miércoles, 13 de enero de 2016

Navidad en noviembre

Se terminó. El blog no, el blog sigue. Se terminó la hipótesis de que el tiempo es lineal, de que hay un orden cronológico. De que viene A, luego B, luego C, más tarde D y así sucesivamente... El tiempo dejó de ser una sucesión de eventos para pasar a ser una suerte de  gelatina  mousse (preferentemente de chocolate) donde los acontecimientos están total y absolutamente mezclados. Afortunadamente no soy el único que piensa semejante cosa. El mismísimo Doctor (de Doctor Who) en su encarnación quichicienta ha corroborado mi idea de que el tiempo no necesariamente es una sucesión ordenada de causas y efectos. Perdón, sólo conseguí el video en inglés, pero esencialmente es lo que acabo de resumir...
¿A qué viene todo esto?  A que se acabó el orden cronológico del blog. A partir de ahora cualquier cosa irá en cualquier lugar. Si espero seguir los eventos ordenadamente seguramente voy a escribir sobre Navidad en abril. Y no es que sea una tragedia, para nada. Pero a veces escribir tiene que ver con querer contar, y eso no depende de una sucesión de hechos sino más bien de algo mucho más azaroso. En fin...

Habiendo salvado el escollo, vamos a los bifes o -mejor dicho- a los árboles. Porque si de algo se trata esta entrada es de árboles. Árboles, bolas, velas y la parafernalia navideña. Sí, soy un Grinch, lo sé. Nunca conseguí robarme la Navidad, es cierto, y aún no soy del todo verde. Pero las opiniones tienden a coincidir en este tema.

Pues bien, para Grinchs y demases Alemania es algo así como la peor pesadilla. Debo reconocer que, muy a pesar mío, moderadamente puede resultar pintoresco y que de noche (y acá en diciembre-enero si hay algo largo es precisamente la noche) las lucesitas suelen ser simpáticas y contrarrestan la oscuridad. Lo asumo, está bien, lo entiendo y hasta que queda lindo y todo. Con MODERACIÓN. 

Cuando se trata de comprar, sin embargo, los alemanes suelen perder un poco la moderación. En aquel otoñal octubre del año pasado que nos vio llegar YA había decoración navideña a la venta. Guirnaldas, bolas, velas, carteles, cartelitos, más cosas para el arbolito, pirámides de Navidad (algo típico de acá que ya tendré que aclarar), muñequitos. De todo un poco. Si así fue octubre para cuando llegamos a noviembre ya todo empezó a dar otra vuelta de tuerca. Árboles, luces, lucesitas, más guirnaldas. Y el comienzo de Noviembre vio la aparición de los árboles y de la decoración correspondiente en espacios públicos, shoppings, negocios y vaya a saber uno qué más, como por ejemplo el hall de la estación de trenes...
Qué esperar a diciembre ni nada. Acá en diciembre lo único que se arman son los arbolitos cuando son abetos o pinos de verdad-verdadera. Los otros ya se arman en noviembre. Las luces en las calles, las estrellas en los edificios. Todo. Lo otro que se arma en noviembre en Dresden es el mercado de Navidad o "Striezelmarkt". Ya el primer fin de semana empezaron a armarlo y estuvieron una semanita larga para terminar de poner los puestos, la vuelta al mundo, los trencitos, los árboles, las pirámides (es la torre que tiene una hélice en la punta y que se ve en la segunda foto). Y si bien la gente habla del mercado de Navidad, en honor a la verdad está el mercado de la Altmarktplatz, el de la Frauenkirche, el de la PragerStrasse, el de la Neustadt, y en cada rinconcito donde quedó una placita florecen cual hongos después de la lluvia los puestitos que venden guantes y medias, muñequitos de madera, cepillos (no me pregunten por qué) y ¡sorpresa! Bratwurst (una especie de chorizos-salchicas blancas que acá se comen bajo cualquier excusa), stollen, glühwein (vino caliente especiado) y comidas típicas de Alemania, Hungría, República Checa, Turquía, Finlandia, Italia ... y hasta empanadas.

Aunque cueste creelo el árbol que se ve en la foto es un árbol real que fue cortado para ser especialmente depositado en la plaza. De hecho cuentan que los pueblos vecinos pelean para ver quién será este año el proveedor del árbol de la Altmarkt. Para mí es un poco contradictorio que luego de hacerte separar la basura en mil categorías, hacerte ahorrar luz, agua, gas y concientizarte sobre la importancia del medio ambiente después se carguen vaya a saber uno cuántos pinos para decorar las plazas y las casas. Porque los pinos normalmente se cortan, y después de reyes, chau, el año que viene me compro otro... El "después de fiesta" queda para otra entrada, prometido. Por lo visto la Navidad en Dresden da para un buen rato ya que, aparentemente el mercado de Navidad es legendario a nivel nacional y genera pasiones, debates y discusiones, además de levantar unos cuántos euros, porque facturar, factura de lo lindo. 

Las fotos son de una mañana gris en la que el mercado aún no había abierto, por eso está todo tan tranquilo... pero después del mediodía los pasillos se van llenando de gente y a partir de las cinco de la tarde ya es una marea humana que hace que uno avance o retroceda a través de ríos de personas que se agolpan contra los puestos, cada quien con su glühwein en mano gritando qué es lo que quieren saber o comprar. Como estamos en Alemania a las diez, taza, taza, cada quien para su casa, o a seguir tomando alcohol en otro lugar, pero el mercado se cierra, chau hasta mañana...

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