[Graznido]
- Grgrgrgrgr
- ¿Qué pasa?
- Nada
[Nuevo graznido]
- ¿Seguro?
- Mmmm ... malditos cuervos...
- ¿Qué te hicieron?
- Nada. Pero no me gustan.
- ¿Por qué?
- Porque traen malas noticias.
- Pero eso es en Game of Thrones. ¿Algún cuervo te trajo un mensaje?
[Graznido]
-No
- ¿Entonces?
- No me gustan los cuervos.
- Bueno...
El diálogo se repite, casi calcado, dos o tres veces por semana. O más. Ya no hay modo de saberlo.
No sé si es por la mala prensa literaria y fílmica pero no me gustan los cuervos. Sí, por si les quedaban dudas, el que que muestra sus ... mmm... "dudas" frente a las bondades de los pajarracos graznadores no es Diego. Y por alguna razón no recordaba que estuviesen tan presentes en las ciudades de Alemania. Es cierto que hasta ahora sólo hemos estado en Dresden y en Berlín (debo las fotos, ya sé, ya sé) pero en ambos lugares su presencia es bastante obvia. Y su número, muy superior al de las palomas u otros pájaros.
Normalmente se los puede ver en las plazas, en los parques, hasta en las veredas en las que haya un pedacito de pasto. Suelen ser más grandes de lo que yo me imaginaba. Casi todos son de un negro carbón super intenso. También sus patas y sus picos, aunque no tengan el brillo de sus plumas. Todo. Hay algunos medio grises que tienen las alas negras, pero, hasta ahora, son los menos.
No me parecen feos. Para nada. Pero no me generan confianza. Como si algo tramaran. Supongo que hay algo de su graznido que me intranquiliza un poco. Como si cada vez que graznaran me hicieran recordar en todas las escenas de películas y series donde los vi. Y, más allá de Game of Thrones, son muchísimas. Sin embargo creo que, de a poco, voy dejando de sobresaltarme y de mirar para todos lados con cara de "¿dónde se esconde el asesino?" cada vez que oigo un graznido. De hecho, me gustaría pensar que comienzo a asimilar el sonido, a acostumbrarme a su presencia. Aunque la verdad, qué quieren que les diga, cada tanto escucho un graznido y miro para todos para ver que no haya señales de peligro.
2 comentarios:
Tenes q ver Nanny Mc Fee, en esa peli el cuervo es el héroe.
En la infancia leí muchísimas veces un libro de nombre El cuervo Banjo. Era un cuervo rescatado en una noche de tormenta con un ala rota y su vida de aventuras domésticas en compañía de los dos niños que eran sus dueños ya se borraron de mi memoria, excepto una donde Banjo atravesaba varios patios e iba a parar a manos de un vecino. Al ir a buscarlo, el vecino les explicaba que Banjo, teniendo mil razones para no moverse de su jaula, no permitía que una trivialidad como era el hecho de no poder volar lo limitara. En ese sentido Banjo bien podía compararse -y el vecino lo comparaba con entusiasmo- con Beethoven, quién no permitió que la intrascendencia de perder el oído le impidiera componer una sinfonía.
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