sábado, 18 de junio de 2016

La Suiza Sajona y el camino del pintor. Segunda parte.

Luego de descansar un poco y vérnoslas cara a cara con sendos conos de helado, encaramos la segunda parte del trayecto que habíamos diseñado, de Stadt Wehlen hasta Kurort Rathen, otro pueblo a orillas del Elba. En el medio nos esperaba el Bastei.

El Bastei es una de las joyas de la Suiza Sajona. Es como cuando buscas Bariloche en el Google y te aparecen mil fotos del Llao Llao. Bueno, quizás es un poco menos, pero la asociación está. Cuando buscás Suiza Sajona, aparece –casi siempre- el Bastei.
¿Qué es? Se supone que es una formación rocosa de casi doscientos metros de altura que se eleva ahí nomás del Elba. Ya a principios del siglo XIX era considerada como atracción turística de primer nivel, por lo que en 1824 se construyeron los primeros puentes de madera que unían las diferentes rocas. Poco después, en 1851 se construyó el puente actual hecho con la misma piedra caliza de la región.
Una vez allí descubrimos que no todos los visitantes llegan por el camino del pintor. De hecho, muy cerca hay un hotel, una cafetería y un restaurante, además de una parada de colectivos para el transporte local.
Obviamente, tanto desde el Bastei como desde los demás miradores del lugar hay vistas panorámicas de toda la región: el Elba, las montañas, las rocas y hasta la fortaleza de Königstein.
Desde allí también se accede a Neurathen, a una fortaleza del siglo XIII que fue abandonada en el siglo XV. De la fortaleza poco queda ya en pie y buena parte de lo que se ve es la reconstrucción de la empalizada exterior, que hoy cumple la doble función de recrear las defensas en su estado original como así también impedir la entrada de los turistas que no pagan la entrada.
Desde allí es todo en bajada hasta Kurort Rathen, otro de los pueblitos que se encuentra a orillas del Elba. En este caso, es famoso porque además es sede de uno de los teatros a cielo abierto más pintorescos de la región. Claro que -como estábamos a principios de la primavera- la temporada aún no había comenzado y estaba cerrado.
Para regresar sólo nos quedaba cruzar el Elba en ferry y esperar al tren que nos llevaría de vuelta a Dresden, cruzando los dedos para ver si conseguíamos asientos. Mal no nos iban a venir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermoso lugar, sin dudas. Saludos

Nicolás dijo...

Sí, re lindo. Y una buena excusa para hacer algo en el bosque y las montañas.