sábado, 23 de mayo de 2009

El Octavo día

Después de siete días pensamos que había terminado. Luego de una semana ininterrumpida, para el sábado a la mañana la esperanza había renacido. El cielo estaba un poco nublado y casi ni se escuchaba el viento soplando. Pensamos que iba a terminar. Estábamos equivocados.

A las dos de la tarde del sábado la ilusión había terminado. Por octavo día consecutivo llovía en Bariloche…

Lloviznó un poco y paró. Sin embargo hace un par de horas volvió a escucharse el sonido que nos acompaña desde hace ahora ocho días. Ya estamos acostumbrados. Con que no diluvie y de vez en cuando se hagan algunas pausas nos damos por satisfechos.

Luego de una semana donde se alternaron lloviznas y días fríos pero con un cielo aceptablemente despejado, hace ya dos viernes comenzó a llover. No una lluvia tímida, una llovizna pasajera. Llovió con ganas de llover. Si Drexler tiene razón y cuando llueve el pasto se pone contento, seguramente ese día el pasto desbordaba felicidad. Y claro, nosotros nos habíamos puesto a cubierto.

Al segundo o tercer día de lluvia el bramido del viento empujando la lluvia para golpear contra el techo y las ventanas de la casita empezó a sentirse con más fuerza. Hasta que, eventualmente, el ruido que nos había parecido primero como el ulular de las mancuspias comenzó a ser parte de lo cotidiano. Comenzó a molestar menos y menos hasta que casi no pudimos distinguirlo.

Por eso hoy a la mañana tuve que mirar hacia el cielo gris para comprobar que no llovía. Ya no nos guiamos con el sonido que producen el viento o la lluvia. Los dos se mezclan y no podemos diferenciarlos. Así que miré por la ventana de la escalera y no vi signos de lluvia. Seguí bajando y fui a la cocina. Espié por la ventana… Comprobé que los charcos de agua que cubren buena parte de la calle no daban muestras de que estuviera lloviendo. Me animé a mirar hacia el cielo; algunos retazos mas o menos celeste se entreveían entre las nubes, y a los lejos los se veían algunos cerros con un poco de nieve. Parecía que luego de una semana las nubes habían descargado toda su agua. Parece que estábamos equivocados. Nosotros seguimos a cubierto, el pasto sigue contento.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y el noveno?

Anónimo dijo...

Me gusta...

Anónimo dijo...

"Olor a pasto verde"...canta Julito Lacarra