20 de
febrero. Amanece algo nublado, pero no está muy frío. Además las nubes no
parecen demasiado amenazadoras... ¡Hoy es un lindo día! (no hay que ser
demasiado pretenciosos en esta estación). A desayunar rápido, preparar unos
sanguchitos y salir en dirección a la estación de trenes. Está decidido: hoy
nos vamos a Meissen. Nota: no hay que leer el nombre del pueblo Meisen sino Maisen ya que "ei" en alemán se pronuncia como
"ai".
Esta
localidad se encuentra muy cerca de la ciudad de Dresden, a tan sólo cuarenta
minutos en tren y, al igual que la capital sajona, queda a orillas del río
Elba. Para aquellos interesados en la heráldica, el escudo de armas de Meissen
tiene un fondo amarillo sobre el cual hay, a la izquierda, una torre roja (no
pregunten por qué, en la ciudad no vimos ninguna torre roja) y, a la derecha,
el tradicional león dresdeniano (aunque no exclusivo de esta ciudad) rampante
sacándole la lengua a quien se le acerque.
Antiguamente
la zona estaba poblada por una tribu eslava, hasta que en el año 929 se les
acabó la joda. El rey alemán Heinrich I, también conocido como "el
pajarero" o en su defecto "el cazador", se apoderó de la región
por la fuerza (o sea, destruyendo el castillo eslavo y matando a sus
defensores). Para los curiosos, cuenta la leyenda que Heinrich adquirió el mote
de pajarero porque se encontraba
arreglando las redes para cazar pájaros cuando los mensajeros llegaron para
informarle que se convertiría en rey. Como muchas leyendas, esta historia
carece de demasiada credibilidad...
El pajarero es considerado
además como el fundador y primer rey del estado medieval alemán, que hasta
entonces era conocido como Francia
Oriental. Aunque la dinastía, fundada por él mismo y llamada otoniana, duró
poco más de cien años, su descendencia sacó muy buen partido: una de sus hijas
se casó con el rey de Francia Luis IV mientras que su hija menor se casó con
Hugo el Grande, duque de Francia y conde de París. De esta unión nació Hugo
Capeto, fundador de la dinastía que lleva su nombre y, aunque parezca tan
lejana, de ella descienden todos los reyes de Francia como así también el
actual Rey de España y la Reina del Reino Unido.
Volviendo
a Heinrich, luego de vencer a los eslavos construyó una fortaleza en una loma
situada a orillas del río Elba. Dicho lugar fue bautizado como Misnia, nombre
de un pequeño río cercano, y con el tiempo un pueblo crecería a sus pies. Con el
correr de los años Misnia iría
mutando hasta tomar su forma actual de Meissen. La villa creció tanto que en
968 se convirtió en la capital del recién creado Margraviato de Meissen como
así también en la sede episcopal. El margrave era una especie de príncipe
soberano de un pequeño estado, más importante que un conde pero menos que un
duque. Por algunos años el margraviato fue pasando de mano en mano, al mejor
estilo Juego de Tronos, hasta que finalmente cayó en 1089 -por obra y gracia
del emperador Heinrich IV- en manos de la dinastía Wettin, que lo retendría en
su poder por el resto de su existencia. Se ve que el juego de tronos se le daba
bien a los miembros de esta familia, ya que continuó ganándose la simpatía de
los emperadores: siglos más tarde, más precisamente en el año 1422, al morir el
último miembro de la casa reinante del vecino Electorado de Sajonia, el
emperador Segismund (¿en qué estaban pensando cuando lo bautizaron?) le
confirió al margrave Wettin de turno la posesión del vecino país y junto con él,
la dignidad electoral. Nueva nota: Los electores eran quienes, valga la
redundancia, elegían al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Como el
número de electores era reducido los nobles solían sacarse los ojos
disputarse cortésmente el honor de ser un miembro de tan selecto grupo. El
número de electores fue variando con el correr de los siglos. En algún momento
el grupo se redujo a siete miembros pero luego ascendió a poco menos de quince.
Al
hacerse cargo el margrave Wettin del electorado de Sajonia (seguramente dudó
mucho para decidirse), Meissen pasó a formar parte del mismo. Simultáneamente
los Wettin se convirtieron en príncipes electores. Es por ello que se conoce a
Meissen como "la cuna de Sajonia", por no decir la cuna de los
Wettin... Al trasladarse la corte a Dresden, Meissen quedó en una especie de frezeer campesino.
Como toda buena dinastía que hace bien su tarea y se encarga de ir
sacando "buenos partidos", con el correr de los años descendientes de
esta dinastía lograron acceder al trono de reinos como Portugal, Bulgaria,
Polonia, Gran Bretaña y Bélgica.
Back to the past, la fortaleza
original fue reemplazada en varias oportunidades por edificaciones más
modernas. Pero el Albrechtsburg, nombre con el que se conoce al castillo,
merece su propia entrada.
* Colaboración de D.G.F. D equivale a Diego. Imaginen el resto.
4 comentarios:
Muy bueno todo lo que contás. Además esa foto de la calle curvada vista desde arriba al mismo tiempo que los tejados color ¿ladrillo? y la superposición de paredes con tan hermosos colores merece un marco y una pared propias.
Hola! Que bueno que te haya gustado. Me divertí mucho escribiendo las dos entradas de Meissen. El pueblito es de hecho muy pintoresco, con muchas callecitas que desafían el cuadriculado típico de muchas ciudades argentinas y casas antiguas de colores. A medida que uno va subiendo por la colina va teniendo ese tipo de perspectivas a las que uno no está tan acostumbrado, desde donde se pueden ver los tejados.
Realmente lindo
Sí, al menos para nosotros fue una linda sorpresa. Nos pasó un poco lo mismo que con Freiberg... Una vez en el lugar, llama la atención que no exista más publicidad de estas ciudades y que no haya más gente visitando el pueblo.
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