Con
el paso los años, las obras en la fortaleza de Königstein han generado una
especie de capas de cebolla que se acumulan sobre el edificio original. Desde
el año 1300 hasta el 1900 se fueron incorporando defensa tras defensa,
construcciones al último grito de la moda
militar. Primero contra flechas y armas de asedio, luego contra disparos de
infantería o cañones y -más contemporáneamente- proyectiles de tipo más moderno. Las
defensas dejaron de ser las troneras y torres fortificadas y pasaron a ser cada
vez más los edificios primero puestos a resguardo del fuego enemigo, que luego
comenzaron a estar cubiertos por capas de piedra y arena y –finalmente-
enterrados bajo de metros de tierra y concreto.
Durante
las revoluciones liberales de 1830 y 1848 la familia real sajona huyó de
Dresden, que se encontraba en plena ebullición. Con liberales, socialistas y
hasta anarquistas pululando por la ciudad, proliferaron las barricadas y juntas
populares. Horrorizados por tanta agitación social, los Wettin vinieron al
lugar al que iban siempre que necesitaban sentirse seguros, Königstein. Paradójicamente,
cuando las tropas reales controlaron la situación y reprimieron a cuanto
revolucionario hubiera por ahí, la parte vieja del castillo hospedó –entre
otros- al anarquista Mikhail Bakunin. No porque Bakunin quisiera sentirse
seguro sino porque, para que ricos y nobles se sintieran seguros, la justicia real lo había castigado
a reclusión y aislamiento civil en una institución militar. De donde yo vengo, a eso se llama cárcel por razones políticas. Eso sí, hay que reconocerlo, como
sentencia es un tanto original.
En
1866 tuvo lugar un evento fundamental para la historia de Alemania (que aún no
existía como tal), la guerra austro-prusiana. En este enfrentamiento Sajonia
participó del lado austríaco, que resultó perdedor. No es que los sajones
tuvieran un gran amor por los austríacos. Simplemente, los preferían a los
prusianos, que tenían un claro plan para unificar Alemania desde Berlín. Eso
sin mencionar cierto rencor histórico ya que luego de las guerras napoleónicas
los prusianos se habían anexionado la mitad de lo que había sido el reino de
Sajonia. Estaba claro para los sajones que si Prusia ganaba la guerra, su
margen de independencia se iba a ver reducido, como, efectivamente, ocurrió.
Los acontecimientos de 1866 fueron la última movilización masiva en la
fortaleza. Apenas comenzado el tole-tole,
el rey y el alto mando sajón se retiraron al campamento militar mientras que
los tesoros de la bóveda, la recaudación y el dinero de bancos y empresas fue
enviado en tren hasta el pueblo de Königstein y desde allí subido en carretas
hasta la fortaleza.
Según
la folletería del museo, la operación estuvo coordinada por los servicios
secretos sajones, que no dudaron en usar la última tecnología disponible para
poner a resguardo el dinero. Así llegaron a informar vía telégrafo el recorrido
del tren que traía tan valioso cargamento y mantuvieron al tanto al mando de la
fortaleza de cuanto ocurría.
Sin
embargo, más allá de poner los barriles repletos de monedas de plata y otros
tesoros a resguardo, nada ocurrió en la
fortaleza. El resultado de la guerra fue decidido en batallas que ocurrieron a
varios kilómetros de distancia y Könisgtein se mantuvo -nuevamente- fuera del
frente de guerra. Una vez más, la fortaleza no había sido puesta a prueba. Hay
que decirlo, seguía manteniendo el título de inexpugnable, pero -básicamente- porque nadie jamás había intentado
conquistarla.
A
pesar de no haber intervenido activamente en la guerra, el resultado de los
acontecimientos sí afectó a la fortaleza, que por primera vez en cerca de
cuatrocientos años dejó de tener comandante y guarnición sajona y pasó a
depender del ejército prusiano. Finalmente en 1871, cuando Alemania terminó de
unificarse, el mando prusiano fue reemplazado por… un mando prusiano que ahora
representaba al recientemente nacido Imperio Alemán. Lo único que el gobierno
de Sajonia conservó fue “la casa del tesoro”, es decir, el depósito donde se
guardaban los barriles de monedas (según el cálculo de la audioguía, cuando
estaban llenos de monedas pesaban 235 kilos) y los lingotes de oro del tesoro
real.
Llegado
el caso de estar bajo sitio el tesoro
debería ser trasladado a otro lugar más seguro ya que luego de 1870 ni la
altura de la meseta ni las paredes de 1,70 metros de espesor
hubieran sido protección suficiente contra los proyectiles.
A comienzos
del siglo XX la fortaleza se había vuelto obsoleta. No porque no contase con
las obras necesarias sino porque por más esfuerzos que realizaran, el mismísimo
concepto de fortaleza inexpugnable
había dejado de existir. Con el desarrollo de la aviación y de proyectiles
capaces de recorrer mayores distancias (y generar más daño) la idea de
Königstein como bastión amurallado carecía de sentido. Claramente hubiera sido
un lugar de importancia estratégica y por eso continuó siendo asiento de un
destacamento militar hasta después de la primera guerra mundial, pero ya no se
realizaron más obras ni se intentó modernizar las defensas. Tampoco hubiera
tenido sentido hacerlo.
Durante la primera guerra
mundial la fortaleza sirvió como campo de detención para oficiales franceses,
belgas y rusos. Mientras que nada dice la audioguía acerca de los suboficiales,
sabemos que los oficiales recibían un trato bastante diferente al de sus
subordinados. La sociedad jerárquica de la época incluso repetía sus
diferencias entre los prisioneros de guerra. Capturado y todo, un general
seguía siendo, esencialmente, distinto de un soldado raso, y por tanto el trato
recibido era inmensamente mejor.
El fin de la primera mundial
marcó el ocaso definitivo de Königstein. De acuerdo con lo establecido en el
tratado de Versalles la fortaleza debió ser desmilitarizada. Eso significó que
por primera vez en seiscientos años no estuvo a cargo de un comandante militar
y que su guarnición fue reubicada.
2 comentarios:
Una Historia impresionante y compleja, acorde con la geografía (después de ver las fotos). Hermoso lugar.
La geografía también hace lo suyo, obvio. Hacia el sur de la fortaleza se extiende el parque nacional de la Suiza Sajona, otro lugar que necesitamos recorrer más a fondo cuando el clima se comporte un poco...
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