lunes, 19 de abril de 2010

Rucaco I (Modelo 2010)

El plan era simple. Hacer la travesía Frey-Jakob en dos días acampando en Rucaco. Así aprovecharía el fin de semana largo y aún tendría tiempo para las otras cosas que debía hacer. Tenía que levantarme temprano, tomarme el colectivo de las 8.30 (+/- 45 minutos), empezar a caminar cerca de las 9, almorzar en Frey, seguir a Rucaco y pasar noche allí. Durante el segundo día de travesía debía seguir hasta el Jakob, almorzar frugalmente y continuar los 18 km hasta la ruta y ver como, desde allí, llegaba a Bustillo.

Sí, no dije que el plan no fuera intenso. Dije que era simple. Iría solo y no tenía que hacer muchas cosas. Bueno, básicamente sólo dos eran necesarias: tomarme el bondi y después caminar.

Error. El primer cambio de planes me llegó durante la noche anterior. Me di cuenta de que tenía que darle de comer a Helga, la gata de mis amigos Zig y Austin. O.K. ... Me levantaría más temprano, me vestiría e iría al departamento de los chicos/as, alimentaría al minino y caminaría una cuadra más hasta llegar a la parada del colectivo. Bueno, una parada más en mi plan.

Nuevamente estaba equivocado. Me levanté temprano, desayuné rápidamente, me vestí, agarré mi mochila y fui a lo de los chicos. "Abro, le dejo la comida y me voy" me repetía a mi mismo mientras subía las escaleras. Era simple, no podría perder tiempo. Claro, no contaba con que la llave girara sin acertar a abrir la puerta. "No puede ser", me dije. Nuevo intento. Nuevo fracaso. Repito el procedimiento con igual falta de éxito. Me digno entonces a mirar la llave. Punto positivo; enseguida identifiqué que le faltaba una patita y que por eso no lograba abrirla. Punto negativo, sábado a las 08.10, no tenía muchas esperanzas de solucionar el problema a tiempo para tomarme el colectivo en cuestión.

"No es tan terrible", pienso, y me dispongo a seguir viaje con rumbo "al pueblo", o sea, al centro de la ciudad, en dirección a mi cerrajería amiga. Llego y, obviamente, estaba cerrada. Me digo a mi mismo que era lo esperable y pienso que podría tomar un segundo desayuno en la YPF de Moreno. Antes de entrar hago una pausa técnica en la entrada para sacar mi billetera. Sabía que tenía mi tarjeta del colectivo en el bolsillo y 20 pesos en el otro, pero de todos modos busco la billetera para pagar con débito.

"No puede ser", me digo, mientras busco la billetera en el sobre de mi mochila. Vuelvo a chequear los bolsillos. Nada. Y bueno, habrá que volver a casa a buscar la billetera. No porque necesite débito, sino porque sólo tengo 20 pesos, de los cuales 10 tendría que destinar a la copia.

Llego a casa. Nadie despierto aún. La luz apenas se filtraba por las ventanas cerradas. Sobre la mesa, solitaria, mi billetera. Vamos de nuevo hasta el centro... Mientras bajaba pensaba que aún sin haber empezado a caminar ya llevaría andados más o menos 5 kilómetros.

Mientras me acerco a la cerrajería veo que se acerca mi colectivo. ¡Eran las 8.50! El bondi ya venía con más de media hora de atraso, y se suponía que era el primer servicio... Debo reconocer que había analizado la posibilidad de irme sin chequear que Helga tuviera comida suficiente. Pero, pobre gata, no la dejaría muriéndose de hambre, cuando ya había tomado el compromiso.(Sí, lo sé, tampoco soy la madre Teresa).

Aparentemente el cerrajero había llegado antes porque aún no eran las 09.00 y el negocio ya estaba abierto. Hago la copia. Le pago con un billete de $50. "Uh, me mataste" me repone con cara de sorpresa el comerciante. No sé que cara pusé, pero me propuso ir a buscar cambio al supermercado cercano. Sobra decir que volvió inmediantemente. El supermercado abre religiosamente a las 9, habría de estar cerrado aún por 5 minutos. Convenicido de la necesidad de tomar medidas extremas voy a la "Casita de Mani" (Sí, el hogar de las medialunas, las facturas 'radioactivas' y los mejores grisines de Bariloche) y me sacrifico en el altar de los grisines. Obtengo cambio y algo como para ir comiendo... Vuelvo a la cerrajería y le pago al señor.

Nuevamente llego al departamento de Zig y Austin. Entro y Helgame recibe como si fuera su mejor amigo. No tengo que aclarar que tenía comida y agua de sobra... Le cambio el agua, le limpio las piedritas... Miro el reloj, 9.20 (Sí, debo reconocer que estuve más que eficiente) y pensé que el colectivo estaría pasando a esa hora por el centro y que no podría llegar a tiempo a la parada de San Martín. "Y bueno, total, un poco más tarde, un poco menos" abro los grisines, como algunos, juego con Helga y aprovecho para leer algo. Decido que, definitivamente tomaría el colectivo de 10.15/20. A las 10 voy a la parada. En realidad salgo antes de la casa de los chicos para asegurarme de llegar a las 10 a la parada del Club Andino. Espero... espero ... espero...

Si esto hubiese pasado en una serie de dibujitos animados me hubieran mostrado sentado con el sol subiendo y bajando, nevando, lloviendo, con las flores creciendo y los árboles perdiendo nuevamente sus hojas. Baste con decir que finalmente decidí ir a la parada de Moreno donde a las 11.55 (Sí, 1hora 40' más tarde... esto ni siquiera califica de demora) pasa el susodicho transporte urbano de pasajeros. Urbano... mínimo calificaría de trasporte vacuno de pasajeros.

En fin, sin desanimarme (y bueno, todo sea por el Rucaco) empiezo a caminar cuando casi eran las 12. Es cierto que estuve casi a punto de arrepentirme y cambiar mi destino por el de playa Muñoz, pero me mantuve firme junto a mi plan original.
Empecé a caminar y automáticamente registré que aún el otoño no había llegado al Cerro Catedral. Las pocas lengas que se veían aún gozaban de un saludable color verde y a medida que me adentraba en la senda que me llevaba al refugio Frey se repetían las escenas en las que las flores se resistían a abandonar el paisaje...
Entre estas escenas de un verano que no fue y un otoño que aún no terminaba de llegar (No se preocupen que después llegó) seguía la senda tantas veces transitada. Con nieve, con hielo, con sólo algunos manchones blancos, en otoño, en primavera, con tábanos, con mochilas cargadas, con lo mínimo indispensable, para pasar la noche o volver en el día.
A las 14.30 llegué finalmente y me digné a almorzar. La última vez que había estado el lago estaba congelado y ni siquiera podía tenerse certeza de donde empezaba o terminaba. Definitivamente la escena mental que me recreaba parecía ser parte de un pasado más bien lejano, ya que de nieve, ni hablar en el refugio.
La laguna Toncek y el refugio Frey
Apenas terminé de comer, me dispuse a seguir. Aún me quedaban algunas horas hasta el valle del Rucaco, lugar en el que acamparía y desde donde continuaría, al día siguiente, mi travesía. Por las piedras resecas al sol o por entre la tierra mallinosa llegué a la subida que, desde la margen derecha de la laguna lleva a Schmoll.

La subida terminó siendo más cansadora de lo que esperaba o recordaba. Y nuevamente cuando estuvo la laguna Schmoll a la vista volví a sentir aquella sensación que había tenido durante el otoño anterior. "Se robaron la nieve..."
Laguna Schmoll. La nieve, te la debo...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué lindo leerte!!!!

chili dijo...

esa es la actitud amigo!!! te admiro! yo apenas pienso en hacer frey-rucaco de una, como era el plan de Pablito aquella 1era vez y ya abandono... Encima con ese chino de previa jajaja...
y hay fotos de rucacoooo?

chili dijo...

esa es la actitud amigo!!! te admiro! yo apenas pienso en hacer frey-rucaco de una, como era el plan de Pablito aquella 1era vez y ya abandono... Encima con ese chino de previa jajaja...
y hay fotos de rucacoooo?

Anónimo dijo...

Qué beiiiio!

Nati.

La dijo...

Ya dejé un comentario pero no me aparece publicado, hago como chili a riesgo de que se repita: queria decir solo que con estos dos post te estas reinvindicando, y que "con la mochi" is alive!!! De paso pregunto, esto es del otoño 2010 o 2009??? ;)

Nicolás dijo...

Esto es otoño versión 2010... O sea, de hace tres fines de semana.
Y obvio que uso la camiseta del 4 refugios aunque no sólo para chapear