sábado, 21 de mayo de 2016

La revancha de la filarmónica

Previously… una mañana de domingo de finales de invierno el dúo dinámico va a la filarmónica y -pese a sus esfuerzos- salta a la vista que no comparten el código de vestimenta -ni el rango etario- del resto de los asistentes. (Para más información podés leer La filarmónica y la elegancia dominguera). Ahora regresan a las andanzas en un nuevo concierto.

Último sábado de abril. Mañana es 1 de Mayo y será nuestra primera excursión al parque Nacional de la Suiza Sajona. Pero ahora es sábado a la tarde. Acabo de regresar de mi clase (por inverosímil que resulte, los sábados de 12 a 15 tengo dos estudiantes de español) y tenemos que emperifollarnos. Hoy volveremos a vérnoslas con la Filarmónica. Afortunadamente el horario es más tradicional que el de la última vez: sábado a las 18.00. Sin embargo, el lugar es ligeramente menos convencional;  el Deutsches Hygiene Museum (casi ni hace falta que lo traduzca… sí, el museo de la higiene).

-  ¿Qué camisa te parece que me ponga?
-  La blanca.
-  Pero es muy formal.
-  Ajá. Y el pantalón gris de vestir.
-  No. ¿por qué no te ponés vos el pantalón de vestir?
-  Voy con el pantalón de gabardina. El pantalón de vestir no me combina con el saco.
-  Claro. Y entonces yo tengo que ir vestido de gala.
-  Tampoco es para tanto. Además, si no es ahora, ¿cuándo vas a usar el  pantalón y los zapatos?
-  ¿en un evento que amerite?
- ¿Cómo cuando te den el premio Nobel o nos inviten a una recepción del embajador?
-  Mmmmmm…
- Pantalón, camisa, saco y zapatos. Sin protestar. Y agradecé que no tengamos  un moñito a mano. 

Ya en el tranvía se puede adivinar quién va a escuchar a la filarmónica y quiénes vienen de ver el partido del Dynamo de Dresden (el equipo de fútbol local).

-  ¿Viste que la gente está producida?
-  No me importa. Yo no soy la gente.
-  No protestes. Si te queda bien.
-  Grgrgrgrgr.

Definitivamente el público es más variado que en nuestra experiencia anterior. Es cierto que la mitad de los asistentes tiene entre 50 y 70, pero la otra mitad es super variada. Y, como era de esperarse, los más jóvenes son los más informales. La observación aplica especialmente a los hombres.

La curiosidad esta vez está dada por la recepción. ¿Cuarteto de cuerdas con recepción? ¡Por supuesto! Nadie lo había previsto (siendo, en este caso, todos sólo nosotros dos). Vino blanco, vino tinto, algo más para tomar y canapés. Mejor dicho, parece que hubo canapés. Para cuando llegamos quedaban tres en una bandeja. A diferencia de la porción de la vergüenza, aquí los últimos tentempiés se adjudican a través de una feroz lucha cuerpo a cuerpo. Cocodrilo que duerme es cartera, dice la sabiduría popular. Bueno, pues parece que dormí. Quizás un día de estos me toque despertar en forma de cartera.

Nos tomamos nuestro vinito y entramos al auditorio con la certeza de que, al menos esta vez, no desentonamos ni por exceso ni por defecto.

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