Luego de descansar un poco y vérnoslas
cara a cara con sendos conos de helado, encaramos la segunda parte del trayecto
que habíamos diseñado, de Stadt Wehlen hasta Kurort Rathen, otro pueblo a
orillas del Elba. En el medio nos esperaba el Bastei.
El Bastei
es una de las joyas de la Suiza Sajona. Es como cuando buscas Bariloche en el Google y te aparecen mil
fotos del Llao Llao. Bueno, quizás es un poco menos, pero la asociación está.
Cuando buscás Suiza Sajona, aparece –casi siempre- el Bastei.
¿Qué es? Se supone que es una formación
rocosa de casi doscientos metros de altura que se eleva ahí nomás del Elba. Ya
a principios del siglo XIX era considerada como atracción turística de primer
nivel, por lo que en 1824 se construyeron los primeros puentes de madera que
unían las diferentes rocas. Poco después, en 1851 se construyó el puente actual
hecho con la misma piedra caliza de la región.
Una vez allí descubrimos que no todos
los visitantes llegan por el camino del pintor. De hecho, muy cerca hay un
hotel, una cafetería y un restaurante, además de una parada de colectivos para
el transporte local.
Obviamente, tanto desde el Bastei como desde los demás miradores del lugar hay vistas panorámicas de toda la región: el Elba, las montañas, las rocas y hasta la fortaleza de Königstein.
Desde allí también se accede a Neurathen, a una
fortaleza del siglo XIII que fue abandonada en el siglo XV. De la fortaleza
poco queda ya en pie y buena parte de lo que se ve es la reconstrucción de la
empalizada exterior, que hoy cumple la doble función de recrear las defensas en
su estado original como así también impedir la entrada de los turistas que no
pagan la entrada.
Desde allí es todo en bajada hasta
Kurort Rathen, otro de los pueblitos que se encuentra a orillas del Elba. En
este caso, es famoso porque además es sede de uno de los teatros a cielo
abierto más pintorescos de la región. Claro que -como estábamos a principios de
la primavera- la temporada aún no había comenzado y estaba cerrado.
Para regresar sólo nos quedaba cruzar el
Elba en ferry y esperar al tren que nos llevaría de vuelta a Dresden, cruzando
los dedos para ver si conseguíamos asientos. Mal no nos iban a venir.
2 comentarios:
Hermoso lugar, sin dudas. Saludos
Sí, re lindo. Y una buena excusa para hacer algo en el bosque y las montañas.
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