sábado, 19 de mayo de 2018

Finde largo en Polonia: la previa


Se ve que a (cierta) gente debe gustarle mucho presumir. Sino no se entiende que un grupo de caballeros cruzados decidieran (auto)denominarse con el pomposo nombre de “Orden de los Teutónicos Caballeros del Hospital Militar de Santa María de Jerusalém”. Para los simples mortales son, simplemente, la orden teutónica (acepta variante de orden de los caballeros teutónicos). Más que son debiera decir eran, ya que la orde fue disuelta en la época de la reforma protestante, pero por ahora, mejor no adelantarme.

A pesar de lo germánico que suena su nombre original, la orden fue fundada en Palestina, allá por el 1190, en plena época de las cruzadas. Se trató primero de una orden religioso-hospitalaria que pretendía ayudar (y proteger) a los/as peregrinos/as que visitaban la (recientemente) recuperada tierra santa. Pero (imaginarán que en esta historia si hay algo que abundan son los "pero...") al tiempo -y siguiendo el modelo de los caballeros Templarios- la orden devino más militar que hospitalaria.

Cuando los cruzados fueron derrotados tuvieron que volver a Europa pero, lejos de disolverse, la orden siguió viva. Primero anduvieron por Venecia y luego se establecieron en Transilvania, de dónde fueron expulsados por el rey de Hungría. Al parecer la Orden Teutónica no era especialmente bien recibida porque, en general, duques y reyes por igual temían que la lealtad principal de los caballeros fuera siempre para con el Papa y no con su señor territorial. A la luz de lo que después pasó resulta curioso pero bueno, ya me estoy adelantando como trescientos años (Spoilers...).

Momentaneamente volvieron a Palestina y allí se quedaron por cerca de setenta años hasta que hacia el 1300 el último de los reinos cruzados fue (re)conquistado por los musulmanes y la orden se vio forzada a revaluar su función. ¿De qué servía una orden militar cruzada cuando todas las cruzadas habían fracasado? El emperador Federico II tuvo (lo que para él fue) una idea brillante: poner en marcha una nueva cruzada (parece que los presidentes estadounidenses no han inventado nada nuevo). No para (re)conquistar Palestina sino para 
apoderarse de cristianizar la costa del mar Báltico. Los caballeros se establecieron en Prusia, formaron su propio estado y se dedicaron a conquistar a sus vecinos para someterlos a la autoridad del emperador y, accesoriamente, convertirlos al catolicismo.

Hacia el 1400 la Orden se había convertido en una pequeña potencia regional. Consolidó su dominio sobre Prusia y conquistó Gdánsk (Danzig), Estonia y Letonia, entre otras regiones. Tanto que atrajo la mirada de los dos grandes estados locales: el gran ducado de Lituania y el reino de Polonia, que se aliaron y despojaron a la orden de una parte considerable de sus conquistas. Con todo, la Orden de los caballeros teutónicas continuó existiendo y estimulando la colonización germana de Prusia y la costa del báltico.

En el 1525 la Reforma protestante llegó a la región. Y el Gran Maestre de la Orden -que era su máxima autoridad- decidió sumarse a la movida y convertirse él también al luteranismo. Hasta acá no parace haber nada excepcionalmente raro con una salvedad. Uno de los puntos de la doctrina luterana indicaba que la iglesia (como institución) no debía dedicarse a ejercer el poder temporal. Asimismo, no había lugar para órdenes monásticas ni nada que se le pareciera. Como resultado (muy conveeniente para el principal interesado) la Orden se disolvió, su estado se tranformó en un ducado y el Gran Maestre ¡sorpresa!, fue nombrado duque. Así nació el ducado de Prusia. Cien añitos más tarde, Prusia y Brandenburgo se unieron a través del matrimonio de sus herederos y zás, años más, años menos, nació el reino de Prusia. De todos modos, eso ya es parte de otra historia.

No hay comentarios: