No es difícil reconocerlos/as. A ellas las ubicás por las botas de cuero con infaltables tacos o plataformas. Altos, siempre tacos altos, pienso que incluso para las pantuflas. Con lluvia, con nieve, por Belgrano, por entre los charcos, en el Cerro Otto o donde sea. Siempre con tacos. Tacos y pantalones justos, de jean o de cuero. A veces mini shorts de sarga con medias de lana, pero en general largos. Y gorro de lana o de cuero, y seguramente cartera y guantes al tono, posiblemente algo con algún detalle de piel. Siempre tienen algún detalle en piel. Y maquilladas y con aros. Aros grandes, preferiblemente dorados. Casi siempre maquilladas, con aros y tacos, producidas, muy producidas. Como si necesitaran producirse para salir a pasear por la ciudad más elegante del globo. Como si no se dieran cuenta de que en Bariloche podés ir a trabajar en joggineta y nadie te va a decir nada.
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A veces pienso que lo único que justifica todo este exceso de producción es la brevedad o inexistencia del invierno en Brasil, por lo cual las brasileras de dinero aprovechan su semana en Bariloche para ponerse todo lo que siempre quisieron ponerse, todo aquello que fueron comprando invierno tras invierno y nunca pudieron usar. Como si tuvieran esta única oportunidad para usar todas esas pieles, esos gorros de cuero y piel, esos guantes combinados con las bufandas, todo, todo junto.
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Pero mientras ellas parecen echarse todo el guardarropas encima, ellos están en jean, jogging y remeras o buzos de fútbol. No sé si siempre, pero sí en el 70% de los casos. Y no es que vengan a Bariloche las mujeres con plata por un lado y los fanáticos del fútbol, por el otro. Por el contrario, pareciera que son familia, y no sólo parejas, también hermanos/as, o amigos/as o lo que fuere. Y que invariablemente ellos usan remeras y buzos de equipo de fútbol. Y si no usan equipos de fútbol usan los enteritos para la nieve. No los equipos de pantalón y campera. No. Los enteritos, los de colores flúo, los ochentosos, los que ves por la calle y no entendés como hicieron esas reliquias de los ochenta para sobrevivir todos estos años. Bueno, en Bariloche no son comunes las polillas. Y a veces se nota.
Y finalmente, la combinación, cuando el todo es más que la suma de las partes. La horda, la caja de garotos, los micros de TIP y CVC, los grupos. Cientos, cientos de miles de brasileros/as bajando de los micros, gritándose de esquina a esquina de la Mitre, llegando al cerro, todos/as uniformados/as. Hablando, gritando, bailando, sacándose fotos junto a los más diminutos copos de nieve, saltando sobre un charco de nieve barrosa. Todos/as con el mismo equipete. Todos de azul y un color más (este año ví dos combinaciones, azul y verde y azul y celeste). Todos/as juntos/as de un lado para el otro, llegando al cerro, copando los hoteles, haciendo Brasiloche de Bariloche.
3 comentarios:
siiiiii, las brasileras usan argollas grandes con todo.
que grandes las argollas de las brasileras...
jajaja, pobres brasileros...
Ahora escribite uno de los israelies... aunque son mas de la temporada de verano
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