Previously… una mañana de
domingo de finales de invierno el dúo dinámico va a la filarmónica y -pese a
sus esfuerzos- salta a la vista que no comparten el código de vestimenta -ni el
rango etario- del resto de los asistentes. (Para más información podés leer La filarmónica y la elegancia dominguera).
Ahora regresan a las andanzas en un nuevo concierto.
Último sábado de abril. Mañana
es 1 de Mayo y será nuestra primera excursión al parque Nacional de la Suiza
Sajona. Pero ahora es sábado a la tarde. Acabo de regresar de mi clase (por
inverosímil que resulte, los sábados de 12
a 15
tengo dos estudiantes de español) y tenemos que emperifollarnos. Hoy volveremos
a vérnoslas con la Filarmónica. Afortunadamente el horario es más tradicional
que el de la última vez: sábado a las 18.00. Sin embargo, el lugar es ligeramente
menos convencional; el Deutsches Hygiene Museum (casi ni hace falta que
lo traduzca… sí, el museo de la higiene).
- ¿Qué camisa te parece que me ponga?
- La
blanca.
- Pero
es muy formal.
- Ajá.
Y el pantalón gris de vestir.
- No.
¿por qué no te ponés vos el pantalón de vestir?
- Voy con el pantalón de gabardina. El pantalón de vestir no me combina con el saco.
- Claro.
Y entonces yo tengo que ir vestido de gala.
- Tampoco es para tanto. Además, si no es
ahora, ¿cuándo vas a usar el pantalón y los zapatos?
- ¿en
un evento que amerite?
- ¿Cómo
cuando te den el premio Nobel o nos inviten a una recepción del embajador?
- Mmmmmm…
- Pantalón,
camisa, saco y zapatos. Sin protestar. Y agradecé que no tengamos un
moñito a mano.
Ya en el tranvía se puede
adivinar quién va a escuchar a la filarmónica y quiénes vienen de ver el
partido del Dynamo de Dresden (el equipo de fútbol local).
- ¿Viste
que la gente está producida?
- No
me importa. Yo no soy la gente.
- No
protestes. Si te queda bien.
- Grgrgrgrgr.
Definitivamente el público es
más variado que en nuestra experiencia anterior. Es cierto que la mitad de los
asistentes tiene entre 50 y 70, pero la otra mitad es super variada. Y, como
era de esperarse, los más jóvenes son los más informales. La observación aplica
especialmente a los hombres.
La curiosidad esta vez está
dada por la recepción. ¿Cuarteto de cuerdas con recepción? ¡Por supuesto! Nadie
lo había previsto (siendo, en este caso, todos sólo
nosotros dos). Vino blanco, vino tinto, algo más para tomar y canapés. Mejor
dicho, parece que hubo canapés. Para cuando llegamos quedaban tres en una
bandeja. A diferencia de la porción
de la vergüenza, aquí los últimos tentempiés se adjudican a través de una feroz
lucha cuerpo a cuerpo. Cocodrilo que duerme es cartera, dice la sabiduría
popular. Bueno, pues parece que dormí. Quizás un día de estos me toque
despertar en forma de cartera.
Nos tomamos nuestro vinito y entramos al auditorio con la certeza de que, al menos esta vez, no desentonamos ni por exceso ni por defecto.
Nos tomamos nuestro vinito y entramos al auditorio con la certeza de que, al menos esta vez, no desentonamos ni por exceso ni por defecto.
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