En general en Alemania suele decirse que los/as
españoles/as hablan todos al mismo tiempo y (casi) a los gritos. De los/as
italianos/as dicen que exageran demasiado sus expresiones y no dejan de mover
las manos mientras hablan. También, que si uno/a quiere hablar con otros/a que está en la otra punta de la habitación, en lugar de ir hasta dónde está le gritaría sin moverse ni medio centímetro. Supongo que ambas cosas aplican también para
nosotros.
En teoría los/as alemanes serían, por contraste, más
silenciosos/as, ligeramente menos estridentes y más ubicados/as. Y la verdad es
que en general suele ser así. Como todo, hay excepciones. Lamentablemente (para
nosotros) las excepciones no suelen darse en términos personales sino, más
bien, generales. ¿A qué me refiero? Que, básicamente, en determinadas
situaciones dejan de hablar bajito y comienzan a ser más ruidosos de lo que jamás
podríamos haber sospechado. Notablemente. ¿Qué los/as hace salirse de las
casillas y ponerse a gritar y a reírse cual si fueran más latinos que el
reggaetón? Hasta ahora hemos descubierto tres factores:
Uno. El fútbol. Aplica en general para los/as
alemanes y en particular para los/as fanáticos/as del Dinamo de Dresden, el
equipo local. Si te toca ir o volver en el tren con un grupo de hinchas,
perdiste. No hay escapatoria. Van a hablar a los gritos, actuar como si
estuviesen solos/as y lo más probable es que hasta entonen alguna canción.
Dos. La multitud. Cuatro alemanes/as juntos/as califican
de multitud y, lamentablemente, ello implica un aumento en los decibeles
producidos. No sé por qué. Si son dos hablan en voz baja. Tres, ya se acercan
al umbral. Con cuatro es una explosión. Más grande es el grupo, mayor el
estruendo.
Tres. La cervecita. Tres alemanes tomando cerveza (algo
que por otro lado es sumamente cotidiano) pueden generar un bochinche similar
(y si celebran algo, incluso mucho mayor) que el más sonoro grupo de
hispanoparlantes. No importa que puedan estar uno al lado del otro, con la
cerveza la sensibilidad sonora parece disminuir instantáneamente. Y si llegan a
estar festejando algo, preparate, lo más probable es que cada cinco minutos las
carcajadas y el griterío no te dejen escuchar a tus interlocutores/as.
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