sábado, 3 de febrero de 2018

Versalles

Cuando en 1682 Luis XIV mudó la corte real francesa de París a Versalles, transformó el palacio en un símbolo de su poder y, sin saberlo, en un emblema del absolutismo y lo que los revolucionarios franceses llamaron el ancien régime.
Pero Versalles no siempre fue el epicentro de la monarquía francesa. Alguna vez fue un pueblo de la Île de France, allá lejos y hace tiempo. Al menos hasta que Luis XIII construyó un pequeño palacio para albergarse mientras cazaba –cuando no- en la región. (Para más información acerca de por qué tanto fanatismo con la cacería podés leer Moritzburg)
De Luis en Luis, no fue sino hasta la época de Luis XIV en que el palacio fue ampliado. Entre 1661 y 1668 se agregaron las dos alas laterales. Y más tarde, entre 1678 y 1715 el palacio prácticamente duplicó su tamaño cuando se agregaron las alas norte y sur.

Superponiendo datos vemos que para cuando Luis XIV se estableció en Versalles, el palacio distaba bastante de estar terminado. Tampoco es para exagerar. El Rey Sol no se mudó a una casa llena de polvo de cemento, paredes sin revocar y ventanas tapiadas. En absoluto. Y considerando la extensión que tiene el palacio, es posible que ni siquiera notara los ruidos de los continuos trabajos.
Como para la época se consideraba que el rey era poseedor del reino, las finanzas reales y las del rey eran, ¡sorpresa! las mismas. Si entraba dinero en la caja de la administración pública, era del rey, y viceversa. Con esto en mente, el ministro de economía de Luis XIV pensó que no había mal que por bien no viniera. Estableció que como la obra iba a ser llevada adelante con dinero del reino de Francia, debía realizarse comprando materias primas del mismo reino. Fácil de decir, no tanto de hacer.
Un ejemplo básico. En aquellos años Venecia tenía el monopolio de la producción de espejos. El secreto se guardaba celosamente y gracias a ello la ciudad de los canales se enriquecía enormemente.
Ahora bien, todos escuchamos hablar alguna vez del Salón de los Espejos de Versalles. Bueno, quizás no todos pero sí mucha gente. Como el nombre lo señala, para un salón de los espejos han de hacer falta, entre otras cosas, espejos. 
Espejos que debían producirse en Francia. Ventajas de ser ministro de economía de un monarca absoluto, se hicieron traer en secreto artesanos venecianos para que, a cambio de un dinero, revelasen el secreto de su producción. Claro que la república de Venecia no se quedó de brazos cruzados. Pronto despachó asesinos para silenciar a los maestros artesanos. Parece, sin embargo, que llegaron tarde.
En los apartamentos del rey parece que el estilo imperante se mantuvo desde Luis XIV en adelante. Aquí el rey tenía sus departamentos protocolares, es decir, dónde se movía rodeado de cortesanos/as y dónde se acostaba y levantaba rodeado de toda esta gente. No cualquiera tenía el honor de participar del despertar del rey, y parece que alcanzarle las pantuflas y ponerle el salto de cama eran honores que los nobles (y no tanto) se disputaban, ya que simbolizaban el favor real. En fin, tanto para después pasarle limpiar las orejas de su majestad con un cotonete …no lo entiendo. Ni aún usando el cotonete real.
Por las dudas el rey conservaba otra serie de habitaciones, que se conocían como el pequeño apartamento. Digamos que la entrada era más restringida y su función, privada. Imagino que aquí podrían dedicarse a lo suyo sin ser observado por un sinfín de alcahuetes, advenedizos y demases. Por supuesto, como en otros palacios, cada rey modificaba un poco las estancias a su antojo. Con más razón los reyes de Francia, puesto que cada uno tenía su propio estilo. Luis XIV, Luis XV y Luis XVI, cada uno mandó a redecorar los pequeños apartamentos, aunque no nos consta si lo hicieron utilizando los estilos que llevan su nombre o no.

Como dato anecdótico, en Versalles hay más de setecientas habitaciones. Obviamente, no todas eran usadas por el rey. Ya dijimos que estaban los apartamentos del rey y los apartamentos privados. La reina también tenía los suyos, claro está. También había salas con funciones protocolares, como el Salón de los Espejos, las salas de banquetes, las de bailes, la capilla y otras que tenían una función más lúdica, como el teatro.
Sin embargo, la cuenta es simple, siguen faltando habitaciones. Muchas estaban también destinadas a la corte y los nobles en general. Lindo caldo de cultivo. Alguien que cree ser el estado rodeado de personas dispuestas a hacérselo creer…  En fin, para el rey era una forma de tener a los nobles controlados y, seguramente, de tener algún representante de cada familia en caso de emergencia. Para los cortesanos… bueno, lo de siempre, quién tiene la habitación más grande, qué familia tiene más, quién está más cerca de la entrada, quién del rey.
Y así, claro, había familias enteras que vivían en Versalles mientras que otras apenas tenían una habitación que se usaba para cambios de ropa y rosqueos, teniendo que construirse una residencia en el pueblo de Versalles, que parece que experimentó un ligera burbuja inmobiliaria. Si al final, ya nadie inventa nada.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece de cuento... Cuesta entender que allí se vivía.

Anónimo dijo...

Y que no había baños (cuentan)
:)

Nicolás dijo...

Por eso había tanto perfume y andaban empolvados/as. Cuenta la leyenda que se pueden contar con los dedos de una (¡UNA!) mano la cantidad de veces que Luis XV se bañó, muchas de las cuales fueron por estricta prescripción médica. Y no, baños - baños no había. Había habitaciones que tenían esa función pero ni tenían agua corriente ni bañera.