jueves, 10 de mayo de 2018

Großsedlitz

Allá lejos y hace tiempo, tanto Sajonia como Dresden en particular, se caracterizaron por cierta tendencia al barroco, los excesos de la corte y el derroche. Al menos, en la arquitectura. Particularmente durante los siglos XVII y principios del XVIII, que fueron económicamente positivos para la región. O al menos para sus ricos. Y si hay algo que les gustaba a los ricachos nobles era -precisamente- presumir de su poder y riqueza. Eso hace que la ciudad y Sajonia conserven aquí y allá pequeños tesoros del período barroco. Es cierto que no todos son igual de majestuosos o impactantes. Pero eso no hacen que sean menos interesantes.
Supongo que el jardín barroco de Großsedlitz es un buen ejemplo. No está en el top ten de las grandes atracciones de la ciudad pero para haber sido residencia de un conde menor hay que reconocer que no está nada mal.
Construido primero entre 1719 y 1723 y ampliado sucesivamente, la propiedad cayó bajo las garras en las dulces manos del duque de Sajonia (y rey de Polonia) Augusto el fuerte, que vendría a ser algo así como el personaje histórico más notable de la dinastía que gobernó Sajonia por más de seiscientos años. Creo que ya hablé de él tantas veces que no amerita seguir agregando trocitos de su biografía.
Para este caso alcanza con decir que Augusto el fuerte fue un conocido amante de las fiestas y la buena vida. A nadie le sorprenderá entonces que convirtiera el jardín de Großsedlitz en lugar de eventos, cacerías y celebaraciones de las cortes sajonas y polacas. Principalmente en eventos que se realizaban al aire libre (léase, celebrados en primavera-verano).

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