En 1530
un viejo conocido nuestro hizo su entrada en Bolonia. Un tal Carlos
V, nacido en Gante, nieto de los reyes católicos y heredero de los
tronos de España, Austria, Nápoles y los Países Bajos. El mismo
que tuvo su corte en Toledo y pasó su luna de miel en Granada. El
que luego se estableció en Viena y tuvo que lidiar con Lutero y la
Reforma. Por un momento se siente como si la mitad de nuestros viajes
se cruzaran en el tiempo. En fin, mejor dejo los divages de lado
y vuelvo a la historia. Carlos en 1530 fue a Bolonia para que el Papa
de turno, Clemente VII, lo coronara Emperador del Sacro Imperio Romano
Germánico. De hecho, Carlos V fue el último emperador en ser
coronado por un Papa.
La
ceremonia debería haber tenido lugar en Roma pero… por motivos de
seguridad se decidió realizarla en Bolonia. Digamos que en Roma el
Carlos no era especialmente popular, no al menos desde que tres años
antes él mismo se hubieraa encargado de asediar y saquear la ciudad.
A
lo largo del Renacimiento Bolonia se estableció como una de las
principales ciudades del Papado, un importante centro universitario
(de hecho, por mucho tiempo se la conoció como Bolonia,
la docta) y un centro activo de arte y
comercio. Entre los muchos personajes que estudiaron en Bolonia se
encuentran Dante Aliguieri, Petrarca, Erasmo y Nicolás Copérnico.
A pesar
de su importancia, la ciudad no fue un centro artístico y financiero
tan importante como la cercana Florencia ni su comercio podía
compararse con el de Venecia o Génova. Sin embargo eso no implicó
que las familias comerciantes de la ciudad no tuvieran cierto
dinerillo que les permitiera construir sus palazzos (con sus respectivas torres) y decorar sus
iglesias sin preocuparse especialmente por los gastos, aunque muchas veces luego no pudieran terminar de recubrir sus exteriores en mármol.
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