lunes, 7 de marzo de 2016

Como en el camping ... pero en casa (Episodio II)

Al momento de la mudanza nuestro mobiliario se reducía a tres colchones, tres sillas, dos lámparas para techo, una para leer y unos pocos utensilios de cocina. Ah, también acarreábamos cuatro chopps, tres tazas, una serie de platos de distintos juegos y catorce vasos. Casi todas estas cosas las habíamos conseguido gratis vía e-bay kleineanzeige*. (Nota al pie, E-bay pequeños anuncios. Allí la gente vende, cambia o regala vasos, tazas, platos, muebles de todo tipo ¡y hasta heladeras y lavarropas! Todo con tal de deshacerse de ellos. Si no se tienen pretensiones es posible hacerse de buena parte de los muebles y la vajilla recolectando cosas gratis).

No teníamos mucho pero lo básico estaba. Claro que había algunos problemas. No sólo las cocinas están vacías cuando se alquila una casa. También todas las habitaciones, excepto el baño. Por vacía me refiero a que no hay nada. N-A-D-A. Ni lamparitas ni un mísero portalámparas. Nada. Como la Nada de la Historia sin fin, pero pintada de blanco. En el caso del baño ni siquiera un portarrollos de papel higiénico.
¿Ya dije que se trata de un edificio antiguo? Muy lindo. Con techo altos. Super altos. Tan altos que Diego subido a una silla no podía llegar al techo, así que no pudimos conectar las lámparas hasta que compramos una mesa. Si a la mesa subíamos una silla y yo me subía a la silla, entonces dábamos con la altura correcta para conectar los portalámparas. Pero hasta no tener la mesa (que trajimos caminando dos kilómetros) no tuvimos más luz que la de una lámpara para leer que llevábamos con nosotros de habitación en habitación.
 
Tampoco tuvimos en dónde cocinar hasta que pudimos instalar la cocina y la mesada, y eso no pasó hasta después de año nuevo. Recién hacia el 20 de diciembre pudimos comprar la mesada, la cocina y la heladera. Eso sí, como todo es Ikea, tuvimos que armarlo acá en casa. Las cosas Ikea en general son fáciles de armar. No tienen mayores misterios. Suelen ser de líneas simples y básicas. Y vienen con instrucciones que normalmente son ultra detalladas, así que más que un desafío intelectual hubo que destinar tiempo de armado.

Sin embargo, antes de conectar cualquier cosa había algo que decidir. Nuestro dilema mayor era dónde iba la bacha. Obviamente no es un tema de agenda. Pero si fue para nosotros el tema. De ese detallecito, aunque pareciera irrelevante, iban a depender numerosas cuestiones. Parece un dilema bastante menor. Y lo es. Pero nunca hay que subestimar a los problemas menores.

Nuestro primer electrodoméstico grande fue un lavarropas. Estaba en la calle. Tenía un cartel que decía “Para llevar. Gratis. Funciona”. Por suerte estaba en la puerta de la peluquería que está acá a dos cuadras. Digo por suerte porque en la vida jamás habíamos cargado un lavarropas tan pesado. Es un misterio qué tiene adentro, pero sabemos que pesa. Debemos haber tardado 40 minutos para hacer las dos cuadras que nos separaban del departamento. Por las dudas, apenas llegamos lo probamos, aunque en ese momento no estábamos del todo seguros de qué haríamos si llegase a estar Kaputt.

En Alemania los lavarropas van o al cuarto de lavado del subsuelo o, en su defecto, al baño. Nuestro edificio no tiene tal cuarto así que debía ir al baño. Sin embargo, no entraba. El lavarropas es grande y el espacio es pequeño. Pero era gratis. ¡Y funcionaba! Así que decidimos llevarlo a la cocina y usar la canilla y desagües destinados al lavavajillas, un electrodoméstico básico para el hogar alemán promedio y sumamente accesorio en nuestra situación.

Con la ubicación del lavarropas se abrió un dilema… qué hacer con los caños del desagüe de la bacha. ¿corríamos la bacha hacia el desagüe? ¿o la poníamos a continuación de lavarropas? Sea como fuere necesitábamos prolongar de algún modo las cañerías, ya sea las del desagüe del lavarropas, ya sea las de la bacha.  
Ese fue el comienzo de una larga serie de idas y vueltas al hipermercado de la construcción que estaba cerca de la escuela donde estudiaba alemán. Compré una manguera, devolví la manguera, compré otra manguera, compré un desagüe plástico, devolví el desagüe. Agregué un dilema. Vimos que, además de la situación con el desagüe, íbamos a necesitar una canilla extra (larga historia). Busqué la canilla en cuestión. No di con la canilla. Tampoco encontré nada que pudiera ayudarnos. En algún momento casi destrozo todo a patadas y martillazos me sentí ligeramente contrariado... y como resultado decidimos dejar el tema mesada  para nuestro regreso.

Para entonces, afortunadamente ya habíamos adquirido el primer electrodoméstico que nos ayudó a hacer la diferencia. Fue la pava eléctrica. Desde que llegó a nuestras vidas pudimos ampliar nuestro menú de sándwich, ensalada y fruta a té, mate, sopa, sándwich, ensalada y fruta. Parece una pavada pero no lo es. Menos en invierno. Menos con temperaturas de bajo cero a diario.

Lo bueno del frío era que tuvimos sistema gratuito de refrigeración para frutas y verduras. Si habremos usado esa tecnología en Bariloche... Se llama dejar las cosas afuera o, en su defecto, entre las dos ventanas. La cocina y el living-comedor no tienen ventanas con doble vidrio. Tienen dos ventanas. Y entre ambas hay una distancia perfecta para conservar yogures, cartones de leche o lo que fuera. Funcionó hasta que llegó la heladera, que fue la única de nuestras adquisiciones del set de cocina de Ikea que pudimos poner en funcionamiento (sin problema) antes de irnos a Suiza.

(También continuará, pero otro día.) 

5 comentarios:

LRS dijo...

Me acuerdo de nuestro hall frío conservador de verduras... quién necesita heladera en estas latitudes!

Nicolás dijo...

Totalmente... Yo me acordé de lo mismo. Igual, por las dudas tratamos de no abusar, así que los yogures los consumíamos antes de los tres días. Al queso si le dimos un poco más de tiempo de vida. Pero sí, a falta de heladera, buenas son las ventanas...

LRS dijo...

Siempre se puede volver a caer del abc1 a mucha mayor velocidad de lo que lleva acceder a él. ;)

Nicolás dijo...

Es cierto... Jajajaja... de todos modos tendríamos que ver si, efectivamente, habíamos vuelto a ser abc1. Lo bueno es que, André mediante, desde nuestra vuelta de Suiza subimos alguna categoría aunque no creo que hayamos llegado a tanto.

Anónimo dijo...

Acampar en la propia casa!