domingo, 1 de mayo de 2016

Finde largo. Parte I: La cuna de las Lebküchen (Nürnberg)

Semana Santa. Pregunta del millón. ¿Qué hacemos? Las opciones sobran y el tiempo apremia. Tic, tac, tic, tac. No es un dilema existencial. Soy consciente de lo intrascendente de mi preocupación. Somos conscientes.

A veces, tener demasiadas opciones es contraproducente. Pero… como suele ocurrir en vísperas de feriados, los vuelos tienen precios delirantes. Paradójicamente eso es una ayuda. ¿Cómo? Fácil. Al menos nos ayudó a descartar la posibilidad de volar y nos acotó las posibilidades. Poco a poco nuestro viaje adquirió la forma de tour o vuelta. Mapa en mano, o mejor dicho, en monitor, definimos el primero de los puntos de nuestra gira: Nürnberg (también conocida como Núrenberg). Con un poco de esnobismo y teniendo en cuenta las recomendaciones de una de mis compañeras de alemán, terminamos de agregar los otros dos destinos; Bamberg y Bayreuth.

Nuestro viaje comenzaba el jueves santo. Los jueves tengo dos clases de español. Primero Nivel Principiante. Luego, 20 minutos libres y después tengo otra clase. Nivel Avanzado. Termino a las 21.10. Tengo tiempo para volver a casa, vaciar mi mochila y llenarla con las cosas que tengo que llevar. Para Diego aplica algo similar. Vuelve de su clase de alemán a la misma hora. Vacía. Carga. Comemos medio sándwich (uno y medio, en honor a la verdad) y salimos en dirección a la estación de trenes. No vamos a viajar en tren. Viajamos en colectivo, que es infinitamente más barato. Pero todo sale del mismo lugar. Para variar, la adrenalina de la ida nos ha hecho apurar el paso, pero cuando llegamos a la estación confirmamos que el micro todavía no ha llegado y que faltan al menos veinte minutos para que lo haga. Cuando al fin aparece, nos subimos rápido y tratamos de descansar. Mañana a primerísima hora de la mañana (4.10 AM… demasiado temprano) llegaremos a destino.

El micro es más barato, es cierto. Pero en Alemania no es particularmente cómodo. Por lo que no se puede decir que hayamos descansado plenamente durante el viaje. Es más, al llegar a Nürnberg el viernes a las cuatro de la mañana parecemos dos zombies. ¿De dónde venimos? ¿dónde estamos? ¿por qué nos bajamos? Pronto las ideas se aclaran, estamos en la primera parada de nuestro fin de semana largo, Nürnberg. De momento, sólo es una estación de trenes vacía en una ciudad fantasma. Habrá que tomar un café, esperar que la cafeína surta efecto y aguardar a que salga el sol.
Aprovechamos para repasar el plan para el día y nuestros apuntes de sitios visitables. Y al mismo precio, un poco de historia… Nürnberg aparece mencionada por primera vez allá por el 1050. En algún momento se desarrolló como centro comercial y luego de pertenecer a una rama de los Hohenzollern –la familia real de Prusia- devino ciudad libre imperial.
Si hoy se la conoce es, además de por su muralla y edificios medievales, por haber sido sede de las reuniones del Partido Nazi Alemán, por haber sido la ciudad donde se llevaron a cabo los juicios contra los criminales de guerra nazi (por la misma razón) y un poco menos seriamente, por haber sido la cuna de las Lebküchen, las galletitas especiadas que alemanes y suizos comen en época de Navidad.
En su origen, los primeros edificios fortificados y las zonas amuralladas se establecieron en dos colinas. Como en tantos otros lugares, era una posición estratégica; se podía ver a la distancia si alguien se acercaba y la altura facilitaba la defensa. En una de estas colinas es donde se encuentra el castillo imperial. ¿Castillo imperial? ¿el emperador del Sacro Imperio vivía en Nürnberg? No. El emperador, normalmente, no vivía en un lugar fijo sino que tenía una corte itinerante. Iba de un lado al otro, como quien dice… de rotation (si, como la lechuza del banco Hipotecario… si no tenés idea de qué estoy hablando podés ver el video acá). En este andar itinerante comprobaba el estado de sus dominios y –de paso- les recordaba a los nobles locales, quien dirigía la batuta.
Además de recibir cada tanto a la comitiva imperial, en el castillo se realizaban las Dietas imperiales, es decir, las reuniones de los nobles más grossos del imperio. Ahí se decidían cuestiones administrativas y otras menos simpáticas, como declaraciones de guerras y sucesivos repartos de la tarasca.
A medida que Nürnberg crecía, la ciudad fue amurallada no una o dos sino tres veces. La muralla del año 1325 aún se conserva en buena parte (luego de la guerra los tramos destruidos fueron reconstruidos). De las otras dos quedan partecitas menores aquí y allá. ¿Por qué tanta muralla? Por su posición estratégica la ciudad atrajo a comerciantes y artesanos. Con tanto crecimiento se hicieron necesarias ampliaciones que protegieran las partes que se iban agregando. Una torre aquí, una fosa allá… Finalmente, entre tanta muralla, torre y castillo, la ciudad estaba tan bien protegida que fue ganando fama de ser inexpugnable. Fue así que las reliquias y joyas de los emperadores terminaron bajo custodia en castillo imperial. Bueno, quizás haya sido al revés o un poco y un poco… 
A pasitos del castillo, con vista a una de sus torres, se encuentra la casa del pintor Durero (Dürer en alemán), uno de los nürenburgueses más famosos. Hoy es un museo y, por si fuera poco, un buena muestra de cómo lucían las casas de los comerciantes en la época del renacimiento.
(Se supone que continuará)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre asocio esa ciudad, y muy específicamente esa, con María Elena Walsh. Imposible saber por qué.
Lindas las fotos, interesante el poco de historia. Siguiendo estas lecturas en los últimos meses tengo la impresión de que los emperadores esos no se quedaban quietos nunca. Con tanto traslado permanente: ¿Cómo habrá sido para ellos añorar el hogar? o llegar a ese lugar que llamamos "mi casa"...
Saludos

Nicolás dijo...

Efectivamente, solían andar bastante de acá para allá. Especialmente durante finales la edad media. De todos modos parece que ya desde el 1300 algunos fueron criticados por pasar más tiempo del debido en sus dominios personales. Es divertido porque al parecer había lugares que los emperadores sí o sí debían visitar y otros que eran más "opcionales". Hasta el 1600/1700 Nürnberg fue de los "obligatorios", ya que ahí estaba estipulado que hicieran su primera "dieta".