martes, 5 de junio de 2007

De conferencia en conferencia

Voy de conferencia en conferencia ... no hace falta que complete con "me gusta la joda, me gusta el bochinche" (Esencialmente porque no rima, pero también porque no aplica del todo). En fin, ayer fuimos con Denise a la conferencia de un sociólogo finlandés cuyo nombre no puedo ni siquiera pronunciar, que vino a Bariloche (vaya a saber uno porque razón) a hablar de los saami (sic; a saber el nombre que usan para si mismos/as las personas de Laponia). Interesante. Al tiempo empezaba el encuentro con el rabino Bergman en la Catedral, evento al cual no fui puesto que me tocaba cocinar.

En otro orden de cosas mañana por la tarde tengo que hacer una presentación de la carrera de Ciencia Política en general (y en la UBA en particular) en una pseudo expo universidades en el Capraro (Dícese del Colegio Germano local). ¡Chán! ¿Qué se supone que les diga a los/as interesados/as en seguir la carrera? ¿Qué estudien así vuelven acá como profesores de español? ...

Pensé en hacer una breve presentación de la carrera, la forma en la que está estructurada, los debates al interior de la carrera, ramas y orientaciones, casos que conozco de gente que trabaja con o sin relación a lo que estudió, y bueno, no mucho mas, ya que tengo solamente 10 o 15 minutos. Después les cuento acerca del éxito rotundo y la oleada de inscripciones masivas en el departamento de alumnos de sociales.

¿La mano derecha? ¿No será mucho? ...

Dicho sea de paso, el sábado, mientras me encontraba rumbo a la ferretería para comprar los conectores para la tubería de agua (Sí, es un karma, ya lo sé, pero el capítulo fue cerrado, y puesto bajo candado para que no saliera a la luz nuevamente) ... en fin, decí que iba rumbo a un comercio local, cuando al pasar junto al Colegio Alemán de Bariloche escuché -es que no puedo evitarlo- a un hombre que hablaba con (posiblemente) su hijo sobre el susodicho edificio escolar. "Éste es el colegio que construyó Primo Capraro (sic) y acá estuvo mucho tiempo ... Priske". Claro que esto no era un problema, no es vital recordar el nombre del nazistoide en cuestión ni la razón del nombre de la escuela, pero lo que continúo bien valió la pena que redujera el ritmo de mi caminata. "Priske, Preske, bueh... un nazi", y a continuación agregó "él era la mano derecha de Hitler, y él que lo ayudó a instalarse en Argentina". ¡Chán! ¿Pero entonces era verdad?

Ahora, con tantas manos derechas ¿Hitler era un pulpo?. Después me tranquilicé, al final, no era tan grave, al menos no lo reivindicó, lo que en Bariloche ya es bastante...

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