Clase de alemán, hablando con una de mis compañeras
rusas. El tema de conversación era huertas y producción orgánica. Dina
me pregunta si yo plantaría mis propias verduras. Le digo que sí (¡aguante el
espíritu coihuense!), que incluso lo había empezado a hacer antes de venirnos a
Alemania. Le explico que con la rúcula nos fue bastante bien, con la lechuga
bien -aunque no tanto- y con las aromáticas también, pero que el problema es en
invierno cuando la nieve quema -lo más probable es que le haya dicho mata-
las plantas y sepulta la huerta.
¿¿Hay invierno en Argentina?? -me interrumpe-. Hago un segundo de silencio y trato de pensar. Básicamente hay dos opciones. O llevo años alucinando o bien, efectivamente, hay invierno en Argentina. Pienso en el frío, la humedad, la nieve y el viento. Parecen todas imágenes bastante reales, así que le digo: claro que hay invierno. ¿Pero invierno con nieve? -me vuelve a preguntar- Sí, sí, invierno con nieve.
Olga, otra de las rusas del grupo ya había parado la oreja y suma su pregunta.
¿Nieve? ¿Invierno? ¿en Argentina?
Sonrío. Sí, hay invierno y, en el sur del país, hay
nieve. De hecho, la ciudad en donde
vivo, en invierno, es un centro de esquí. Automáticamente se reproducen
las bocas abiertas y las miradas de asombro. No sólo de las rusas sino de dos o
tres más de mis compañeros que observaban con una cara que me hacía pensar en
Susana Giménez preguntando por el huevo de dinosaurio vivo.
- ¿Pero no es Sudamérica?
- Sí
- ¿y no hace calor?
- Sí, pero no todo el continente es tropical
- ¿¿no??
- No... En el sur hay montañas con nieve, glaciares,
temperaturas bajo cero…
Para entonces otra de mis compañeras -que había estado en Perito
Moreno y en algún otro lugar de Patagonia- estaba riéndose a carcajadas. No sé
si de mi reacción o de las ocurrencias de nuestras compañeras.
1 comentario:
Genial.
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