Luego de pasear por la ciudad fui a cenar y volví a mi hostel. El lunes empecé la semana visitando escuelas de español “amigas”, léase, los partners de La Montaña, la escuela donde yo trabajo. Aprovechando mi visita me invitaron a hacer el city tour de una de las escuelas. Vino bien pues aprendí unas cuantas cosas más y confirmé otras, como, por ejemplo, el hecho de que Córdoba es la ciudad de Argentina con mayor cantidad de iglesias en su casco histórico. Creo que tal cosa se va volviendo autoevidente en el blog en la medida en que se puebla de campanarios, torres y cúpulas. Coloniales, barrocas y góticas, las hay para todos los gustos, casi todas ellas comenzadas durante la primera época colonial y ampliadas y continuadas sucesivamente. La intuición no falla, la de los jesuitas es la más antigua. A decir verdad la catedral se comenzó a construir antes pero fue terminada después, mucho después.
Mientras tanto la fecha de inicio del congreso se acercaba, y por ende se terminaban mis días libres. Así que seguí aprovechando las posibilidades que la ciudad me ofrecía. A este punto debo reconocer que la vida urbana brinda muchísimas más posibilidades que la del pueblo donde vivo. A favor de Bariloche – y es que debo ser honesto – muchas de las casi innumerables oportunidades que brindan las grandes ciudades implican alguna erogación o gasto monetario de algún tipo. Sí, claro, está el parque, pero no es lo mismo. Ir a Cerro Otto no me cuesta nada (si es que no me afanan en el camino, obviamente) pero, en general, Bariloche ofrece oportunidades para todos los gustos y sabores, e incluso bolsillos. Córdoba, como toda ciudad, es un centro de consumo, y casi obliga a consumir para disfrutar, sentimiento con el que no me llevo muy bien, aunque a veces pueda sucumbir. (Sí, a veces pasa, no son muchas, pero existen).
Aprovechando también mi presencia en otra urbe de ese concepto residual y heterogéneo denominado “el interior” me dedique a estudiar algunos precios del costo de vida, sólo para confirmar lo obvio. Vivir en Bariloche “me sale carísimo”.
Mientras tanto la fecha de inicio del congreso se acercaba, y por ende se terminaban mis días libres. Así que seguí aprovechando las posibilidades que la ciudad me ofrecía. A este punto debo reconocer que la vida urbana brinda muchísimas más posibilidades que la del pueblo donde vivo. A favor de Bariloche – y es que debo ser honesto – muchas de las casi innumerables oportunidades que brindan las grandes ciudades implican alguna erogación o gasto monetario de algún tipo. Sí, claro, está el parque, pero no es lo mismo. Ir a Cerro Otto no me cuesta nada (si es que no me afanan en el camino, obviamente) pero, en general, Bariloche ofrece oportunidades para todos los gustos y sabores, e incluso bolsillos. Córdoba, como toda ciudad, es un centro de consumo, y casi obliga a consumir para disfrutar, sentimiento con el que no me llevo muy bien, aunque a veces pueda sucumbir. (Sí, a veces pasa, no son muchas, pero existen).
Aprovechando también mi presencia en otra urbe de ese concepto residual y heterogéneo denominado “el interior” me dedique a estudiar algunos precios del costo de vida, sólo para confirmar lo obvio. Vivir en Bariloche “me sale carísimo”.
2 comentarios:
Chan!
Carisimo pero el mejor.
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