Jueves 23 de abril
Observación de campo: Revisar mis concepciones sobre las fiestas sorpresa
Sabrina no sospechaba nada. No sé cómo ni porque pero no sospechó acerca de nuestras inverosímiles excusas para no ir a cenar esa noche a su casa.
Angie, Miguel y yo habíamos llegado a la casa de la anfitriona y “homestay” de Sabrina, Mara, algunos minutos antes de las nueve. Empezamos a poner la mesa mientras esperábamos la llegada del resto de la comitiva. Pronto deberían llegar mis compañeros/as de trabajo; Gloria, Flavia y Fernando. La trouppe habría de completarse con Ron, nuestro jefe. Finalmente habrían de llegar Sabrina y Matías, cuya tarea era entretener a la suiza para que llegara más tarde. Pienso que nunca le habíamos asignado a Matías una tarea para la que estuviera mejor preparado. Si alguien habría de retrasarla y que pareciera natural, pues bien, ése era él.
Efectivamente cumplió su tarea al pie de la letra y para cuando Sabrina entró en la casa, nosotros ya estábamos escondidos/as en el living. “¿Qué es esto?”, escuchamos en la voz inconfundible de Sabrina. “¿Qué pasa?”, volvió a preguntar casi al instante. En ese momento aparecimos gritando. Pienso que jamás lo había sospechado, o al menos bastante bien nos convenció de eso.
Había de todo para comer, así que no discriminamos a nada ni a nadie y nos dedicamos a la tarea que debíamos completar; arrollados de queso con ciervo o trucha ahumada, quesos saborizados, luego ensaladas y finalmente, fideos con salsas varias. Entre ellas merece especial mención la salsa de hongos con panceta de Mara. Esa misma noche descubrimos que no por casualidad era ésta la comida favorita de Sabrina. (En vano voy a tratar de imitarla ya que nuca podré reproducirla. Pero no por eso voy a dejar de intentarlo)
Comimos, hablamos, tomamos, reímos y nos divertimos. Y comimos y hablamos. Y comimos y nos reímos … y así seguimos hasta que se hizo la hora de dejar a Sabrina, que ya había entrado en la cuenta regresiva para abandonar Bariloche con rumbo a Buenos para tomar finalmente su avión a Suiza. De todos modos, no fue esta la primera ni sería la última despedida de nuestra amiga. Pero eso queda para otro post…
Sabrina no sospechaba nada. No sé cómo ni porque pero no sospechó acerca de nuestras inverosímiles excusas para no ir a cenar esa noche a su casa.
Angie, Miguel y yo habíamos llegado a la casa de la anfitriona y “homestay” de Sabrina, Mara, algunos minutos antes de las nueve. Empezamos a poner la mesa mientras esperábamos la llegada del resto de la comitiva. Pronto deberían llegar mis compañeros/as de trabajo; Gloria, Flavia y Fernando. La trouppe habría de completarse con Ron, nuestro jefe. Finalmente habrían de llegar Sabrina y Matías, cuya tarea era entretener a la suiza para que llegara más tarde. Pienso que nunca le habíamos asignado a Matías una tarea para la que estuviera mejor preparado. Si alguien habría de retrasarla y que pareciera natural, pues bien, ése era él.
Efectivamente cumplió su tarea al pie de la letra y para cuando Sabrina entró en la casa, nosotros ya estábamos escondidos/as en el living. “¿Qué es esto?”, escuchamos en la voz inconfundible de Sabrina. “¿Qué pasa?”, volvió a preguntar casi al instante. En ese momento aparecimos gritando. Pienso que jamás lo había sospechado, o al menos bastante bien nos convenció de eso.
Había de todo para comer, así que no discriminamos a nada ni a nadie y nos dedicamos a la tarea que debíamos completar; arrollados de queso con ciervo o trucha ahumada, quesos saborizados, luego ensaladas y finalmente, fideos con salsas varias. Entre ellas merece especial mención la salsa de hongos con panceta de Mara. Esa misma noche descubrimos que no por casualidad era ésta la comida favorita de Sabrina. (En vano voy a tratar de imitarla ya que nuca podré reproducirla. Pero no por eso voy a dejar de intentarlo)
Comimos, hablamos, tomamos, reímos y nos divertimos. Y comimos y hablamos. Y comimos y nos reímos … y así seguimos hasta que se hizo la hora de dejar a Sabrina, que ya había entrado en la cuenta regresiva para abandonar Bariloche con rumbo a Buenos para tomar finalmente su avión a Suiza. De todos modos, no fue esta la primera ni sería la última despedida de nuestra amiga. Pero eso queda para otro post…