martes, 28 de junio de 2016

Viena. Capítulo 3

Para 1910 Viena supera los dos millones de habitantes, y se transforma en la tercera ciudad más poblada de Europa, por detrás de París y Londres. En aquel entonces era la capital del imperio austrohúngaro. Seguramente habrá quien recuerde que el imperio en cuestión solía ser descrito como un mosaico cultural. Ciertamente es una expresión llena de pintoresquismo para algo que definitivamente era un cocoliche sin pies ni cabeza carecía de lógica y unidad. 

 

Para 1916, justo antes de su estrepitoso colapso el imperio abarcaba la actual Austria, Hungría, las repúblicas Checas y Eslovaca (con los alemanes de los Sudetes incluidos), la Galitzia polaca, parte de Transilvania –con o sin Drácula pero llena de rumanos y alemanes-, la Bucovina ucraniana, Croacia, Bosnia Herzegovina (con población serbia incluida) Eslovenia y, por si fuera poco, el Trentino y el Alto Adige, actualmente en, como imaginarán, Italia.

Wikipedia dice que fue su época de mayor esplendor, con sus carruajes tirados a caballos, los suntuosos valses vieneses y los cafés repletos por la creme local. Todos charlando, tomando chocolate o café, comiendo torta Sacher o alguna otra joya de la confitería vienesa. 

Todos riendo despreocupadamente. A mí me genera más bien la imagen de suntuosa fiesta en la que la banda sigue tocando mientras el Titanic se va a pique comienza a lidiar con su hundimiento con la notable falta de éxito que ya conocemos. Es cierto que de la época también son Freud y numerosos pensadores políticos pero no alcanzo a ocultar el iceberg detrás del diván de don Sigmund.

Por la misma época Viena también se transformó en un importante centro de lo que por estas latitudes llamaron Sezession. Se trata de un estilo artístico y de arquitectura que puede (no sin diferencias) enmarcarse en un movimiento más global que ha tenido diversos nombres aquí y allá… modernismo, art Nouveau o jugendstil entre otros. 

La ciudad aún conserva muchos de estos edificios, entre ellos, el pabellón de la Sezession, que fue utilizado para dar a conocer las obras de los miembros del movimiento. Paciencia, ya habrá una entrada con este tema.


Para después de la primera guerra la ciudad se encontró en una situación totalmente nueva y atípica. Por primera vez desde 1279 no había ningún Habsburgo al mando y el país había sido subdividido en el Tratado de Versalles, con lo que la otrora capital imperial se transformaba en la capital de un pequeño país de la Europa central. Más allá del plano psicológico esto tuvo un impacto real en la ciudad. Además de perder su posición como gran capital, por primera vez vio disminuir (y de manera notable) su población. De hecho, jamás volvió a alcanzar la población que tenía antes de la primera guerra mundial.

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