Allá lejos y hace tiempo -cuando todavía existía el
imperio romano- en la zona en la que hoy está Saint Denis, existió un
cementerio. En este cementerio se construyó un mausoleo y en el siglo V Santa
Genoveva hizo construir una capilla. A esta capilla se trajeron los restos de
Saint Denis en el año 630. Como Denis había sido uno de los primeros
evangelizadores cristianos en la región y el primer obispo de París, la capilla
devino lugar de peregrinación.
La capilla se amplió, se cambió, recibió agregados aquí y
allá y a medida que Francia se consolidaba como reino, San Denis se transformó
en su santo protector.
No sólo estaban en la capilla las reliquias del Saint
Denis sino que la iglesia se convirtió en el lugar de entierro de los reyes de
Francia, contando en la actualidad con más de treinta tumbas reales.
A mediados del siglo XII se efectuó una de las más
importantes renovaciones de la capilla. No sólo por la importancia de la obra
sino porque, como resultado, se demolieron buena parte de los ornamentos románicos
y se trabajó en un nuevo estilo de arquitectura. La idea de esta remodelación
era, para variar, hacer un templo que reflejara la importancia simbólica que había adquirido el lugar. Para eso se decidió contar con techos más altos, ventanas más grandes, incorporar un poco de
influencia normanda y superar el estilo románico. El resultado fue la aparición
de un nuevo estilo arquitectónico. Nosotros hoy lo conocemos con el nombre de gótico.
Y comenzó aquí, en la catedral de Saint Denis.
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