jueves, 11 de febrero de 2016

Encuentre las siete diferencias: El supermercado

Juego trillado si los hay. Hay dos imágenes. En sí mismas son muy similares. A veces casi idénticas, otras no tanto. Y hay que buscar las siete diferencias que hacen que ambas no sean exactamente iguales. A veces es más fácil y algunas saltan a la vista, otras veces es necesario sumergirse un poco en la comparación para notar las sutilezas que distinguen las imágenes.

El supermercado

Número uno. No hay yerba. Ni dulce de leche (con excepción del Rewe). Tampoco tapas para empanadas (aunque gracias a Lara hemos dado con unos rollitos que son de Pascualina enroscada). No hace falta decir que no hay alfajores. Mucho menos mantecol.
Karamell Creme. ¡Dulce de leche! Sólo uno de los supermercados lo tiene. No es exactamente igual pero está bastante bien.

Número dos. No hay enormes aglomeraciones de productos similares pero que compiten en una góndola. No hay quince mayonesas, ni ketchups. Dos o tres marcas de cada cosa, no tanta variedad de sabores y listo. Los Wursts (salchichas alemanas) son una excepción; thüringerwurst, bratwurst, weisswurst, de distintos largos, colores y grosores.

Número tres. La variedad de galletitas dulces y saladas no es especialmente amplia. Dulces hay muchísimas obleas y afines. Muchas con rellenos de avellana. Ricas (al menos las obleas). Pero a no imaginarse variedad de galletitas porque no, Tut mir Leid, lo siento. ¿Y galletitas de agua?, ¿criollitas?, mmm… nada por aquí, nada por allá.

Número cuatro. La semana de Namibia. O de España, de Francia, de Grecia, de Canadá. O las ofertas de Navidad. Siempre están los productos estacionales, los que están por una, dos, tres o cuatro semanas y después se van, au revoir, hasta la próxima o el año que viene. Choricitos condimentados de España, platos congelados de India, higos en almíbar de Grecia y las mil y una galletitas especiadas para Navidad (además de Stollen).
Zaziki, una crema de yogut griego con cebolla y pepino, curry al ananá, salsa italiana de cuatro quesos, pseudo-chucrut (sauerkraut en alemán) dulce de repollo colorado...

Número cinco. Yogurt (y derivados). ¿Frutilla o vanilla? Esa dicotomía es cosa del pasado. En Alemania, a elegir se ha dicho. Cualquier marca de yogurt (hasta las más baratas) tienen un mínimo de seis o siete sabores que incluyen frutilla, frambuesa, frutos salvajes, arándanos, limón, naranja, mandarina, ananá, mango, durazno, damasco, cereza, avellanas, ruibarbo, coco, durazno-maracuyá y un largo etcétera. (El etcétera incluye café, ciruela con canela, pera con cassis y papaya con guayaba)

Número seis. Quesos. Ricos muchos de ellos, con sabor (¡y olor!) a queso. Probablemente, junto a los yogures, es una de las cosas que más vamos a extrañar. De Francia, de Grecia, de Italia, distintas texturas, distintos colores y sabores. Casi todos ellos a precios super accesibles. En promedio sólo el roquefort parece un poco caro y resulta ligeramente exótico. Por ahora lo estamos reemplazando con Gorgonzola. El Gouda extra alt (viejo) está buenísimo. El queso más barato es el Hirtenkäse, una especie de queso semiblando clarito que según la publicidad es de estilo griego pero hecho en Alemania.  El queso mantecoso y el port salut -y ni hablar del port salut light- no existen. En contrapartida, el brie y el camambert son baratísimos y suelen estar buenísimos. Creo que salimos ganando.

Número siete. La carne. Pollo y cerdo son las opciones más baratas. La carne de vaca es cara. Más que cara, carísima. El cerdo es mucho más barato aunque hay que acostumbrarse, habrá que ver. Y entre las góndolas de heladera están las de la carne de cerdo, la de vaca/ternera (suelen venir discriminadas), la de pollo y una más pequeña para pavo. Más separada (y un poco alejada) está la del pescado.

Yapa I: Congelados. Hay de todo. Milanesas, milanesas rellenas, arvejas, papas, papas fritas, verduras para saltear al wok (con distintos condimentos), lasagna ya preparada, ravioles listos para mandar al microondas, arrolladitos primavera, pato agridulce, mejillones con salsa de perejil, kebap a la plancha, goulash ya hecho, guiso de lentejas para calentar y un largo, larguísimo etcétera.


Yapa II: Flores. Y plantas. Los alemanes compran flores en el super. En supermercados, verdulerías y, naturalmente, en las florerías. No hay supermercado que se precie de tal que no tenga ramos y plantas de estación junto a las cajas o bien a la entrada. Rosas, tulipanes, arreglos florales o ramos de muérdago para navidad. No importa la época, algo siempre hay. Y es que lo clásico es que cuando te invitan a cenar tenés que llevar algo; bebida, flores, una vela. Y por mucho que sorprenda, llevar flores suele ser la opción más popular, mucho más que algo para la picadita o el postre…

4 comentarios:

Gustavo dijo...

Hola Ka, tanto tiempo, recién después de varios años vuelvo a leer tu blog, ayer en el cumple de Lena, Pablo me comento que seguías escribiendo, y entonces vuelvo a ser tu asiduo lector del Blog.
Un abrazo grande!!!

Nicolás dijo...

Hey Gus... ¿cómo va?
En honor a la verdad, más que "seguir escribiendo" podría decirse que "volví a escribir". Pobre blog, lo dejé muchísimo tiempo abandonado, pero bueno, el blog ya sabe que no soy especialmente constante...
Un abrazo grande.

Anónimo dijo...

Aaaahhh! cuánta nostalgia junta! se me hace agua en la boca, la nostalgia!
che, para sacarse las ganas de mantecol están las tiendas de los turcos! seguro que ya las descubrieron...
besos desde villa los coihues!
flavia

Nicolás dijo...

¡Gracias por el dato! Diego venía diciendo de ir a ver a un supermercado de productos de medio oriente que encontramos debajo de la estación de trenes, pero aún no habíamos pasado. Se ve que no hay tantas en esta parte... En breve iremos y ya veremos con qué botín salimos de ahí.
Gracias y beso grande