Sé que "Chemnitz" suena a nombre de ciudad muy poco tanguero. Pero hay que reconocer que las afueras del pueblo tienen un no-se-qué... Al menos, si de castillos se trata.
Castillo
renacentista de Klaffenbach
Como castillo Klaffenbach es más bien pequeñito. Pero ya lo dice el refrán, lo bueno viene en frasco chico. Klaffenbach era más bien una residencia noble antes que un baluarte inexpugnable pero lo mismo está rodeado por un foso y una muralla.
Palacio
barroco de Lichtenwalde
Del Renacimiento al Barroco sin paradas intermedias. Bueno, una parada intermedia más del tipo geográfico. El Palacio de Lichtenwalde está cerca de una estación de tren, pero "cerca" es un término relativo. Especialmente cuando la mitad de las calles del pueblo están en obras y los carteles de "desviación" te lleva por un camino que te aleja cada vez más del destino.
Así y todo, la odisea bien valió la pena. Claro que luego de yirar por cerca de una hora por el pueblo hasta dar con el dichoso castillo no llegamos a tiempo para visitar el interior. Por lo pronto, el exterior y los jardines bien valen la pena.
2 comentarios:
El segundo parece más imponente, pero el primero se ve hasta más alegre. Muy lindos estos paseos.
Sí, la verdad es que Klaffenbach, siendo un castillo menor (me refiero a que es más pequeño que una residencia real... obviamente es lo suficientemente grande como para que unos cuantos puedan vivir ahí sin molestarse), es bastante simpático, con sus jardines, sus techos raros y todo. ;-)
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