domingo, 10 de enero de 2016

Pillnitz

Pillnitz es una localidad que se encuentra en la afueras de Dresden, aunque no tan afuera como uno podría imaginar. Si la localidad es visitada es muy probable que sea para ver el Palacio o los jardines. Y si guarda alguna importancia histórica se debe a que fue la residencia de verano de la familia electoral y real de Sajonia y a que en ella tuvo lugar el encuentro que dio como resultado la declaración homónima.
La declaración de Pillnitz fue el resultado de la reunión que tuvo lugar entre el rey de Prusia y el Emperador del Sacroimperio Romano Germánico (y gobernante de Austria) con participación del rey de Sajonia y el duque de Artois en este palacio en 1791. El duque de Artois era el hermano del rey Luis XVI de Francia. El dato explica que uno de los temas principales de la reunión además del reparto de Polonia (ya era la segunda o tercera vez que se ponían de acuerdo para repartirse el país), fue la revolución francesa. Básicamente era un documento que podía verse como una declaración de apoyo “moral” a Luis XVI o como una declaración de guerra. Los reunidos trataron de hacerlo sonar como un apoyo moral tibio y el gobierno revolucionario francés eligió leerlo como una declaración de guerra.


El/la lector/a aplicado de este blog recordará que cuando visitamos el Residenzschloss de Dresden aprendimos que esa era la residencia de la familia del elector/rey de Sajonia en la ciudad. Básicamente hay otros dos grandes palacios de la familia principesca/real; Königstein y Pillnitz. Königstein es el castillo más de tipo fortaleza, el lugar a iban a refugiarse con la cola entre las patas cuando a los prusianos o a los austríacos se les ocurría pasar por la ciudad -y quedarse- o cuando asediaban Dresden en alguna guerra. En cambio Pillnitz era el palacio de verano, eso significa, el lugar tranquilo en las afueras de la ciudad dónde la familia se instalaba cuando el clima mejoraba un poco y también donde se realizaban las grandes reuniones, bodas y encuentros.

 
Pensar que en esa época uno veía el sol a diario... que nostalgia...
 La escalinata da al Elba, por donde llegaba la familia real en barcazas y góndolas desde Dresden...
 
 Si bien el complejo de construcciones que forman el palacio se originaron en torno a un castillo renacentista las sucesivas ampliaciones (y el incendio del ala más antigua) le fueron cambiando la fisonomía hasta su apariencia pseudojaponesa actual. Digo pseudo porque si bien era la intención darle una apariencia oriental, parece que el arquitecto se quedo en el terreno de la “ligera inspiración”. Como dato anecdótico en la ciudad de Dresden también hay un “Palais Japonais”. Tanto en Pillnitz como en el Palais Japonais lo más japonés parecen ser los techos y algún detalle anecdótico aquí y allá...

Como en todo buen palacio que se precie de tal, en Pillnitz también hay una Orangerie, o sea, un invernadero o simil donde se podían cultivar plantas, arbustos y árboles propios de otros climas, así los dueños de casa podían contar con una amplia gama de alimentos frescos a lo largo de todo el verano. En fin...
 
Voy a terminar pensando que más que ir vestido voy camuflado para confundirme con el otoño. Sí, ya sé, estam,os en enero y recién cuelgo fotos de octubre. Ya me pondré al día... mmm ... cuando sea grande...
 
En el parque del palacio también hay dos casas donde se solía tomar el té. Esta es la casa inglesa de té.
Desde allí se pueden ver los viñedos que se encuentran en la montañas a muy poca distancia.

 
Por primera vez pudimos acceder a las cocinas de un palacio. Al menos para mí fue interesante ver algo que se supone debe estar tras bambalinas. Ni en el Residenzschloss ni en Charlottenburg pudimos hacerlo. En Pillnitz las cocinas están en el subsuelo, enterradas, de modo que la temperatura sea menor. De ese modo podían conservar hielo desde el invierno para mantener fresca la comida y tirar hasta el otoño. Lamentblemente las fotos no estaban permitidas, así que quedarán en la cuenta de fotos pendientes...
 
Y ya esperando el colectivo, con los últimos rayos del sol sobre nosotros, jugando al fotógrafo, tratando de aprovechar la que es para mí la mejor luz para sacar fotos. En este caso con el modelo haciéndose el payaso (o haciendo la seña del 7 de espadas, o de oro, nunca recuerdo cuál es cuál)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lindas imágenes de lugares llenos de historia. Si bien es historia bastante lejana desde aquí. Un placer conocer un poquito más del mundo.
Saludo