lunes, 15 de mayo de 2017

Navidad hanseática: Lübeck

Hacia el año 700 un grupo de polabos -una tribu eslava relacionada con ¡sorpresa! los polacos- se asentó en el norte de Alemania y fundaron la ciudad de Liubice, que significa algo así como hermoso lugar. Después otra tribu los conquistó. Más tarde se rebelaron, luego se fueron…  volvieron los polabos, los echaron otra vez y en el año 1143 los germanos volvieron a la región para fundar Liubice nuevamente. Esta vez en una ubicación un poco más estratégica, una isla natural formada por el río Trave.
Por los siguientes cien años la ciudad pasó de mano en mano. El duque de Sajonia, el conde de Holstein y el rey de Dinamarca, de un lado al otro y vuelta a empezar.
Hasta que en el 1226 el emperador la declaró ciudad libre imperial. Para la misma época la ciudad se convirtió en el centro desde el cual salieron los colonos germanos que se establecieron en el Báltico.
Para el siglo XIV Lübeck se había convertido en la reina de la Hansa, siendo la ciudad más poderosa de la liga y, por si fuera poco, fue nombrada por el emperador Calos IV como una de las cinco glorias de imperio romano germánico. ¿Y las otras cuatro? Nada más ni menos que Roma, Venecia, Florencia y Pisa.
En el siglo XV la ciudad alcanzó su máximo esplendor, llegando a derrotar a Dinamarca y a Noruega. Digamos que fue el principio del fin. En la época de la reforma la ciudad participó en las guerras del lado de los perdedores y también en la guerra de sucesión danesa.
Arriba a la derecha, una de las antiguas puertas de acceso a la ciudad medieval. Abajo, las bóvedas de la iglesia de Santa María, la iglesia de los comerciantes. 
Pero además el mundo estaba cambiando y las rutas comerciales más importantes ya no eran ni las del Mediterráneo ni las del Báltico, sino las que se estaban estableciendo entre Europa, América, África y Asia.
Como en otras ciudades, la decadencia de la ciudad permitió que relativamente se conservaran los edificios históricos. Muchos de ellos con sus característicos ladrillos rojos y de estilo gótico de ladrillos de Alemania del norte, como la catedral y la iglesia de Santa María, o del renacimiento del Báltico. 
 La catedral de Lübeck, curiosamente, medio retirada del centro del pueblo.
El ejemplo clásico del estilo del Renacimiento del Báltico es la HolstenTor, una de las antiguas puertas de acceso a la ciudad.
Arriba a la derecha, la Holster Tor. A la izquierda, el antiguo hospital. Abajo, la iglesia de Santa María.

Ya en plena decadencia la ciudad fue ocupada por los franceses en la época de Napoleón, luego por los prusianos, más tarde los franceses y luego Suecia, hasta que, congreso de Viena mediante, recuperó su independencia.  
Arriba, dos de las siete iglesias históricas. Abajo, casas de gente como uno. La que está abajo a la derecha es la casa Buddenbrock, actual museo y archivo del escritor Thomas Mann. 
Años más tarde la ciudad pasó a fomar parte del imperio alemán, siempre como ciudad libre y hanseástica, hasta que en 1937 los nazis la anexaron de prepo a Brandenburgo.
Arriba a la derecha, muni. A la izquierda, una antigua puerta de acceso. Abajo, un resto de la muralla medieval de ladrillos sobrevive entre las casas.
A pesar de que en la segunda guerra mundial la ciudad sufrió una larga serie de bombardeos, buena parte de los edificios históricos o bien se salvaron o bien fueron reconstruidos. Con semejante trabajo de reconstrucción y preservación, nadie se sorprendió cuando en los ochenta la UNESCO la declaró patrimonio histórico y arquitectónico.

No hay comentarios: