Segundo
domingo de marzo. Afuera el tiempo no termina de decidirse. Las opciones son: día gris, frío y
ventoso o día gris oscuro, no tan ventoso… pero bastante frío. No es fácil decidir que es peor. De todos modos al
clima tampoco le interesa nuestra opinión. Mucho menos nuestros planes. Para el día
de la fecha nos espera la sala del teatro del estado de Sajonia. Tenemos
compradas entradas para la Filarmónica. Como las compramos con tan sólo diez días de anticipación no
conseguimos entradas para el sábado a la noche, así que nos tenemos que conformar con las
del domingo. Domingo a las once de la mañana. No parece ser un horario especialmente
tradicional para la filarmónica pero bueno, es lo que se consigue cuando se
planifica con tan poca anticipación en
Alemania.
¿Por
qué la Filarmónica toca en el teatro y no en su sede que es el Kultur Palast? Pues porque el “Palacio
de la Cultura” está siendo remodelado. Mejor dicho, aggiornado. Lamentablemente la ciudad ha perdido una excelente
ocasión para tirar abajo esa cosa horrible hacer un edificio un poco
menos cuadradón sesentoso de dudoso buen gusto fuera de lugar y
construir algo más acorde al casco histórico. En principio, cuenta la leyenda
que cuando comenzó a construirse, las autoridades querían que el Kultur Palast fuera el edificio más alto
de la ciudad y pudiera verse desde todos los barrios. Cuando completaron el
tercer piso se dieron cuenta de que, o bien tardaban un milenio más en terminar
de juntar plata necesaria para hacer la obra que hubieran querido, o bien
resignaban la pretensión. Terminó siendo lo segundo, con un edificio menos
magnánimo y bastante aburrido, por no decir, desubicado, literal y
figurativamente. En fin, el Palacio de la Cultura está siendo remodelado y como
consecuencia la Filarmónica toca en distintos espacios de la ciudad; teatros,
salas de museos y auditorios. En esta ocasión, el teatro.
Nuestra
primera experiencia en una función de la filarmónica nos planteaba algunos
interrogantes… entre ellos, cómo tenemos
que vestirnos. Optamos por una especie de solución ecléctica; zapatos,
saco, camisa, pantalones semi informales y suéter cuasi informal. Ni muy-muy ni tan-tan...A mitad de
camino entre ambas cosas, asumimos, podríamos pasar más fácilmente
desapercibidos en el evento.
ERROR.
A medida que nos acercábamos al teatro quedó claro que, pese a todos nuestros
esfuerzos, ubicarnos sería más fácil que encontrar al Momo Venegas en una
coreografía del Lago de los Cisnes. Ciertamente estábamos
entre los más informales (aunque había algunos pocos que nos superaban). Muchos
de los hombres llevaban saco, camisa y corbata. Pero no sólo eso. También
debíamos de ser dos de los cuatro asistentes -descontando al personal del
teatro- que tenían menos de cincuenta o sesenta años. Juro que no es una exageración.
Ya
desde el acceso nos cruzamos con coquetas señoras que tras quitarse sus tapados
de piel y sombreros sacaban de su cartera un peine o cepillo, se retocaban el
peinado -alguna también el maquillaje- y se disponían a partir en busca de su
lugar. La mayoría, con vestidos y polleras largas, tacos y todos los accesorios
del caso. En comparación, los señores parecían menos coquetos, pero eso no
significa que no estuvieran igual de arreglados para el evento, sino que
necesitaban menos “retoques” de último momento. Ciertamente el hecho de que
fueran las 10.40 de una mañana dominguera no le quitaba, al menos a los ojos de
buena parte de los asistentes, encanto al acontecimiento. Ya veremos la próxima
cómo hacemos para inventar -con costo cero-
un atuendo acorde.
3 comentarios:
Experimentando la cultura, o con la cultura. ¿Solo gente grande? Pensaba que estaría colmado de personas de todas las edades.
A fin de mes tenemos entradas para un sábado a la noche. Hicimos las cosas a la alemana y compramos las entradas con más de un mes y medio de anticipación. Ya veremos cuál es el panorama entonces...
jaja, excelente! Habrá que leer al respecto.
Saludo!
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