sábado, 17 de febrero de 2018

Dos semanitas en Italia: Venecia II

Con el comercio (y el saqueo) Venecia se enriqueció enormemente. Bueno, Venecia es un decir… las que se enriquecieron fueron las familias de comerciantes venecianos que, además de controlar la vida económica de la “república” establecieron un sistema político que si bien se auto titulaba republicano, claramente se inspiraba en la república romana. O sea, había un Senado, pero sus miembros representaban a las familias de comerciantes ricos. Había una suerte de poder ejecutivo (el dux) que era elegido por el Senado y en el senado estaban las misma familias ricas de siempre. O sea...
Un punto decisivo en la historia de Venecia fue la cuarta cruzada. En teoría, luego de la caída del reino cristiano de Jeruslén (nuevamente en manos de los musulmanes) los príncipes y los grandes defensores de la fe católica se unieron para enviar una fuerza que volviera a lliberar la tierra santa del dominio de los turcos, la nueva potencia regional. Claro que en el medio los cruzados llegaron a Constantinopla y aprovechando las divisiones internas de los bizantinos cambiaron sus planes. ¿Para qué enfrentarse con los turcos cuando podían saquear la capital del imperio romano de oriente? Los venecianos participaron activamente encargándose del transporte de las tropas y fueron de los primeros en cobrarse su parte del botín, tanto en metales preciosos como en reliquias y territorios, ya que se birlaron, de paso, algunas islas y tierras que los bizantinos tenían aquí y allá.
Paradójicamente la ciudad alcanzó así el punto máximo de su poder pero también dio comienzo al inicio de su decadencia. Luego de la toma de Constantinopla por los cruzados, los bizantinos tuvieron que reoganizarse y tardaron cerca de veinte años en recuperar su capital. Mientras tanto, el caos y la desorganización regional permitieron que los sultanes turcos se beneficiaran enormemente de la situación. Debilitado, el imperio bizantino no pudo hacer frente a los avances turcos y finalmente cayó en 1453. Seguidamente comenzaron una a una a caer también las posesiones venecianas en Grecia y Medio Oriente, hasta que nada quedó de los colonias que les habían arrebatado a los bizantinos. Ladrón que le roba a otro ladrón...
Mientras tanto, al otro lado de Europa también los poderes se estaban reacomodando. Un tal Cristóforo Colombo, también conocido como Cristobal Colón, había llegado a la India (o eso creía) por la ruta occidental. A pesar de su error, los viajes de Colón marcaron el comienzo de un período de auge del comercio atlántico, cuyas rutas destronaron a las del Mediterráneo, que comenzaron a verse relegadas a posiciones de menor importancia. Además, allí en el Atlántico estaban las nuevas potencias: Portugal, España, Holanda, Inglaterra y la omnipresente Francia.

Venecia podía ser una de las mayores ciudades de Europa y sus comerciantes unos de los más ricos, pero sus días como potencia estaban contados. Las guerras napoleónicas no hicieron más que acelerar el proceso. En el congreso de Viena las potencias no hicieron más que repartirse sus despojos. La mayor parte fue a parar a manos de Austria. Los turcos recibieron otro tanto e ingleses, españoles y napolitanos alguna que otra isla más aquí o allá.

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