miércoles, 28 de febrero de 2018
lunes, 26 de febrero de 2018
Dos semanitas en Italia: Florencia I
Florencia
es el corazón, la capital y la mayor ciudad de Toscana. Toscana es
una marca registrada en sí misma. Bueno, no realmente registrada
pero casi. En Alemania, decir Toscana es sinónimo de buen vino
(principalmente chianti), sol, clima apacible, campiña, viñedos y
una serie de clichés que incluyen (casi) todas las cosas románticas
de Italia con la notable excepción de las góndolas y los canales de
Venecia y las ruinas romanas.
Región
rica en antiguas ciudades-estado y repúblicas independientes,
Toscana fue uno de los escenarios predilectos del Renacimiento
italiano. Florencia y los Médici, Leonardo da Vinci, Dante
Alighieri, las ciudades de Siena, Pisa, Lucca, todo lleva el sello de
“hecho en Toscana”.
Sin
embargo, como región podría decirse que Toscana es mucho más
antigua. Muchísimo. De hecho, el nombre “Toscana” deriva de
“Tuscia”. Tuscia, a su vez, viene de “Etruria”, que era el
nombre que griegos y latinos (cuando Roma apenas figuraba en el mapa)
utilizaban para referirse al país de los etruscos.
Por
si te quedaste dormido/a en la clase de historia te hago el resumen.
Los etruscos son uno de los grandes enigmas de la Italia antigua.
Aparecieron cerca del año 1000 a.C. Nadie sabe a ciencia cierta de
dónde venían pero se sabe que hablaban una lengua no indoeuropea, o
sea que no pertenecía a la familia de idiomas de Europa, Rusia y la
India. Dominaron la Etruria, que ocupaba más o menos la misma área
que la Toscana actual, luego se expandieron pero entre los griegos,
los cartagineses y los romanos los tuvieron cortitos, por lo que más
adelante tuvieron que volverse a la Toscana casi casi con la cola
entre las patas. Para el siglo V a.C. los estruscos ya estaban
bastante arrinconados y doscientos años más tarde fueron
conquistados por los romanos, quienes adoptaron algunos elementos
propios de la cultura local. A nivel religioso, uno de los aportes de
los etruscos al imaginario romano fue la interpretación de vísceras
y señales divinas en el vuelo de los pájaros y cosas semejantes. En
arquitectura el aporte fue también significativo, de ellos los
romanos tomaron las cúpulas.
Si
el origen de los etruscos es un misterio, el de Florencia, en cambio,
no lo es. Hasta hay año de fundación y todo. Fue fundada en el 59
a.C. por un tal Julio César. No sé si lo tienen. Parece que en su
época era un tipo bastante grosso
importante. Al igual que tantas otras (Viena, Budapest, Bath), la
ciudad nació como un campamento militar. Trescientos años más
tarde el pueblo ya había crecido y se había convertido en un centro
comercial y administrativo bastante importante.
Cuando
el cristianismo empezó a extenderse por el imperio romano, Florencia
aportó su mártir, San Miniato. Cuenta la leyenda que luego de ser
torturado y decapitado, Miniato recogió su cabeza (sí, como lo
leés) y se la llevó hasta su ermita en el monte, el lugar en el que
hoy está la basílica de San Miniato al monte.
Después
de la caída del imperio romano a finales del siglo V los ostrogodos
y los bizantinos se la pasaron robándose la ciudad mutuamente una y
otra vez. Recién en el siglo VIII se acabó el jueguito de tomas y
dacas cuando Carlomagno la tomó. Florencia se incorporó al ducado
de Toscana, cuya capital era Lucca hasta que a comienzos del milenio
Florencia le birló
robó el puesto.
Entre
el año 1000 y el Renacimiento, Florencia creció en riqueza e
importancia. La ciudad acuñó su propio dinero, el florín de oro. A
falta de euros, francos o libras esterlinas, el florín se convirtió
en la moneda internacional europea y los bancos florentinos fueron a
lo largo de este período los más poderosos del viejo continente. La
burguesía comercial y financiera ascendió unas cuántas posisiones
en la escala social y la más rica de las familias de banqueros, los
Médici, se hicieron con el dominio político de Florencia.
Para
cuando comenzó el Renacimiento, Lorenzo de Médici contaba con tal
cantidad de riquezas que era uno de los pocos (fuera de los reyes y
papas) que podía permitirse realizarle encargos a Leonardo da Vinci,
Miguel Ángel y Boticelli.
Con
estos nombres está claro que el renacimiento dejó su huella en
Florencia. La catedral y los innumerables palacios de los
comerciantes dan cuenta de la riqueza de la ciudad en el período.
Sin
embargo, quien se imagine un período de crecimiento y riquezas (para
todos) se equivoca. Cuando hay dinero de por medio hay, también,
vendettas, peleas, conflictos políticos y personales, descontentos
de los más variados orígenes y todos los elementos necesarios para
hacer del lugar una bomba de tiempo. Pero... de algún modo
misterioso Florencia se las arregló para transitar el renacimiento
con mil y un conflictos sin que su posición se viera directamente e
inmediamente perjudicada por el bardo
caos.
sábado, 24 de febrero de 2018
Dos semanitas en Italia: Murano
Si
hay un aspecto que, a primera vista, puede parecer complejo en
Venecia, es el tema del transporte. ¿Cómo vas de Venecia a Murano?
¿De Murano a Burano? ¿De Burano a Lido? Parece complejo.
Afortunadamente, es mucho más simple de lo que parece. Venecia y la
región están surcadas por multitud de medios de transporte. Hay
góndolas, por supuesto, que son carísimas. Hay taxis acuáticos,
que son aún más caros todavía. Y hay vaporettos, que son una suerte de lanchas-colectivo que tienen paradas
establecidas, circuitos y horarios. Hay diferentes líneas y existe
la posibilidad de comprar pases diarios, semanales o lo que fuera. Si
vas a andar yendo de un lado para el otro, definitivamente, el paso
diario bien vale la pena.
Vaporetto
mediante se llega a Murano, una ciudad que hoy es una suerte de
satéite de Venecia pero que es una ciudad muchos más antigua. De
hecho, Murano fue fundada por los romanos en el siglo VI.
Hoy
la ciudad es conocida, principalmente, por sus maestros vidrieros, al
igual que Burano. El origen de esta relación es bastante antiguo. Ya
en 1291 la ciudad de Venecia, que por esa época dominaba Murano
desde cien años atrás, decidió que los vidrieros venecianos se
estableceran allí. Básicamente la decisión obedecía a dos
cuestiones. Por un lado, disminuir el riesgo de incendios en la
ciudad de Venecia. Por el otro, controlar a los vidrieros, que no
podían ausentarse de Murano sin autorización oficial. Puede parecer
difícil, pero mucho más complejo era controlarlos en Venecia, donde
existía un flujo comercial incontrolable.
jueves, 22 de febrero de 2018
Dos semanitas en Italia: Panorámicas de Venecia desde el campanile
Entre
las tantísimas particularidades de la basílica de San Marcos no es
un elemento menor la cuestión de su campanario. El
campanile de
San Marcos se encuentra, no sólo separado de la iglesia sino,
directamente, enfrente. Y, por su altura, posee una vista panorámica
privilegiada de la ciudad. Eso hace que la cola para subir sea una
suerte de amansadero importante.
Afortunadamente,
tuvimos el buen tino de comprar la entrada por adelantado vía
internet, con lo cual nos ahorramos la cola. Eso sí, tuvimos que
buscar por doquier el acceso para quienes tienen ya sus entradas y
que se encuentra a la vuelta del acceso principal, escondido para
ahorrar el escándalo que supone para quienes esperan ver como existe
una cola paralela de acceso rápido.
miércoles, 21 de febrero de 2018
lunes, 19 de febrero de 2018
Dos semanitas en Italia: La basílica de San Marcos
Si
la basílica catedral de Venecia lleva el nombre de San Marcos es
porque, al menos en teoría, debería tener algún relación con el
evangelista en cuestión. Y así es, si bien la relación no comienza
del modo más “santo” que uno podría imaginar. De hecho, las
reliquias de San Marcos llegaron a Venecia luego de que fueran
robadas de la ciudad en la que se encontraban, que era Alejandría.
Hoy costaría algo de imaginación relacionar Egipto y el Nilo con el
cristianismo primitivo pero para la época Alejandría era una de las
principales ciudades del imperio romano de oriente, centro religioso
del cristianismo oriental y el Islam aún no había llegado a África.
Luego
de hacerse con las reliquias de San Marcos, los venecianos decieron
construir un templo acorde a la importancia de las mismas. Fue el
nacimiento de la primera basílica de San Marcos, que se construyó a
finales del siglo IX. Recién ciento cincuenta años más tarde
comenzó a construirse la segunda iglesia, luego de que la primera
fuera quemada en una revuelta en el año 975. La iglesia actual fue
comenzada “recién” en el año 1063, y los constructores fueron
traídos desde Constantinopla.
No
es lo único que se trajo desde Constantinopla. Cuando la capital del
imperio romano oriental comenzó a decaer, su antigua colonia comenzó
a hacerse con algunos despojos del imperio bizantino. Islas aquí y
allá pero también reliquias, esculturas y columnas. Los más
famosos de estos despojos son las esculturas de los caballos de
bronce, robados tomados del hipódromo de Constantinopla cuando los
venecianos alentaron el saqueo de la ciudad durante la cuarta
cruzada.
De
todos modos, lo que vemos hoy en el exterior son réplicas, ya que
las esculturas originales (cuyo origen aún se debate si es griego o
romano) fueron retiradas del exterior y puestas a resguardo de las
inclemencias climáticas para garantizar su preservación.
sábado, 17 de febrero de 2018
Dos semanitas en Italia: Venecia II
Con
el comercio (y el saqueo) Venecia se enriqueció enormemente. Bueno,
Venecia es un decir… las que se enriquecieron fueron las familias
de comerciantes venecianos que, además de controlar la vida
económica de la “república” establecieron un sistema político
que si bien se auto titulaba republicano, claramente se
inspiraba en la república romana. O sea, había un Senado, pero sus
miembros representaban a las familias de comerciantes ricos. Había
una suerte de poder ejecutivo (el dux) que era elegido por el Senado
y en el senado estaban las misma familias ricas de siempre. O sea...
Un
punto decisivo en la historia de Venecia fue la cuarta cruzada. En
teoría, luego de la caída del reino cristiano de Jeruslén (nuevamente en manos de los musulmanes) los príncipes y los grandes
defensores de la fe católica se unieron para enviar una fuerza que
volviera a lliberar la tierra santa del dominio de los turcos, la
nueva potencia regional. Claro que en el medio los cruzados llegaron
a Constantinopla y aprovechando las divisiones internas de los
bizantinos cambiaron sus planes. ¿Para qué enfrentarse con los
turcos cuando podían saquear la capital del imperio romano de
oriente? Los venecianos participaron activamente encargándose del
transporte de las tropas y fueron de los primeros en cobrarse su
parte del botín, tanto en metales preciosos como en reliquias y
territorios, ya que se birlaron, de paso, algunas islas y tierras que
los bizantinos tenían aquí y allá.
Paradójicamente
la ciudad alcanzó así el punto máximo de su poder pero también dio comienzo al inicio de su decadencia. Luego de la toma de Constantinopla por los
cruzados, los bizantinos tuvieron que reoganizarse y tardaron cerca de
veinte años en recuperar su capital. Mientras tanto, el caos y la
desorganización regional permitieron que los sultanes turcos se
beneficiaran enormemente de la situación. Debilitado, el imperio
bizantino no pudo hacer frente a los avances turcos y finalmente cayó
en 1453. Seguidamente comenzaron una a una a caer también las
posesiones venecianas en Grecia y Medio Oriente, hasta que nada quedó
de los colonias que les habían arrebatado a los bizantinos. Ladrón
que le roba a otro ladrón...
Mientras
tanto, al otro lado de Europa también los poderes se estaban
reacomodando. Un tal Cristóforo Colombo, también conocido como
Cristobal Colón, había llegado a la India (o eso creía) por la
ruta occidental. A pesar de su error, los viajes de Colón marcaron el
comienzo de un período de auge del comercio atlántico, cuyas rutas
destronaron a las del Mediterráneo, que comenzaron a verse relegadas
a posiciones de menor importancia. Además, allí en el Atlántico
estaban las nuevas potencias: Portugal, España, Holanda, Inglaterra
y la omnipresente Francia.
Venecia
podía ser una de las mayores ciudades de Europa y sus comerciantes
unos de los más ricos, pero sus días como potencia estaban
contados. Las guerras napoleónicas no hicieron más que acelerar el
proceso. En el congreso de Viena las potencias no hicieron más que
repartirse sus despojos. La mayor parte fue a parar a manos de
Austria. Los turcos recibieron otro tanto e ingleses, españoles y
napolitanos alguna que otra isla más aquí o allá.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)