Por cuestiones
de marketing, historia y morbo, una de las más famosas habitantes del palacio de Versalles fue María Antonieta. Hija de María Teresa de Austria, su matrimonio con el
entonces delfín y heredero al trono de Francia debía sellar la tregua entre dos
rivales históricos y cimentar la alianza de ambos reinos. Digamos que la
historia no estuvo a su favor y que ni su marido ni ella tuvieron la
sensibilidad suficiente para darse cuenta de que algo estaba pasando. Ese algo
era la previa a la revolución francesa. Sin embargo, mucho antes de pasar por
la guillotina, María Antonieta tuvo tiempo suficiente para meter ella también la
cuchara en Versalles. Claro, todo eso financiado por el reino, lo cual suena a
un eufemismo bastante laxo a la hora de referirse a los franceses que pagaban
impuestos, que para la época eran todos con las notables excepciones de los
nobles y los religiosos y los
miembros de la corte suprema de justicia.
El área de
intervención de la reina fueron, obviamente, sus apartamentos y sus dominios.
Sí, los dominios de la reina. Así era como se conocía el mundo de granjas y
jardines que mandó construir María Antonieta en los jardines de Versalles para jugar a la campesina, a la jardinera y a todo
cuanto le viniera en gana. Al menos, mientras conservó la cabeza en su lugar.
Y si mientras conservó la corona (y la cabeza) la reina quería jugar a la granjera -pues para algo se es reina de una monarquía absoluta- a hacer un pueblo entero de granjas y granjitas en medio de los jardines de Versalles.
2 comentarios:
Hace añares -entre los dizfraces "típicos" para niñas de Casa Lamota- figuraba el de "pastora", que no era para nada algo simple o barato sino una copia de las ropas que se ponían Mª Antonieta y las damas de su corte para jugar en esos jardines y que se pueden ver en pinturas y biscuits de la época.
Es que jugaba a la pastorcita... pero con el encanto que le correspondía a alguien de su "nivel" (y que se ve que muy buena prensa no le hizo)
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