lunes, 4 de junio de 2018

Finde largo en Polonia: Torun

En la historia europea son varios los corrimientos de las fronteras religiosas, lingüísticas, étnicas y nacionales. Un poquito más para acá, un poquito más para allá, territorios que pasan de un estado al otro para volver más tarde a cambiar de manos. Es interesante porque mientras que hay fronteras muy claras que han durado siglos, otras han sido objeto de constantes corrimientos. Particularmente el oeste (actual) de Polonia es una de esas zonas. Y Torun no es la excepción.
Evidencia arqueológica en mano, lo que sabemos de los primeros habitantes del lugar es más bien poco. Aparentemente, en algún momento llegaron los germanos y se establecieron hasta que luego los eslavos los corrieron hacia el oeste. Sin embargo, entre los siglos X a XII los germanos volvieron a la región en su (re)expansión hacia el este. En este caso, los que se instalaron fueron los caballeros de la Orden Teutónica (no confundir con los de la Mesa Redonda), que establecieron un castillo en esta zona y ocuparon la pequeña aldea de Torun. Ambos fueron (re)bautizados con el germanizado nombre de Thorn, que parece más bien salido del Señor de los Anillos.
 Arriba, restos del castillo de los caballeros teutones. Abajo, parte de la fortificación medieval.
Para el año 1233 el pueblo fue reconocido como ciudad y se transformó -debido a su puente sobre el río Vístula- en una escala comercial de relativa importancia. Thorn creció y se convirtió en un enclave germano en medio de un campo poblado por las más diversas tribus eslavas. Como siempre en estos casos, la historia es mucho menos homogénea en sus fronteras de lo que los nacionalistas nos quieren hacer creer.
En el siglo XIV Thorn / Torun se unió a una vieja conocida, la liga hanseática. Esto vinculó la ciudad aún más a las rutas comerciales alemanas y ediliciamente también se nota en las construcciones de ladrillo. Por si no lo sabías, el estilo en cuestión se llama gótico de ladrillos del báltico (pavada de nombre) y es típico de las ciudades portuarias y comerciales del norte de Alemania, Polonia, los países bálticos y buena parte de Escandinavia. 
Gótico de ladrillos para todos. Arriba, en una de la puertas de acceso, abajo, en la plaza del mercado.
Volviendo a lo que nos interesa (o al menos eso se supone), la ciudad fue escenario de las luchas entre los caballeros de la Orden Teutónica, el reino de Polonia y el Gran ducado de Lituania. Aquí en Torun hubo al menos dos acuerdos de paz entre los beligerantes. El primero dejó a la ciudad del lado teutón; el segundo, del lado polaco-lituano (que ya se habían unido).
A pesar de haber quedado del lado polaco, la ciudad conservó unos cuantos privilegios y una notable autonomía. Consecuentemente, cuando la población alemana de la ciudad (que para entonces era mayoritaria) decidió convertirse al luteranismo, la corona polaca no hizo nada por impedirlo. Podría decirse que fue el principio de una larga serie de tensiones entre católicos y protestantes (que en gran medida respondían a la división entre polacos y germanos) que duraron cerca de doscientos años. Como en tantas otras ocasiones el conflicto acabó en una suerte de guerra civil en la que el rey (sajón) de Polonia decidió que los cabecillas protestantes fueran condenados a muerte y que las iglesias protestantes se conviertieran al catolicismo, dando fin a más de doscientos años de coexistencia de ambas religiones en la ciudad.

En 1793 la ciudad volvió a pasar de manos. Prusia, Rusia y Austria olvidaron momentáneamente sus tensiones y se unieron (por segunda vez) para terminar de repartirse Polonia. Torun quedó del lado prusiano de la repartija y volvió a ser Thorn. Claro que, cuando no, Napoleón mediante, en 1807 la ciudad volvió a pasar de manos y fue incorporada al recién nacido Gran ducado de Varsovia. Este último era, se suponía -además de un títere de Napoleón- algo así como una suerte de estado nacional polaco, sólo que, a su vez, era gobernado por el rey de Sajonia. En fin, una ensalada importante. De nuevo, Congreso de Viena mediante (en 1815), el ducado fue disuelto y sus despojos repartidos (de nuevo) entre Austria, Rusia y Prusia. Como resultado, Torun volvió a formar parte de Prusia, primero y del imperio alemán después.

Cien años más tarde, esta vez luego de la Paz de Versalles que puso fin a la primera guerra mundial, Torun quedó del lado polaco de la frontera. Al igual que Gdansk/Danzig, en la ciudad convivieron las poblaciones alemanas y polacas, no sin tensión. Tensión que, sabemos, aprovecharon los nazis para ganar apoyo electoral (y del otro). Con la invasión de Polonia, los alemanes volvieron a ocupar Torun (una vez más) y la anexionaron al Tercer Reich. Los soviéticos liberaron la ciudad en 1945 y posteriormente, para evitar nuevos conflictos, procedieron a deportar a la población germanoparlante a Alemania. Finalmente la ciudad volvió a formar parte de Polonia y recibió una gran cantidad de migrantes polacos que venían de los territorios polacos que -a su vez- pasaron a formar parte de Ucrania. Ese mismo año, en 1945 se fundó la Universidad Nicolás Copérnico, nacido -imaginarán- aquí en Torun.
 Arriba, el monumento a Copérnico junto a la torre de la municipalidad. Abajo a la izquierda, su casa natal.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Los habitantes -luego de los ¡Buenos días!- preguntarían: ¿A que país pertenecemos hoy?

Anónimo dijo...

Debo decir que ya me gustaba el gótico de ladrillos del Báltico al menos desde el post anterior, jaja
Saludo sin referencia literaria

Nicolás dijo...

Unión Europea mediante, al menos hoy por hoy, ya no importa tantísimo cuantos metros más acá o allá está la frontera... al menos a los efectos económicos.
Y en cuanto al g{otico de ladrillos del báltico, te gustarpa saber que existe una ruta (turística) que vincula buena parte de sus edificios más representativos... (http://www.eurob.org/ en alemán, perdón...)

Anónimo dijo...

Seguramente daría gusto recorrerla