jueves, 2 de junio de 2016

Pillnitz y la camelia legendaria

Nuestro último encuentro con el palacio de Pillnitz había sido allá lejos y hace tiempo, a finales de un octubre otoñal que aún gozaba de –ahora lo sabemos- excepcional buen tiempo. (Si no te acordás, podés leer Pillnitz haciendo click aquí.)

Como tantos otros lugares, las visitas a Pillnitz cambian según las estaciones. No sólo porque cambia la vegetación sino porque también cambian los sectores del palacio que están abiertos. No todo el año se pueden visitar todos los lugares. Hay partes que se cierran de acuerdo con la estacionalidad, otras que alojan exposiciones itinerantes y hay, también, algunas que sólo en alguna época especial del año tienen alguna gracia.

En este último grupo se encuentra la camelia de Pillnitz. Por mucho que cueste creerlo, la camelia de Pillnitz es una leyenda en sí misma. Y, definitivamente, uno de los principales atractivos del parque. De hecho, cuenta con su propio invernadero. No sólo eso sino que, por si fuera poco, el invernadero en cuestión está totalmente equipado com sistema de ventilación y regulación de la temperatura, sin olvidar mencionar que es absolutamente desmontado durante los meses de verano.
Si le creemos a la página del museo –y no se me ocurre por qué no hacerlo- el botánico sueco Karl Peter Thunberg estuvo en 1779 en Japón y habría regresado a Europa con cuatro ejemplares de camelia. El primero de ellos se plantó en los jardines reales de Kew, cerca de Londres, en el que es para mí uno de los más impresionantes invernaderos. Quienes hayan visto la serie Cosmos seguramente recordarán un invernadero de estilo casi victoriano de varios pisos de altura que alberga plantas tropicales de todo tipo y color. Pues bien, ése es el invernadero en cuestión.
 
Las otras tres plantas, luego de su parada técnica en Londres, siguieron viaje, encontrando su destino -presumiblemente- en Herrenhausen (cerca de Hannover, en Alemania), Schönbrunn (en Viena) y ... ¡sorpresa! en Pillnitz. Como curiosidad, por raro que suene, por aquella época el electorado de Hannover e Inglaterra estaban unidos. Mejor dicho, ambos territorios correspondían al mismo monarca por esa rara cuestión de las sucesiones y herencias. No sólo eso sino que, además, los reyes de Inglaterra, en tanto Electores de Hannover, participaron por cerca de cien años de la elección del Emperador del Sacro Imperio. Recién con la reina Victoria ambos reinos se separaron ya que mientras que Inglaterra sí permitía el acceso al trono por la vía materna, Hannover no reconocía el mismo derecho.

Volviendo a Pillnitz -y a la camelia- desde 1780 se supone que el plantín anduvo pululando por Dresden hasta encontrar algunos años más tarde su lugar definitivo en el parque de este palacio. Como esto es Alemania está registrado que fue el jardinero de la corte (¡claro que existía el cargo!) quien decidió el lugar en el que habría que plantarla. Y ya desde el 1800 la camelia contó con un invernadero de madera desarmable que se retiraba cada verano.
Al parecer los cuidados rindieron sus frutos ya que de las cuatro plantas traídas desde Japón, esta es la única sobreviviente. O al menos eso es lo que cuenta la leyenda. Difícil saber a esta altura si es cierto o no.
Además de la famosísima camelia (si hasta se venden su retoños en el negocio del museo) hay también otros ejemplares de la misma especie pululando por el parque. Se las encuentra siempre en macetas. En primavera están afuera y el invierno lo pasan en la Orangerie. Como su nombre lo indica, la Orangerie es una construcción que, originalmente, se destinaba a conservar los árboles de cítricos (que en esta latitud también se plantan en maceta) durante los meses más fríos. Desde hace ya bastante los naranjos y limoneros comparten su refugio invernal con otras plantas y árboles. Entre ellas, las camelias. Claro que ninguna de ellas tiene ni un tercio del tamaño de la estrella del parque pero no por eso dejan de ser lindas.
De hecho –cruzas y selección artificial mediante- lo que sí tienen estas plantas son flores mucho más lindas y grandes que las de la reina madre de las camelias.    

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Título digno de un libro, o de una película: "Pillnitz y la camelia legendaria". Muy interesante el viaje de la planta y todo eso de los invernaderos desmontables. Hermosas fotos y bellísima planta con tantas flores vistosas entre tantas hojas verdes. Me encantó.

Nicolás dijo...

Jajaja, es cierto que suena a película con reminiscencias mágico-aventureras... Quizás aproveche para hacer una serie de entradas al estilo de "Pillnitz y ...". Aunque prometo contenerme para no llegar a extremos como "Pillnitz y la piedra filosofal" o "Pillnitz y el cáliz de fuego"

Anónimo dijo...

Jajaja
De todas formas, espero las próximas entradas para ver cómo sigue!
Saludo