lunes, 2 de agosto de 2010

La igualdad, los griegos y los romanos

Un poco monotemático lo mío, puede ser. Pero con esto ya voy dando el tema por cerrado. La verdad es que, no sé en Buenos Aires, pero por estos pagos generó (y genera aún) bastante discusión y más de una posición encontrada.

Contra todo pronóstico, cada tanto chequeo la página de internet de "La Nación". Aunque no acuerde con lo que dicen, al menos dicen algo, mal que mal escriben con un mínimo de decencia y se nota que no jubilaron a todos/as sus correctores/as. Por suerte tampoco hacen títulos del tipo "Dicen que", "Ahora parece que", entre tantas aberraciones que produce Clarín.

Obviamente hay situaciones en las que me interesa ver como titulan las noticias que los hacen sangrar por la herida. Con la aprobación de la ley de matrimonio igualitario pasó esto mismo. Tan pornto como llegué a la escuela abrí su página para ver que decían.

Entre tanto detalle que no informaba de mucho había una nota de opinión. El autor, Mariano Grondona. Sí, sí, ése mismo que todos/as conocemos pero sin café, sin anteojos y sin pipa pero con la misma sofistería de siempre. Empiezo a leer: "El debate sobre el matrimonio 'gay' se ha venido intensificando hasta convertirse en una 'polémica' (del griego 'polemós', 'guerra')". No, no, no... es demasiado. Primera oración y ya encuentro una cita al griego. "A ver - pienso - sigamos viendo qué piensa este hombre", y haciendo un esfuerzo intelectual innecesario sigo leyendo... el primer párrafo tenía una o dos oraciones más acerca de cómo Bergoglio le hizo el juego a los Kirchner al decidir "pelear esta guerra".

Segundo párrafo: "Hasta hace poco, los ciudadanos homosexuales habían sido discriminados. Según Aristóteles, la justicia consiste en 'tratar a los hombres como iguales en lo que son iguales y como desiguales en lo que son desiguales'...". No, no, no... ¿por qué Aristóteles?, ¿por qué tantos recursos para ir al grano?

Otra vez, la idea era "si 'ellos' no son como 'nosotros', ¿cómo vamos a darles los mismos derechos?". También, arremetía... "está muy bien que tengan sus derechos, pero tampoco con el nombre 'matrimonio'." Ok, de esto ya hablé y no me voy a volver a meter. Su propuesta era que la justicia es algo loable, pero esta ley promovía un "igualitarismo" peligroso, donde gente que no es "igual" termina siendo tratada como tal.

La posición me parece discriminadora, hipócrita y de garca. Si querés decir que hay "otros" -y también hay otras, pero posiblemente sea demasiado para Grondona- y que no se merecen los mismos dereches, hacelo y bancátelo. Pero no sólo era eso lo que me molestaba. O, mejor dicho, era eso, todo eso, sumado a una redacción prolija, llena de alusiones aquí y allá al griego, al latín, a Pablo V y a no sé quien más. Yo estaba indignado. ¿Qué tiene que ver Aristóteles con la Ley en Argentina? ¿qué afecta si "polémica" viene del griego, del ruso o del letón? Les comento a mis compañeras de trabajo lo que decía la nota de opinión y Sol, una de las profes de la escuela, me dice con una claridad increíble "es que cuando no tenés autoridad para hablar de algo tenés que autorizar tu discurso por otros medios". Me quedé mirándola pensando que era eso que ella había verbalizado lo que más me molestaba de esto. Que Grondona justificara posición personal indefendible a favor de la desigualdad con Aristóteles, con el griego, con el latín, como si la mera existencia de "citas de autoridad" fuera a legitimar lo que decía.

Mientras pensaba esto la miré a Sol y me alegré de este espacio que fuimos construyendo con las profes -soy el único- del "nucleo duro" de la escuela. "A ustedes los crían y el viento los amontona" me dijo Juan cuando le referí parte de como nos habíamos enganchado en la escuela con todo esto. Con el matrimonio igualitario, con el derecho al aborto, con el tema "del campo", con las retenciones, con la discriminación, con el gatillo fácil. No somos muchos/as y sabemos que en Bariloche somos minoría. Pero se siente lindo, está bueno saber que hablás el mismo idioma que tus compañeros de trabajo.* Se siente bien saber que más o menos griego, más o menos latín, nos entendemos y no necesitamos recurrir a nadie para explicar lo que creemos.
* Hay excepciones. Nada es perfecto.

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