o en frente de un(a) desconocido/a. Pero a veces llegan a niveles ridículos, quedándose parados/as cuando hay lugares disponibles, sólo como para no tener que viajar al lado de otra persona. Muchas veces he visto como llevan esta premisa a niveles ridículos.

Volviendo a los/as colonizadores/as territoriales... se podría imaginar que en la medida en que el medio de transporte en cuestión comienza a llenarse, éstos/as  tenderían a tomar algunos de sus bártulos y liberar espacio. Nop. No importa que te quedes mirándolos/as fijamente, camines hacia el asiento, te quedes de pie mirando el lugar o amagues con sentarte. Hasta que no hagas la pregunta de rigor ("¿perdón, está todavía libre este asiento?") nadie va a a atinar a hacer nada. O sea... colectivo lleno, gente parada en todos lados y te estoy mirando a vos y a tu bolsa del super que viaja sentada cual si fuera tu hermana, ¿qué voy a querer? ¿preguntarte dónde hacés las compras? ¡No! ¡quiero sentarme! Pues bien, hay que verbalizarlo, sino lo más probable es que nadie se dé por aludido/a.

Ahora bien. Si hay tanta resistencia a sentarse al lado de un desconocido/a quizás se podría pensar que todo el mundo tratará de evitar amontonarse frente a las puertas y tenderá a distribuirse en el vehículo. Error. La gente entra, sube, mira un poco a su alrededor y no son pocos/as los/as que prefieren apiñarse y viajar cual sardinas antes de (¡horror!) sentarse junto a un desconocido. A ver, ¿rozar el hombro de otra persona mientras viajas sentado/a es terrible pero... compartir medio metro cuadrado con otras seis personas te parece mejor? ¿en serio? 

NO DORMIMOS JUNTOS

No es que quiera entablar conversaciones casuales con desconocidos/as todo el tiempo. Bueno, en general, digamos que no es algo que busque sistemáticamente pero ... en determinadas situaciones parecería que cuotas mínimas de cordialidad y sociabilidad son necesarias. Si te cruzás con alguien en el ascensor decís algo. "Buen día", "Hola", o "Gracias" si una persona te espera con la puerta del ascensor abierta. Algo. Ni que hablar de cuando te cruzás a alguien en el edificio en el que vivís. Hola, chau, buenas tardes... lo que fuera. Bueno, no lo des por sentado. No es que nadie lo haga. Pero, en general, el porcentaje de quienes no lo hacen es sorprendente. Incluso existen personas a las que les decís "buen día" en el ascensor y ni siquiera te responden. A ver, no quiero hacerme tu mejor amigo ni que me des charla. Es sólo que comparto este cubículo mínimo con vos y pienso que un saludo (con un mínimo de cordialidad) no es una mala idea. Se ve que estoy un poco equivocado. Si hubiese pasado una o dos veces creería que la persona no escuchó, pero no, ha sido en forma sistemática... me cruzo con alguien en el ascensor, saludo y nada... ¡ni siquiera una sonrisa!

BUENAS BUENAS

Otra que implica un mínimo de cortesía. Te cruzás con un(a) colega y/ compañero/ade trabajo y saludás. O si vas a comprar algo a un negocio. Me gustaría pensar que, en general, mucha gente suele saludar con una sonrisa. Si voy a decirle "buen día" a alguien, pensaría que lo mejor es hacerlo sonriendo. Sí, ya sé, todos conocemos a alguien que cuando te saluda lo hace con cara de haber terminado de tomarse un litro de limón o de estar evitando un estornudo desde hace media hora. Al fin y al cabo, no sonreir al saludar no es insulto ni mucho menos. Pero... en general (salvo cuando alguien está en medio de una crisis), una sonrisa no se le niega a nadie. Bueno, Se ve que depende de la latitud. De nuevo, no es que todo el mundo salude con cara de bragueta pero... parece sorprendente que la práctica de sonreír al saludar esté tan poco extendida y que, por el contrario, las caras largas suelan ser un clásico matinal. 

ESTA CRISIS

Depende del contexto y del lugar ... y muchas veces los/as alemanes/as suelen pensárselo dos veces antes de lanzar este tipo de comentarios frente a un extranjero. Pero -de tanto en tanto- alguien baja la guardia y zás... se queja de alguna (nueva) consecuencia de "esta crisis". Podría preguntar "¿qué crisis?" pero no lo hago. En general porque sé que respecto de su propia época dorada, muchos/as sienten que la Alamania de hoy está en crisis. Las ayudas estatales se recortan cada vez más, el sistema de salud es enteramente pago y sí, en comparación con la sociedad opulenta de los ochenta, hoy hay más desocupación, subempleo y marginalidad. Hay regiones de la ex Alemania oriental donde el desempleo pasa del 11 o 12%, zonas (rurales) que son abandonadas y predios que alguna vez fueron industriales y hoy son un juntadero de escombros. Lo entiendo. Pero bueno, al mismo tiempo no puedo evitar pensar que una "crisis" es otra cosa. 

Tengo que reconocerlo, en clase de español los alemanes tratan de cuidarse, especialmente cuando tienen profesores/as españoles/as y latinoamericanos/as que tienen una experiencia un poco distinta acerca de qué es una crisis.

sábado, 16 de diciembre de 2017

Dos años (¡y dos meses!) Primera parte

Llevamos ya dos años y dos meses en el mundo germánico. Y unos días más también... INCREÍBLE, ¿no? Es raro porque por momentos siento que llegamos hace tan poquito que algunas cuestiones nos resultan aún extrañas. Por no decir, incomprensibles. Por otro lado, también nos sentimos como si estuviéramos en casa... más que habituados a la vida en Dresden (y a sus bondades). Como si lleváramos largos años viviendo aquí. Asentados y arraigados. 

Curiosamente, cada vez que regresamos de algún lugar cuya lengua desconocemos en grado sumo (sea Hungría, Polonia o la República Checa) nos sentimos extrañamente aliaviados de volver a escuchar a la gente hablar en alemán. Al menos son las gárgaras que conocemos. Se trata del mismo idioma alemán que sentimos tan extraño cuando volvimos de España.

En todo este tiempo también ha habido hábitos a los que nos hemos acostumbrado (a algunos de buen grado, a otros más bien forzosamente), cosas que hemos extrañado, misterios que hemos llegado a comprender y otros que siguen siendo tan crípticos como desde el principio... Incluso hemos llegado a crear nuevos hábitos que posteriormente hemos abandonado para crear otra cotidianeidad. Y es que los hábitos, como tantas cosas, siguen modificándose día a día, aún cuando uno piensa que ya están establecidos.

El mate es un buen ejemplo. Apenas llegamos el mate era un evento especial. Reservado para los fines de semana, era la vedette del desayuno. La yerba era un bien demasiado preciado como para tomar mate a diario. La inicial imposibilidad de reemplazo de nuestro stock nos llevaba a limitar su consumo. Sábados y domingos a la mañana, mínimamente un termo de agua sin cambiar la yerba. Dos también.

Pasamos de nuestro hábito argentino de tomar mate todos los días a casi cualquier hora a hacerlo en dósis excepcionales. Básicamente durante las mañanas del sábado o domingo o -llegado el caso- feriados. Eso sí, mantuvimos un mínimo de decoro y jamás nos sentamos a matear en reposeras de la Bristol. Nosotros también tenemos una estética moral. 

El descubrimiento de yerba en los supermercados de productos de medio oriente cambió un poco el panorama; nos permitimos cambiar la yerba con un poco más de frecuencia, pasamos a tomar mate con un poco más de asiduidad (palabra clave:poco) y hasta Diego empezó a matear en la oficina. El cambio final llegó con la compra de yerba-mate por internet, directo (o casi) del importador, un argentino que también te hace envíos de dulce de leche, tapas de empanadas y otras tantas cosas.

Hablando de tapas de empanadas, de más está decir que en Alemania no existen. Sí hay empanadas, que son una exótica comida, principalmente, sudamericana. Se venden en los mercados (casi) como una curiosidad. Los/as alemanes/as, gente afecta a comer sin sentarse y sin parar, están de parabienes con semejante desarrollo culinario. La única contra es que suelen ser ligeramente caras. Especialmente por el trabajo que conllevan porque, la mayoría, tienen masa casera. Hábito este último que hemos tenido que adoptar luego de experimentar (con más derrotas que victorias) con diversas masas de tarta. Al principio no teníamos palo de amasar, por lo que usábamos un termo para la tarea. Lo reconozco. Llegados a este punto, nuestra estética moral mordió banquina.

Hablando de termos, al principio tampoco teníamos uno. Es un sacrilegio, lo sé, pero cebábamos mate con la pava eléctrica. El primero que tuvimos -ése mismo que usábamos cual palo de amasar- nos lo regaló Larita en su primera visita. Luego, hasta nos permitimos comprarnos un segundo termo, para que Diegui pudiera tomar mate en la oficina. Y no solamente compramos un termo extra, sino también un palo de amasar.

Otra de las cosas que siento que pasó décadas atrás es nuestra estadía en el departamento para huéspedes de la universidad. (Podés verlo haciendo click acá), Vivimos dos meses y unos días más allí pero siento que fue hace milenios. En comparación con nuestro el departamento de Plauen, se sentía más bien como una suerte de habitación de hotel con cocina. Para cocinar había, esencialmente, dos hornallas eléctricas y la ya mencionada pava. A lo largo de este período nuestras comidas se limitaron a cosas que pudieran hervirse o saltearse. El horno quedaba descartado, básicamente, por su inexistencia. Tampoco es tan complejo. Uno (y una) tendería a pensar que luego de mudarnos la situación debería haber mejorado. Sí y no.

A largo plazo, mejoró. En el corto, no especialmente. Lo dije mil veces pero puedo hacerlo una más. Los/as alemanes/as alquilan los departamentos (normalmente) pelados. Eso significa: sin mesada ni cocina. Ni hablar de la heladera. Resultado: estuvimos casi un mes sin ninguna de las dos cosas. Finalmente aprovechamos una promoción de IKEA (una de las cosas que seguramente vamos a extrañar) y por un precio inverosímil nos agenciamos cocina (eléctrica, obvio) con horno y tres hornallas, mesada, bacha, heladera y alacenas. Claro que Ikea te vende las cosas desarmadas y te las tenés que armar vos. Entre que nos mudamos y compramos todo, logramos armarlo y hacerlo funcionar pasó poco menos de un mes. Durante ese período (que en esta latitud es invierno) los únicos alimentos calientes que pudimos tener eran los que nos proveían la tostadora y la pava eléctrica.

Lo más complejo de todo fue hacer la instalación de la bacha incluye desagüe) y la canilla. El problema principal es que la canilla provista por Ikea no es compatible con el "hervidor" que tiene la instalación sanitaria de la cocina para el agua caliente. Parece una obviedad pero sin hablar mucho del idioma llegar a esta conclusión fue más bien complejo y nos requirió sucesivas idas al supermercado de la construcción y afines donde finalmente pudimos agenciarnos una canilla con un sistema compatible con el que había acá y una prolongación para el desagüe.

Podría pensarse que luego habríamos de entrar al paraíso de la cocina. Bueno, en parte nos sentimos así pero, por otro lado, debimos empezar a lidiar con otra cuestión: el horno eléctrico. Sí, parece que es lo mismo pero no. El horno eléctrico NO funciona como el de gas. A veces te quema la parte de abajo pero te deja las cosas adentro sin terminar de cocinar. Tarda más tiempo en levantar temperatura pero una vez que ya está caliente funciona más rápido. O, al menos, el nuestro, que es más bien de los más berreta barato del mercado. Conclusión, entender cómo funciona el horno es más cimplejo de lo que parece y aún hoy nos cuesta calcular tiempo y potencia adecuada para que las cosas queden como queremos.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Nossen

En nuestra cruzada para sacarle el jugo aprovechar nuestro pase de castillos de Sajonia llegamos al casi desconocido pueblo de Nossen, a mitad de camino entre Dresden y Leipzig. Lo reconozco, oficialmente es una ciudad pero no sé si es porque es domingo o qué pero el lugar no deja de transmitir la sensación de ser un pueblo.
Como Nossen pasó buena parte de sus más de setecientos años de historia durmiendo la siesta ajeno a los grandes centros de poder, tiene -básicamente- dos atractivos: el castillo del lugar y los restos del monasterio de Altzella.
El castillo existe desde el año 1185, cuando se estableció en la región un tal Petrus de Nozin, que le dió (su) nombre al señorío. Desde entonces el castillo de Nossen tuvo una historia más que accidentada. Disputado entre numerosos señores locales (incluidos los obispos de Meissen) el castillo pasó de mano en mano a lo largo de los siglos.
Incluso los prusianos lo ocuparon alguna vez y hasta Napoleón Bonaparte utilizó (ejém, por un día nomás) el castillo como cuartel general.
El otro atractivo del lugar son las ruinas del antiguo monasterio de Altzella, creado en el siglo XII y que por casi doscientos años fue el lugar de entierro de los márgraves de Meissen y posteriormente de los duques de Sajonia.
En su época fue uno de los monasterios más ricos de la región y contaba con una de las mayores iglesias de la zona. ¿Qué pasó con todo eso? Reforma y Martín Lutero mediante, el monasterio fue abandonado, la iglesia desmontada para reutilizar piedras y ladrillos en la construcción de la iglesia de Nossen y las tierras pasaron a engrosar las propiedades de la familia ducal.