No sé si a alguien le llamó la atención... pero hasta ahora no hubo ni media foto del puerto. Y eso que se supone que fue una ciudad hanseática, que hizo (y hace) las veces de salida al mar de Polonia y que a lo largo de los siglos ha preservado su posición como plaza fuerte del mercado del ámbar... En fin, por lo menos debería haber un muelle que le haga honor a tanto abolengo mercachifle. Y lo hay. Por partida doble. Está el puerto viejo, el de los turistas, el que todos queremos ver... y está el otro, en las afueras de la ciudad, medio escondido entre galpones abandonados, alambrados y autopistas. No hace falta que diga cuál de los dos es el más fotogénico.
jueves, 31 de mayo de 2018
miércoles, 30 de mayo de 2018
domingo, 27 de mayo de 2018
Finde largo en Polonia: Gdansk (segunda parte)
Previously, on Gdansk. Los polacos fundan la ciudad, lo alemanes se intalan en ellos, los duques le venden la ciudad a el elector de Brandenburgo, después se la devuelven a los polacos, los daneses se la birlan, los caballeros teutónicos se la sacan y se la devuelven (billete mediante) al rey de Polonia, pero al tiempo se lo piensan mejor y la ocupan, pero esta vez para quedársela. Pero no por mucho porque los polacos se unen a los lituanos y recuperan por enésima vez.
Llegamos así a finales del renacimiento, cuando -por
primera vez en su historia- Gdansk pasó más de trescientos años en
el mismo país. Digamos que se trata de todo un récord para la región. Muy a pesar de lo
que se pueda imaginar, en esa época no resultó especialmente
complicado que en la ciudad convivieran todos los grupos bajo la
corona polaca e incluso buena parte de los germanoparlantes se
convirtieron a luteranismo durante la reforma protestante sin mayores problemas.
Arriba, la puerta dorada vista desde la ciudad vieja. Abajo, la armería holandesa
Claro que, desafortunadamente para Polonia, las cosas estaban a punto de ponerse feas. ¿Por qué? Porque pronto habría de comenzar una seguidilla de hechos bochornosos que iban a implicar en un tole-tole de proporciones épicas al reino de Polonia-Lituania, Rusia, Prusia, Austria y andá-a-saber-quién-más.
Arriba, parte del puerte viejo y la puerta verde. Abajo, el edificio del mercado
Al final, Gdansk quedó del lado prusiano cuando
Austria, Prusia y Rusia decidieron dejar sus diferencias de lado (por
cinco años nomás) para hacerle la guerra a Polonia, repartirse su
territorio y después volver a sus eternas peleas. Gdánsk volvió a
ser Danzig. En realidad nunca había dejado de serlo; los
germanoparlantes se referían a la ciudad como Danzig, los polacos
Gdánsk, los cachubas... en fin, se entiende.
Al
igual que el resto de Prusia, Danzig terminó integrándose en el
imperio alemán cuando Bismarck se salió con la suya y logró
concretar el proyecto de unificación alemana con hegemonía
prusiana. Esto contribuyó a que la ciudad tuviera un perfil alemán
cada vez mayor. Esto fue un problema cuando luego de la primera
guerra mundial se decidió resucitar el estado polaco. ¿Por qué?
Porque los polacos querían/necesitaban una salida al mar báltico,
función que le quedaba perfecta a Danzig, con el único detalle de
que los polacos eran una minoría en la ciudad. Solución: hacer que
Danzig fuera una ciudad libre, una suerte de entelequia que para
ciertos asuntos la colocaba en la órbita polaca (relaciones
internacionales, administración del puerto) pero para otros era casi
como un estado independiente (palabra clave:casi). Podría decirse
que era una solución que no dejaba contento/a a nadie. Los/as
alamenes/as sentían que les habían arrebatado la ciudad. Los/as polacos/as pensaban que merecían control absoluto del puerto,
la ciudad y la región. O sea, nadie contento. En este polvorín a punto de explotar, el
único ingrediente que faltaba era Hitler, que usó la cuestión de
Danzig para agitar la bandera del nacionalismo y reclamar la anexión
de Danzig a Alemania. Una bomba de tiempo que terminó desencadenando
la segunda guerra mundial.
La
ciudad fue liberada por el ejército soviético y tras los nuevos
corrimientos y reordenamientos de fronteras quedó -definitiva y
claramente- en el lado polaco. Digamos, en el medio de la costa norte
de la Polonia contemporánea. Para evitar futuros problemas se evacuó
a la población germanoparlante (como en el resto de Europa
oriental). Ya, no quedaron alemanes/as en Gdansk y nadie podría jamás volver a reclamar que por su población la ciudad tendría que oncorporarse a tal o cual estado.
Desde
etonces Gdansk es el primer puerto de Polonia, una de sus mayores
ciudades y la cuna del sindicato Solidaridad, que nació en el ceno de los astillerosde la ciudad.
viernes, 25 de mayo de 2018
Finde largo en Polonia: Gdansk (primera parte)
La
primera mención que se hace de Gdansk es del año 999, o sea que ya
superó (holgadamente) su primer milenio de vida. Por aquella época
se llamaba Gyddannyzc
. Se ve que como eran demasiadas consonantes juntas incluso para los
eslavos -amantes de las palabras con pocas vocales si los hay- el
nombre terminó siendo Gdansk en polaco y Gduńsk
en cachuba. Si pensás que es un chiste, pues no lo es. El cachuba es un
idioma eslavo muy vinculado al polaco pero diferente de él y sus
hablantes se han sentido -en gran medida- étnicamente diferentes del
resto de los polacos. De hecho, suele decirse que la población de la
ciudad ha estado dividida en tres grupos principales separados por
fronteras etnolingüísticas más o menos establecidas: cachubas,
polacos y germano-parlantes.
Volviendo
un poco atrás (mil años, ponele) se cree que la ciudad nació como
una salida al mar del primer reino de Polonia que necesitaba algún
tipo de “puerta” al Báltico que le permitiera comerciar por vía
marítima con el resto de sus vecinos. Se supone que la ciudad nació
en torno al actual mercado largo, la iglesia de San Nicolás y
la fortaleza.
El "mercado largo": arriba, la municipalidad, abajo, las casas patricias
Hacia
el siglo XIII la ciudad ya tenía un mercado bastante activo,
dominado en gran medida por los comerciantes alemanes que venían
-principalemente- de Lübeck: era plena época de expansión de la
Liga Hanseática (Podés leer más sobre la liga hanseática aquí). De hecho, en los siglos XIII y XIV
la ciudad comenzó a recibir cada vez más inmigrantes provenientes
de Lübeck y los duques de Pomerania no sólo reconocieron a Gdánsk
con el estátus de ciudad sino que también le dieron cierta
autonomía y la dejaron autogobernarse siguiendo el estatuto de
Lübeck.
Fortificaciones históricas: arriba, la puerta del oro, abajo, la antigua cárcel (actual museo del ámbar)
En
un episodio que parece por demás extraño, parece que los duques de
Pomerania (en teoría vasallos de Polonia) le vendieron (¿temprana
privatización?) la ciudad a Brandenburgo. Sí. Así, sin más,
vendieron la ciudad. Al rey de Polonia mucho no le gustó esto de que
sus súbditos anduvieran vendiendo sus ciudades así que le sugirió
al elector de Brandenburgo que le devolviera su ciudad. Un poco a
regañadientes éste aceptó y abandonó Gdansk pero, entre tanto,
los daneses llegaron y la ocuparon antes de que llegaran las tropas
polacas. Entonces intervinieron (una vez más) los caballeros de la
Orden Teutónica que echaron a los daneses y devolvieron (a cambio de
un módico precio) la ciudad a los polacos.
Diez
años más tarde el ejército de la Orden Teutónica volvió a
capturar Gdansk, pero esta vez no como mercenarios sino como conquistadores y ocupantes
“permanentes”. Establecieron una serie de defensas y
fortificaciones (previa matanza de quienes se resistieran) y
estimularon la colonización del área con inmigrantes provenientes
de distintas regiones de Alemania. Y así podría pasar un largo
tiempo. Brandenburgo, la orden teutónica, Polonia, sacándosela unos
a otros por los siglos de los siglos. Amén. Al menos por dos
siglos más, hasta mediados del siglo XV cuando la ciudad quedó del
lado polaco.
Centro histórico: Arriba, la municipalidad y la estatua de Neptuno.
Ya
en el reino de Polonia (pero simultáneamente miembro de la Liga Hanseática) Gdansk
obtuvo una serie de derechos y benefecios de la corona. Básicamente
el autogobierno, excenciones de impuestos y demás ventajas que la
colocaban en una posición comercial bastante conveniente. La ciudad
creció y para el siglo XVI ya era la ciudad más grande de Polonia,
habitada por una mayoría germanoparlante con dos grandes minorías:
la polaca y la cachuba. Menos numerosos pero igualmente presenteses había también lituanos y holandeses. Si lo pensás es un poco raro... era
la ciudad más grande de Polonia pero dentro de la ciudad los polacos
eran minoría. De todos modos, como aún faltaba un poco para llegar
al siglo XIX, el conflicto que supone tal contradicción permanecía
latente aunque sin explotar. Tic, tac, tic, tac...
sábado, 19 de mayo de 2018
Finde largo en Polonia: la previa
Se
ve que a (cierta) gente debe gustarle mucho presumir. Sino no se
entiende que un grupo de caballeros cruzados decidieran
(auto)denominarse con el pomposo nombre de “Orden de los Teutónicos
Caballeros del Hospital Militar de Santa María de Jerusalém”.
Para los simples mortales son, simplemente, la
orden teutónica (acepta
variante de orden
de los caballeros teutónicos).
Más que son debiera decir eran, ya que la orde fue disuelta en la
época de la reforma protestante, pero por ahora, mejor no
adelantarme.
A pesar de lo germánico que suena su nombre original, la orden fue fundada en Palestina, allá por el 1190, en plena época de las cruzadas. Se trató primero de una orden religioso-hospitalaria que pretendía ayudar (y proteger) a los/as peregrinos/as que visitaban la (recientemente) recuperada tierra santa. Pero (imaginarán que en esta historia si hay algo que abundan son los "pero...") al tiempo -y siguiendo el modelo de los caballeros Templarios- la orden devino más militar que hospitalaria.
Cuando los cruzados fueron derrotados tuvieron que volver a Europa pero, lejos de disolverse, la orden siguió viva. Primero anduvieron por Venecia y luego se establecieron en Transilvania, de dónde fueron expulsados por el rey de Hungría. Al parecer la Orden Teutónica no era especialmente bien recibida porque, en general, duques y reyes por igual temían que la lealtad principal de los caballeros fuera siempre para con el Papa y no con su señor territorial. A la luz de lo que después pasó resulta curioso pero bueno, ya me estoy adelantando como trescientos años (Spoilers...).
Momentaneamente volvieron a Palestina y allí se quedaron por cerca de setenta años hasta que hacia el 1300 el último de los reinos cruzados fue (re)conquistado por los musulmanes y la orden se vio forzada a revaluar su función. ¿De qué servía una orden militar cruzada cuando todas las cruzadas habían fracasado? El emperador Federico II tuvo (lo que para él fue) una idea brillante: poner en marcha una nueva cruzada (parece que los presidentes estadounidenses no han inventado nada nuevo). No para (re)conquistar Palestina sino para
Hacia el 1400 la Orden se había convertido en una pequeña potencia regional. Consolidó su dominio sobre Prusia y conquistó Gdánsk (Danzig), Estonia y Letonia, entre otras regiones. Tanto que atrajo la mirada de los dos grandes estados locales: el gran ducado de Lituania y el reino de Polonia, que se aliaron y despojaron a la orden de una parte considerable de sus conquistas. Con todo, la Orden de los caballeros teutónicas continuó existiendo y estimulando la colonización germana de Prusia y la costa del báltico.
En el 1525 la Reforma protestante llegó a la región. Y el Gran Maestre de la Orden -que era su máxima autoridad- decidió sumarse a la movida y convertirse él también al luteranismo. Hasta acá no parace haber nada excepcionalmente raro con una salvedad. Uno de los puntos de la doctrina luterana indicaba que la iglesia (como institución) no debía dedicarse a ejercer el poder temporal. Asimismo, no había lugar para órdenes monásticas ni nada que se le pareciera. Como resultado (muy conveeniente para el principal interesado) la Orden se disolvió, su estado se tranformó en un ducado y el Gran Maestre ¡sorpresa!, fue nombrado duque. Así nació el ducado de Prusia. Cien añitos más tarde, Prusia y Brandenburgo se unieron a través del matrimonio de sus herederos y zás, años más, años menos, nació el reino de Prusia. De todos modos, eso ya es parte de otra historia.
jueves, 17 de mayo de 2018
Manual básico de supervivencia turística
LETRA R
Radler
Cerveza
(rubia) que viene con limón incorporado. Existen distintas
variedades, con más o menos limón. Son especialmente populares en
verano, sobre todo en el mundo germánico. Aún no hay acuerdo acerca
de si el término utilizado en Suiza panaché
alude a la misma cosa o, más bien, a algo que se le parece.
Rinder
Ternera,
en alemán. Al fin, carne de vaca.
Rösti
Sé
que si un(a) suizo/a lee esto me va a matar. Aún alguien que sin ser
suizo conozca mínimamente la cocina helvética podrá estar en
desacuerdo pero... a falta de mejor explicación, digamos que es una
suerte de tortilla (pero sin huevo) hecha con papas casi hervidas y
rayadas pero que a su vez se asemeja bastante a una hamburguesa
grande de papas (si es que tal cosa existiera). Un clásico de la
comida suiza. Puede ser sólo de papas o venir con jamón, panceta,
morrón o lo que fuera. Normalmente oficia de guarnición.
Röstigrabe
Literalmente,
el foso / la zanja del rösti, la frontera cultural e idiomática
entre la Suiza alemana (donde se come rösti) y la francesa (donde la
cocina se parece más a la francesa).
Ruso
Idioma
oficial de la Federación Rusa (Rusia, que le dicen) y prácticamente
el único hablado en el país, al menos en su parte occidental.
Durante los años en los que existió el “bloque socialista” el
ruso era estudiado en casi todos los países que integraban lo
integraban. Por lo tanto en Europa oriental muchas personas mayores
de 35 años suelen -si no hablarlo- al menos chapucear un poco y
leerlo. Para quienes quieran viajar a Rusia por su propia cuenta se
recomienda el aprendizaje de algún que otro vocablo rudimentario en
el idioma ya que incluso en San Petersburgo (que se supone es “la
ventana a Europa”) el uso del inglés está sumamente limitado.
Encontrar mayores de 30 o 35 años que hablen cabalmente inglés
parece ser más una entelequia que una posibilidad real.
miércoles, 16 de mayo de 2018
lunes, 14 de mayo de 2018
El dominio de María Antonieta
Por cuestiones
de marketing, historia y morbo, una de las más famosas habitantes del palacio de Versalles fue María Antonieta. Hija de María Teresa de Austria, su matrimonio con el
entonces delfín y heredero al trono de Francia debía sellar la tregua entre dos
rivales históricos y cimentar la alianza de ambos reinos. Digamos que la
historia no estuvo a su favor y que ni su marido ni ella tuvieron la
sensibilidad suficiente para darse cuenta de que algo estaba pasando. Ese algo
era la previa a la revolución francesa. Sin embargo, mucho antes de pasar por
la guillotina, María Antonieta tuvo tiempo suficiente para meter ella también la
cuchara en Versalles. Claro, todo eso financiado por el reino, lo cual suena a
un eufemismo bastante laxo a la hora de referirse a los franceses que pagaban
impuestos, que para la época eran todos con las notables excepciones de los
nobles y los religiosos y los
miembros de la corte suprema de justicia.
El área de
intervención de la reina fueron, obviamente, sus apartamentos y sus dominios.
Sí, los dominios de la reina. Así era como se conocía el mundo de granjas y
jardines que mandó construir María Antonieta en los jardines de Versalles para jugar a la campesina, a la jardinera y a todo
cuanto le viniera en gana. Al menos, mientras conservó la cabeza en su lugar.
Y si mientras conservó la corona (y la cabeza) la reina quería jugar a la granjera -pues para algo se es reina de una monarquía absoluta- a hacer un pueblo entero de granjas y granjitas en medio de los jardines de Versalles.
sábado, 12 de mayo de 2018
Yapa de Barcelona: el Park Güell
El Park Güell fue otra
de las obras que nació de la asociación entre la familia Güell y Gaudí. De
hecho, en el inicio de su carrera, los Güell actuaron como mecenas del joven arquitecto y a través de los
trabajos que le encargaron fueron quienes lo presentaron en la sociedad
catalana. La relación entre Gaudí y los Güell comenzó casi por casualidad.
Gaudí diseñó para el suegro del señor Güell una casa de veraneo. Fue el
comienzo de una larga y prolífica relación. Los Güell encargaron a Gaudí la
remodelación de su residencia urbana (el Palau Güell), de su residencia rural
(la finca Güell) y de la cripta familiar.
Algunos años más
tarde, con Gaudí ya consagrado, pensaron un proyecto conjunto. Una suerte de
barrio cerrado ubicado en las que eran en la época las afueras de la ciudad. El
barrio debería ofrecer una apariencia absolutamente fantástica para que sus
habitantes se atrevieran a construir sus casas en el más delirante menos
convencional estilo modernista.
Hoy es el Park Güell.
Y claro, no llegó a convertirse en urbanización ni mucho menos. A mitad de
camino algunos de los inversores se retiraron y los Güell y Gaudí quedaron
solos en el proyecto.
Eso no significó que
todo quedara a medio terminar. Afortunadamente los dos edificios de acceso, la
columnata del mercado y una parte de los parques comunes fueron finalizados
antes del apresurado final del poyecto.
Uno de los espacios
más famosos seguramente es la columnata de lo que suponía debía ser una
suerte de mercado con su terraza. Hoy en día una de las postales infaltables de
Barcelona.
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