Allá lejos y hace tiempo habíamos pensado utilizar las vacaciones de Navidad para escaparnos del frío germánico y rumbear hacia el sur de Europa. Claro que en agosto, cuando comenzamos a planificar el viaje, descubrimos que para los estándares locales, ya era muy tarde. Sin vuelos baratos a la vista decidimos cambiar la estrategia. Si no podemos encontrar vuelos baratos a España, hagamos al revés, ¿a dónde podemos volar sin pagar una millonada? Previsiblemente la respuesta fue muy fácil. Al norte. Claro, ¿quién en su sano juicio quisiera viajar hacia destinos fríos donde los días son super cortos y las noches casi eternas? ¡Nosotros!
Habiendo pegado semejante volantazo en nuestros planes y teniendo vuelvo de ida y vuelta a Hamburgo restaba programar el itinerario para los cerca de diez días en los andaríamos yirando entre el norte de Alemania, Dinamarca y la puntita sur de Suecia.
El puerto de Hamburgo |
Haciendo uso de mi baqueteada memoria, Google, Wikipedia y un par de blogs de viaje, terminamos ideando una ruta que -en su primera parte- nos internó en tierras que algunas vez fueran controladas por la Liga Hanseática.
Hamburgo. A la izquierda, la escultura que representa a la técnica, el comercio y la industria. A la derecha, las tres mayores ciudades hanseáticas, Bremen, Hamburgo y Lübeck.
La
liga hanseática fue una federación comercial y una alianza militar integrada
por una serie de ciudades del norte de Alemania, los Países Bajos, el mundo
escandinavo y del mar Báltico en general.
El
eje de la liga fueron, efectivamente, las ciudades libres del norte de Alemania
que comenzaron a vincularse comercialmente con otros puertos del mar del Norte
como del Báltico. ¿De dónde sale todo este intercambio comercial? De una serie
de ciudades que o bien se fundaron en los siglos XII o XIII o bien hacia esa
época ganaron cierta autonomía respecto de la autoridad de reyes, duques o
lo-que-fuere.
Arriba, molino en Bremen. Como en otras ciudades hanseáticas, hay cierto aire holandés... ¿o será al revés? Abajo, el puerto antiguo de Lüneburg. |
En
su gran mayoría terminaron constituyéndose en ciudades-estado gobernadas por
una burguesía mercantil con claro interés en el comercio. Primero de ámbar,
lino, pieles, marfil y madera, esencialmente del mundo báltico y luego, claro
está, de lo que diera más ganancia.
En
1227, la ciudad de Lübeck, que luego sería conocida como la reina de la Hansa,
recibió el estatus de ciudad imperial. Eso significaba que ya no debía tributar
a ningún señor regional. Adicionalmente, significaba que la ciudad elegiría su
propio gobierno. Como imaginarán, éste cayó rápidamente en las garras
manos de los comerciantes más ricos, quienes -para variar- aprovecharon la
volteada para … ser más ricos.
Lübeck
tenía una gran ventaja. No sólo tenía un buen puerto reparado y protegido sino
dos. Uno al mar Báltico y otro al mar del Norte. En 1541 sumó otra. Se alió con
Hamburgo, otro puerto alemán sobre el mar del Norte. Entre las dos controlaban
el mercado de exportación de pescado salado. Y lograron un poco más tarde que
Colonia se les sumase. Colonia, por su parte, había obtenido del rey de
Inglaterra un permiso para comerciar con la isla sin necesidad de pagar
impuestos o aduanas. Por lo visto, la cosa iba tomando color. Para finales del
siglo XIII las tres ciudades habían establecido la colonia de comerciantes
extranjeros más importante de Londres.
¿Llegamos a Holanda? ¡Nop! Arriba, Lübeck. Abajo, un canal en Bremen.
Más
o menos para la misma época Lübeck y Hamburgo firmaron un acuerdo comercial con
Brujas, en el que se eximían mutuamente del pago de impuestos de aduana y
demases. El comercio con Bélgica acababa de quedar asegurado.
En
los siguientes cincuenta años más ciudades alemanas se sumaron a la liga, que
comenzó a garantizar a sus miembros defensa en el caso de ataques de piratas
además de unos contactos muy interesantes. A mediados del siglo XIV la Liga
Hanseástica estableció su primer kontor (oficina) en Novgorod, que por aquella
época era la capital de la república del mismo nombre. Pronto establecieron una
red comercial que incluía kontors en Novgorod, Visby (Suecia), Riga, Bergen
(Noruega) y York, además de los ya conocidos de Londres y Brujas.
A
lo largo de esta ruta que unía el norte de Rusia con Inglaterra fueron
surgiendo nuevas ciudades que fueron adoptando el estatuto de Lübeck.
Arriba, Lüneburg, otra de las ciudades miembro de la liga. Abajo, Bremen.
Hacia
finales del siglo XIV la liga alcanzó su máximo esplendor, cuando le declaró la
guerra a Dinamarca, que había atacado a uno de sus miembros. Fue su mayor
victoria pero, también, el principio del fin. El descubrimiento de América, la
formación de los estados nacionales y el flujo comercial Europa-América-África
estaba desplazando el eje del poder hacia el Atlántico. No casualmente para la
misma época comenzaba también el ocaso de las ciudades-estado italianas del
Mediterráneo.
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