Hace tres semanas terminamos de hacer un curso en la escuela; "Gramática en la clase de Español como Lengua Extranjera". Estuvo muy bueno, pero no sólo por el contenido. No sólo por la posibilidad de juntarse con gente que trabaja conmigo y que no, que hace el mismo laburo o parecido, que la tiene clara, que encara las cosas en forma similar o no tanto.
También estuvo bueno por la terapia que esto implica. Siempre que nos juntamos terminamos en la misma; terapia. Al parecer las clases de español son una fábrica de anécdotas que están en ese delgado límite que separa lo hilarante de lo (casi) irreal. Y más allá de ese compartir experiencias había otro compartir; compartir el "qué se supone que hacemos acá"...
"¿Qué es ser profe de español?"... ¿Soy un monigote que gesticula cada palabra que dice abriendo la boca más allá de lo que me dejan mis mandíbulas para pronunciar H-O-L-A a 2km por hora mientras con los brazos trato de simular la forma de las letras cual paso de baile de YMCA? A veces pienso que sí. H-O-L-A, ¿ C-Ó-M-O E-S-T-Á-S? Y-O E-S-T-O-Y B-I-E-N...
Otras veces pienso, ¿soy un guía turístico? Bueno, yo me meto solito a recomendar cosas, y claro, cada vez que alguien empieza a decir la palabra "refug..." ya me lo mandan non-stop para que le explique el ABC del Club Andino.
Pero otros días me concentro en lograr que mi estudiante no se bajonee. Que la imposibilidad de hacer nuestra RR vibrante no le arruine su alicaido ego y que no piense "ni esto puedo hacer bien". Tengo una puntería terrible para hacer preguntas incorrectas. Preguntas del tipo: "Y tu familia, ¿dónde vide?", para recibir una historia terrible de desunión familiar y tragedias que implican separaciones continentales. Incluso, la supuestamente inocua pregunta "¿cómo es el clima en tu ciudad?" puede generar respuestas del tipo; "es un problema, el clima está cambiando, hace dos meses hubo una tormenta, nos quedamos sin luz y cuando volvió la electricidad hubo un cortocirtcuito y se me incendió la casa". Cómo se llega a eso, no sé... pero sí sé que tuve estudiantes llorando en clase por un cúmulo de frustraciones arrastradas por kilómetros y kilómetros y que deben remontarse hasta su más tierna infancia.
Y también tuve alguna estudiante que me confesó con lágrimas en los ojos que estaba embarazada, que se lo había dicho a su familia y amigos, pero que yo era la primera persona real con quien hablaba. Y para que mi impulso automático fuera ir a abrazarla, imagínense...
Pero no sólo es una profesión payasesca con tendencia al drama y lo emotivo. También implica acompañar a los/as estudiantes a algún que otro lugar, ayudarlos a comprar esto o aquello, explicarles como ir a un negocio a cambiar algo o escribirles quejas para qe las lean con cara de "sé que no entiendo lo que digo, pero seguro que vos sí, así que hacé algo".
¿Y donde quedan quienes salen con la típica "eso no es lógico, este idioma no tiene sentido"? Porque la respuesta a esto no es gramatical. Sí, tiene sentido, pasa que no coincide con el sentido de TU idioma, que dicho sea de paso, no es EL ejemplo de la lógica aplicada a la construcción lingüística, ¿o te pensás que hablás esperanto? Porque si pensás eso, te anticipo que no.
Claro, como en todo, a veces uno pega buena onda con la gente, sale, va a un lugar, va a otros, se engacha, se divierte, y cuando después se va el grupo uno siente cierto vacío por lo que se promete no volver a engancharse, hasta que, finalmente se termina bajando la guardia, aparece otro grupito con buena onda y uno vuelve a recaer en aquello que se había prometido que no iba a hacer.
También están quienes vienen y se quedan por un largo tiempo, se convierten en amigos (Shhh, en voz baja, puede que incluso en terminen encontrando pareja y todo) y se suman a este omelette de cosas que ya bastante mezcladito estaba. Y todo esto sin meterse en las historias de estudiantes con y contra estudiantes ni en la dinámica de clases, ni las charlas de recreo donde hacemos, nosotros/as nuestro descargo emocional...
Y entonces, ¿en qué se supone que consiste lo que hago? ¿Qué hacemos acá en la escuela? Digo, además de luchar contra el ratón diabólico que amenaza con dejar mi vida en ruinas. Hay preguntas que no tienen respuesta. Hay otras que mejor ni plantearlas. Lo peor (o lo mejor) es que con todo (y pese en más de un caso) me sigo divirtiendo...