Bad y Baden son palabras que aparecen en alemán
asociadas tanto al baño como a bañarse y, por tanto, a las aguas termales. Como
resultado, en el mundo germano-parlante hay decenas de lugares que se llaman
Baden, Baden-Baden, Fulaitensenbad o
Bad esto o aquello.
Así que no es sorpresivo que también en Suiza haya una
ciudad llamada Baden, famosa, entre otras cosas, por sus baños termales.
Claro que esta Baden fue un centro termal desde la época
romana. No sin pausas, ya que el asentamiento romano fue sucesivamente
amenazado por los humos y los germanos, estos últimos, bastantes veces. En
principio parece una contradicción, ya que si por algo eran famosas estas
tribus no era precisamente por su pasión por las aguas termales ni a los baños.
Mucho menos por sus hábitos higiénicos.
De todos modos Baden no se llamo Baden hasta el siglo
X, algunos siglos antes de caer en las manos de los Habsburgo, cuando la dinastía
omnipresente aún no había desembarcado en Viena y sus principales territorios
se encontraban en la actual Suiza.
Doscientos años más tarde, en 1415, las fuerzas de la
confederación helvética (el núcleo de lo que sería Suiza centurias después) se
encargaron de deshacerse de los Habsburgo y por las dudas le prendieron fuego a
su castillo de Baden.
De hecho, por haber sido una de las victorias de la
confederación sobre los Habsburgo, Baden recibió en numerosas ocasiones a los
representantes de los cantones, siendo lugar de dietas y congresos de los
representantes suizos por cerca de trescientos años.
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