lunes, 4 de mayo de 2009

Fin de semana en Ñirihuau

Viernes 17 de abril

Es de noche. Los días ya son más cortos y a las 20.30 ya es de noche. La mesa está preparada para siete. Sobre la mesa, el mantel que nos regaló Chili, También hay portavelas y servilletas al tono. Fanales encendidos, música de fondo. Desde el horno una aroma se expande hacia el resto de la casa. Es la lasagna que preparó Angie para la ocasión. En la heladera se enfría el mousse de chocolate hecha con toblerone blanco que hizo Sabrina.

Esperamos a Matías para empezar a comer. Mientras tanto tratamos de organizar los planes para el día siguiente… Hay un cambio, descartamos la idea originaria de ir a Bahía López y, en su lugar, organizamos un día en Ñirihuau, en la estepa.


Sábado 18 de abril

Anoche tuvimos en casa cena de despedida de Sabrina. Hoy me desperté mientras Angie y Miguel aún dormían. Aprovecho que es de mañana y en la casa se respira una quietud increíble para leer y ponerme al día. No tengo mucho tiempo, pero en una hora y media logro avanzar bastante, acompañado de mate y Piazzola.

Escucho que hay movimientos en la casa, la gente se despierta y se dispone a comenzar sus planes. Me apuro a prepararme el almuerzo que debo llevar, caliento el agua para el mate, armo la mochila. En media hora necesitamos estar en el centro para tomar el 71, con rumbo a Dina Huapi. Nuestro primer destino, el cruce de la ruta que va hacia el Limay con las vías del tren. Allí deberíamos bajarnos y continuar avanzando sobre las vías hasta llegar a la estación “Ñirihuau” y el puente sobre el río que lleva el mismo nombre.

Apuramos el paso para llegar en el horario indicado. Nos acercamos a las “5 esquinas” (Léase, la esquina de “Soul” y la “Feria Americana”). Recibo un mensaje. Matías no viene. Una serie de razones que hacen las veces de innecesarias explicaciones tratan de excusarlo. No hay problema. Nadie lo obliga.

Llegamos a la parada; poco después Sabrina hace lo propio. Nos disponemos a subir a nuestro colectivo hasta el punto indicado. No hace frío pero el otoño se respira en el aire. No puedo evitar pensar en “Stand by me” cuando empezamos los cuatro nuestra marcha por las vías del tren. El camino no es largo y nos ofrece vistas de la estepa, del lago, de las montañas a nuestras espaldas y de los álamos, amarillos por doquier.

Pasamos junto a unos vagones descarrilados. No podemos evitar jugar con ellos y sacarnos fotos cual accidentados… Seguimos el camino entre comentarios y bromas. Ya no queda mucho. El pasto está amarillento y los coirones, pardos. Llegamos al puente del tren que cruza el arroyo y nos desviamos hacia la derecha, en busca de una playa sobre el Ñirihuau para almorzar hasta que finalmente decidimos cruzar el puente e investigar en la otra costa.

La investigación se limitó a la búsqueda de un buen lugar para merendar. Angie y Miguel aprovecharon para seguir jugando al “pescador”, tarea que habían comenzado en nuestra locación del almuerzo y que se suspendiera cuando una avispa le picara a Angie en el dedo. A pesar de que a través del agua color verde del río podíamos ver gran cantidad de truchas, los esfuerzos para capturar alguna concluyeron con una notable falta de éxito. Ninguno tampoco tenía esperanzas de poder capturar “la cena”. Y así pasó la tarde hasta que fue la hora de volver al pueblo, como dicen (¿decimos?) los locales para al referirse al centro de la ciudad. Así terminaba otra de las despedidas de Sabrina, quien ya se preparaba para volver a Suiza.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lindo karucha...

Pablo dijo...

Y las fotos del accidente?

LARA dijo...

Yo vi las fotos del accidente, estan buenisimasssssssss