miércoles, 31 de mayo de 2017
Foto de Miércoles
Dresden, finales de otoño. No son más de las cuatro de la tarde y el atardecer ya se siente en la Theaterplatz.
lunes, 29 de mayo de 2017
sábado, 27 de mayo de 2017
Navidad hanseática: Luneburg
Otra
más que se hace llamar ciudad hanseástica pero que en la actualidad no es una
ciudad independiente sino que forma parte del estado de Baja Sajonia.
La
primera mención documentada del pueblo es del año 956, cuando el emperador Otto
I decidió que los impuestos del pueblo de Lüneburg fueran a parar al monasterio
de San Miguel, construido en sus afueras. Lindo que la entrada en la historia
de un lugar sea la decisión del emperador de qué hacer con los impuestos.
Arriba, una de las tantas peatonales del pueblo, abajo, el canal donde funcionaba el puerto medieval.
Si
en el pueblo los impuestos comenzaron a mover algún dinero fue, básicamente,
por la exportación de sal, producto cuya explotación fue la base de la economía
medieval de Lüneburg.
Arriba, la catedral de Luneburg. Abajo, paredes de madera y ladrillo, una tradición local.
Siglos
más tarde, la alianza de Lüneburg con Lübeck y Hamburg le permitió a la
naciente Liga Hanseástica controlar el comercio de sal y de pescado salado en
el Báltico, un quiosquito nada despreciable.
Los antiguos embarcaderos, con su grúa, sus depósitos y casas comerciales.
Y
cuando hay dinero de por medio, hasta el más pichi de los nobles descubre que
en su día su tátara-bis-archi-tátara fue conde del lugar. Que el conde de aquí,
el duque de allá y el príncipe de más allá… hasta que el concejo de la ciudad
se cansó de tanto sátrapa y guerras mediante terminó declarando la independencia
de la ciudad. Y duró lo que duró la riqueza de Lüneburg.
Arriba a la derecha, el edificio de la municipalidad
Claro que como alguna vez lo dijo Fabiana Cantilo, nada es para siempre. En cuanto la liga
perdió su posición monopólica en el comercio de la sal en el Báltico, Lüneburg
languideció.
Claro
que no hay bien que por mal no venga. Gracias a la decadencia económica que la
ciudad experimentó a partir de los siglos XVII y XVIII buena parte de sus
edificios históricos fueron conservados.
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miércoles, 24 de mayo de 2017
lunes, 22 de mayo de 2017
Navidad Hanseática: Bremen
Como
en otras partes del norte de Alemania, en Bremen hay una serie de nombres y
procesos que se repiten. Los sajones, los polabos, Carlomagno, la
cristianización, los daneses y la Liga Hanseástica… cartón lleno.
Carlomagno
mediante, en el año 787, se estableció el obispado de Bremen, que más tarde se
fusionó con el de Hamburgo, dando lugar al arzobispado de Bremen-Hamburgo. Desde
allí se cristianizó el norte de Alemania y Dinamarca.
Para variar, otro día gris. De izquierda a derecha, la municipalidad vieja, la catedral y la muni nueva. Dos de estos tres edificios son patrimonio de la Unesco. A que no adivinás cuál no...
En
el año 888 el arzobispo consiguió el permiso real para que la ciudad pudiera
celebrar mercados, acuñara su propia moneda y estableciera sus propias leyes.
Arriba, la plaza principal con la antigua bolsa de comercio.
Desde
el siglo XI la ciudad estableció relaciones comerciales con Noruega, Inglaterra
y los Países Bajos, dando comienzo a su actividad portuaria.
Plaza principal. Arriba a la izquiera, la escultura de los músicos de Bremen con un pianista invitado. A la derecha, el Roland, una escultura medieval destruida y reconstruida tras cada guerra.
La
historia medieval de Bremen es una de largas idas y vueltas con el
Príncipe-Arzobispo, de amor y odio con la Liga Hanseástica y de conflictos casi
constantes con Dinamarca y Suecia.
Durante
buena parte de la edad media la ciudad tuvo un estatus especial. Tenía cierta
independencia pero, al mismo tiempo, en los papeles formaba parte del
principado cuyo señor era el Arzobispo de Bremen. Y claro, entre el Concejo de
la ciudad y los arzobispos las relaciones no eran especialmente cordiales.
Una callecita entre los restos del barrio medieval, un laberinto con casitas salidas de un cuento.
Tampoco
eran tan buenas con el resto de la Liga Hanseástica, de la que Bremen formó
parte, fue expulsada, volvió a formar parte, se fue solita, volvió sin que la llamen y así por los siglos
de los siglos.
Si no ven a nadie por la calle quizás se deba a que es 25 de diciembre
Lamentablemente, de la ciudad vieja apenas quedan vestigios aquí y allá. La plaza principal, que es donde están la catedral, la muni, la bolsa y un puñado de edificios históricos y luego un par de manzanas del barrio medieval que se salvaron de ser demolidas.
En el resto de la ciudad hay una extraña combinación de estilos y períodos que, a fuerza de emplear una y otra vez ladrillo y piedra generan cierta ilusión momentánea de continuidad
Uno de los rincones más interesantes de Bremen está casi escondido en pleno centro. Se trata de un proyecto de la década del treinta del siglo pasado en el que un grupo de artistas recuperó una zona del centro de la ciudad donde había edificios antiguos viniéndose abajo. Crearon un pasaje con esculturas y combinaron la arquitectura tradicional con algo que asemeja el art-decó:
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