Con
el comercio (y el saqueo) Venecia se enriqueció enormemente. Bueno,
Venecia es un decir… las que se enriquecieron fueron las familias
de comerciantes venecianos que, además de controlar la vida
económica de la “república” establecieron un sistema político
que si bien se auto titulaba republicano, claramente se
inspiraba en la república romana. O sea, había un Senado, pero sus
miembros representaban a las familias de comerciantes ricos. Había
una suerte de poder ejecutivo (el dux) que era elegido por el Senado
y en el senado estaban las misma familias ricas de siempre. O sea...
Un
punto decisivo en la historia de Venecia fue la cuarta cruzada. En
teoría, luego de la caída del reino cristiano de Jeruslén (nuevamente en manos de los musulmanes) los príncipes y los grandes
defensores de la fe católica se unieron para enviar una fuerza que
volviera a lliberar la tierra santa del dominio de los turcos, la
nueva potencia regional. Claro que en el medio los cruzados llegaron
a Constantinopla y aprovechando las divisiones internas de los
bizantinos cambiaron sus planes. ¿Para qué enfrentarse con los
turcos cuando podían saquear la capital del imperio romano de
oriente? Los venecianos participaron activamente encargándose del
transporte de las tropas y fueron de los primeros en cobrarse su
parte del botín, tanto en metales preciosos como en reliquias y
territorios, ya que se birlaron, de paso, algunas islas y tierras que
los bizantinos tenían aquí y allá.
Paradójicamente
la ciudad alcanzó así el punto máximo de su poder pero también dio comienzo al inicio de su decadencia. Luego de la toma de Constantinopla por los
cruzados, los bizantinos tuvieron que reoganizarse y tardaron cerca de
veinte años en recuperar su capital. Mientras tanto, el caos y la
desorganización regional permitieron que los sultanes turcos se
beneficiaran enormemente de la situación. Debilitado, el imperio
bizantino no pudo hacer frente a los avances turcos y finalmente cayó
en 1453. Seguidamente comenzaron una a una a caer también las
posesiones venecianas en Grecia y Medio Oriente, hasta que nada quedó
de los colonias que les habían arrebatado a los bizantinos. Ladrón
que le roba a otro ladrón...
Mientras
tanto, al otro lado de Europa también los poderes se estaban
reacomodando. Un tal Cristóforo Colombo, también conocido como
Cristobal Colón, había llegado a la India (o eso creía) por la
ruta occidental. A pesar de su error, los viajes de Colón marcaron el
comienzo de un período de auge del comercio atlántico, cuyas rutas
destronaron a las del Mediterráneo, que comenzaron a verse relegadas
a posiciones de menor importancia. Además, allí en el Atlántico
estaban las nuevas potencias: Portugal, España, Holanda, Inglaterra
y la omnipresente Francia.
Venecia
podía ser una de las mayores ciudades de Europa y sus comerciantes
unos de los más ricos, pero sus días como potencia estaban
contados. Las guerras napoleónicas no hicieron más que acelerar el
proceso. En el congreso de Viena las potencias no hicieron más que
repartirse sus despojos. La mayor parte fue a parar a manos de
Austria. Los turcos recibieron otro tanto e ingleses, españoles y
napolitanos alguna que otra isla más aquí o allá.
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