lunes, 23 de noviembre de 2015

Berlín 1.1

Día de elecciones en Argentina, fin de semana de visita en Berlín*

*Aún no tenemos del todo claro si aprovechamos que vamos a la embajada argentina a justificar que no votamos para visitar la ciudad o si vamos a justificar que no votamos aprovechando la visita a Berlín. Por el retraso crónico que acarrea este blog no es un detalle menor señalar que la jornada de elecciones referida no es la de la reciente segunda vuelta sino la de la aún más distante primera vuelta…

Nuestra aventura comienza en la Alexanderplatz, el corazón de lo que fue Berlín oriental, muy cerquita del Nickolai viertel, el barrio más antiguo de la ciudad. Dicho sea de paso, la ciudad de Berlín actual toma como fecha de fundación el año 1307, cuando dos pueblos se unieron para formarla.
Aparentemente fue una especie de rincón olvidado lejano del eje del poder del Sacro imperio romano germánico hasta que en 1415 se transformó en la capital del margraviato (sí,sí, MARGRAVIATO) de Brandenburgo, más tarde asiento del príncipe elector y desde 1701, fue la capital del reino de Prusia. Con la unificación alemana llevada a cabo por Prusia se transformó en la capital del imperio alemán. Actualmente tiene 3 millones y medio de habitantes y en la zona metropolitana habrá unos 6 millones.

Pero volvamos al recorrido… arrancamos donde nos dejó el micro que nos trajo desde Dresden; la Alexanderplatz. Durante la época de la Alemania Oriental este lugar fue el epicentro de la vida política, cultural y económica del país. Hoy es una plaza rodeada por centros de compras de varios pisos, shoppings, megatiendas y cadenas de negocios de toda la galaxia. Más allá de la ironía aún hay unos pocos edificios gubernamentales dando vueltas, principalmente los de la ciudad. Muy cerquita de la plaza se puede ver la bandera de la ciudad flameando: un oso negro (que por alguna razón saca la lengua) sobre un fondo blanco con dos bandas rojas más delgadas arriba y abajo.

El panorama de las inmediaciones a la plaza lo domina una de esas monstruosidades arquitectónicas a las que eran tan afectos los alemanes de los cincuenta y los sesenta: las mega antenas de televisión con confitería.
Sacándole el jugo a la guía de Berlín que compré hace 18 años (¡18 años!) seguimos viaje hacia la Isla Bode, también conocida como la isla de los museos. Pero antes de llegar, una foto con las esculturas de Marx y Engels a orillas del río Spree…
 
Si hay en Berlín un edificio que llama pronto la atención (positivamente hablando) es la catedral. Sufrió más reformas de las que Wikipedia puede contar, pasando por quichicientos estilos arquitectónicos hasta llegar a su actual apariencia. A diferencia de otras iglesias que se van reformando añadiendo una torre aquí y otro engendro allá, en su última renovación fue reconstruida casi desde cero, con lo cual el resultado final, además de imponente resulta armónico. En el Berlín del siglo XXI (Veintiuno, por si estás sumando cruces y palitos) eso no es poco
  
Frente a la catedral comienza el complejo de museos (que no están precisamente acomplejados, como ya verán) de la “Isla de los Museos”. Es una combinación de edificios de estilo neoclásico más o menos intenso, mucha inspiración griega y romana para el exterior e interior y unas colecciones bastante interesantes.
Los nombres no se condicen del todo con los contenidos ya que el nuevo y el viejo museo comparten muestras sobre Egipto, Grecia, Roma, etc, etc.

El que más nos interesaba era el Pergamon Museum. En su ala antigua tiene una reconstrucción de la entrada a la ciudad de Ur y el acceso (original) al mercado de Mileto, entre otras reliquias de Babilonia, Grecia y Egipto. Al parecer una práctica muy común para las potencias europeas consistía en financiar expediciones “arqueológicas” que se volvían con las manos llenas de artefactos, esculturas, momias, vasijas, columnas, edificios enteros y vaya a saber uno qué más.
Otra de las alas del mismo museo alberga la colección de arte islámico. También trasladaron el friso del palacio de ya-no-sabemos-qué sultán desde Damasco.
Junto a este museo está el Nuevo Museo. Nuevamente Egipto, Grecia, Troya, los etruscos. La joya de este museo es el busto de Nefertiti. Como toda joya de museo no puede ser fotografiada. Y sí, hay que promover la industria de la postal. Y las hay en blanco y negro, o pop al estilo Andy Warhol, desde cerca, desde lejos, maquetada, en fin, de todas las formas y colores.
El último museo de la isla que nos quedaba era el BodenMuseum, tiene principalmente escultura y pintura de índole religioso de la edad media y el renacimiento con algunos toques de modernidad aquí y allá.
Con la cuota de museos cubierta salimos al mercado de pulgas. Pinturas, cuadros, tazas, tacitas, libros, cds, discos, cosas de la DDR (República Democrática Alemania, más conocida como la Alemania oriental), autitos de colección, toda la cristalería habida y por haber. Sin embargo ya tendremos un poco más de tiempo para dedicarle al mercado el domingo. Por ahora el destino es la Puerta de Brandenburgo y el Reichstag, la “cámara de diputados” alemana. En mi estadía anterior en Berlín (éramos tan jóvenes…) el edificio del Reichstag estaba bajo andamios, y la cúpula vidriada aún en construcción y tuve que contentarme con ver únicamente su ubicación. 
Ahora finalmente puedo conocer el edificio que además de contar con mucha historia (su incendio “fortuito” le sirvió de excusa a Hitler para cerrarlo) forma parte del imaginario berlinés. Como cuenta con un ascenso espiralado que hace gala de su vista de 360° la cúpula vidriada es una atracción en si misma, razón por la cual había más de una hora de espera para poder subir y al menos dos controles que atravesar. Cúpula vidriada “qué lástima pero adiós… me despido de ti y me voy” … y no es que vayamos citando a Julieta Venegas por la vida pero semejante cola no se justificaba.
Así que aprovechando los últimos rayos de luz emprendimos la vuelta hacia el Berlín oriental previa nueva pasada por la puerta de Brandenburgo. Para quienes se estén preguntando en este momento por qué en esta foto Diego y yo parecemos de la misma altura, sí, estoy parado sobre el cordón de la vereda.
Además del descanso en nuestro hostel nos aguardaba el Nickolaiviertel, o sea, el Barrio de Nickolai, teóricamente el más antiguo de la ciudad. Debe su nombre a la iglesia de torres “diferentes” que allí se encuentra. "Diferentes" porque ambas torres se encuentras pegadas una a la otra. Además, como buena parte de otros edificios pintorescos pero de naturaleza no esencial, la iglesia no fue reconstruida durante el período de la DDR, (La República Democrática Alemana) sino recién en 1996. Tanto por sus calles como por las de otros barrios de Berlín es posible toparse con osos pintados más o menos simpáticamente (se acuerdan, el oso es el animal heráldico de Berlín y está en la bandera de la ciudad). Y se ve que no todo el mundo puede resistir la tentación de fotografiarse con ellos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante descripción. Berlín se lee aquí como una ciudad digna de recorrer. Saludos

Anónimo dijo...

Siempre asocio los osos con el continente americano. Me sorprende recordar, cada vez, que es una especie ciertamente muy extendida.

Nicolás dijo...

Y en Europa, además de estar extendidos son una especie muy heráldica... Berna, Berlín y Madrid los tienen en sus escudos, entre otras ciudades de Alemania, Suiza y Noruega.