jueves, 19 de mayo de 2016

El Elba, las montañas y la Suiza (¡sajona!)

Casi siempre llega el momento en que uno cree haberlo escuchado todo. O casi. Yo ya había escuchado hablar de suizo-alemán, suizo-francés, suizo-italiano… ¡Hasta de suizo-argentino! … pero ¿suizo-sajón?, jamás en la vida. O no, al menos, hasta que vinimos a Dresden.

Pues bien, existe. Existe la Suiza Sajona o, cuando menos, su Parque Nacional. El Parque Nacional de la Suiza Sajona (preparen la garganta para las gárgaras que ahí va el nombre en alemán: Nationalpark Sächsische Schweiz). Queda en el sur de Sajonia, lindante con la República Checa. De hecho, al otro lado de la frontera hay otro parque nacional. El de la Suiza Bohemia, que ya es como un poquito demasiado.
Se trata de un área de reserva natural establecida en 1990 que ocupa casi 710 km2 y –en teoría- protege la zona boscosa que cubre las “Montañas de Arenisca del Elba”. Sí, definitivamente han estado consumiendo sustancias de dudosa legalidad a la hora de ir denominando las cosas por estos lares… Si bien la altitud del parque no es especialmente significativa (sus “picos” son de 560 mts de altura -Bariloche se encuentra a 600-) sí es llamativo el contraste que produce con el cercano río Elba (que se encuentra a 110 metros de altura), generando esos acantilados de piedra tan dignos de las aventuras de Frodo y Sam.
Aparentemente el nombre se debe a dos suizos que allá por el siglo XVIII formaron parte de la academia sajona de música. Cuenta la leyenda que un buen día habían decidido salir de trekking cuando allá lejos divisaron las mesetas de la arenisca y hacía allí se dirigieron. Cuando regresaron a la ciudad -después de su aventura- relataron a curiosos -y víctimas de sus charlas habituales- las maravillas visitadas y lo mucho que la región les hacía recordar a su país natal. No se sabe si al rey le pareció un motivo encantador para ponerle el nombre a la región o si optó por llamarlo así como una especie de chiste interno. La cuestión es que así se empezó a llamar a la zona.
Además de ríos, montañas, mesetas y bosques, el parque también alberga la fortaleza
de Königstein (para más información podés leer Königstein (Episodio I) y Königstein (Episodio II)). Se trata de una de las joyitas sajonas, famosa por ser una de las fortalezas de montaña más grande, por poseer el pozo de agua más profundo de Europa y por haber albergado a la nobleza sajona cada vez que a los austríacos o prusianos se les ocurría echar mano a sus ejércitos para reclamar algún territorio sajón o, simplemente, pasar a saquear.
Uno de los caminos más famosos que atraviesa el parque es el Malerweg (la senda del pintor) que visita muchos de los lugares más icónicos de la región. Sin embargo hay muchísimos más. En breve –mejora climática mediante- podremos adentrarnos un poco más por sus sendas. Por ahora deberá basta con las fotos que tomó Diego cuando vino a finales de junio del 2015.

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