jueves, 24 de noviembre de 2016

La ruta del vino en Alsacia

¿Te parece si mañana vamos a Francia? -preguntó Larita- ¡Dale! ¿A dónde? A Alsacia, a la ruta del vino.

Sí. Existe la ruta del vino en Alsacia. Es más, casi cada región productora de vino tiene su ruta del vino. Y sí, esta región de Francia en la frontera con Alemania es una región productora de vino.

Podría decirse que hasta aquí todo resulta muy propio de un cliché. Ruta angosta, viñedos, pueblitos… sólo falta la gente con boina, tiradores, una baguette bajo un brazo y una horma de queso en el otro.

Bueno, hay que reconocer que una parte del cliché resultó ser bastante acertado. Viñedos, ruta angosta, las colinas a un lado y el Rhin al otro. Pueblitos salidos de cuento. Nidos de cigüeñas en los techos. O al menos en la parte que recorrimos, que es la que va desde Eguisheim hasta Riquewihr.
Sin embargo Alsacia es uno de esos lugares especiales que, producto de ir pasando de mano en mano, se ha convertido en algo que se sale un poquito de la imagen mental de Francia que tenemos. De hecho, para los franceses, Alsacia es casi (Palabra clave: CASI) como Alemania, mientras que para los alemanes es una región germana… rebelde y demasiado afrancesada, si se me permite la expresión.
Que los galos, que los romanos, que los germanos, que los francos, que los germanos otra vez, después los austríacos, después los franceses, después los alemanes, después los franceses, de nuevo los alemanes y desde el fin de la segunda guerra mundial ha vuelto a formar parte de Francia. Tanto Alsacia como Lorena (la región que está al norte) comparten una larga historia de idas y vueltas que ha terminado por otorgarles un carácter especial. 
¿Por qué tanto lío? Desde la Edad Media Alsacia había formado parte del Sacro Imperio Romano Germánico, regida por distintas familias nobles hasta que en 1648 los austríacos la cedieron a Francia como resultado de la paz de Westfalia, que es el tratado que puso fin a la guerra de los treinta años, por si a alguien le interesa.
Para hacer las cosas más interesantes a la región se le reconoció cierta autonomía. Eso quiere decir, siguió utilizando el idioma alsaciano -un dialecto germánico- como lengua administrativa y para la enseñanza, además de gozar de una cierta tolerancia en asuntos religiosos. Por su parte, siguió económicamente vinculada al mundo suizo y alemán del sur. ¿Por qué? Porque a pesar de que Alsacia y Lorena se integraron al reino de Francia, la aduana francesa no fue movida de lugar. Eso quiere decir que cuando querían vender sus productos al resto del país tenían que pagar un impuesto. En fin…
En 1789 los alsacianos se consideraron lo suficientemente franceses y adhirieron al gobierno revolucionario. Después adoptaron como propia la bandera tricolor y todo. Podría decirse que fue el comienzo del proceso de asimilación que ampliaría el uso del francés en detrimento del alsaciano y el alemán.
Sin embargo, casi cien años más tarde, cuando Francia perdió la guerra franco-prusiana, Alsacia y Lorena fueron anexadas por el recién nacido imperio alemán. Los que se estaban esforzando por aprender el francés, bueno, mejor a olvidarse de la lengua de Molière y a practicar las gárgaras. Pero tampoco para hacerse ilusiones, que el alsaciano no devino lengua oficial sino el Hochdeutsch, también conocido como alto alemán para los amigos.
Recién en 1918 los franceses recuperaron el control de ambas regiones aunque, claro está, en la segunda guerra mundial los alemanes volvieron a ocupar la región hasta que, finalmente, Alsacia y Lorena fueron devueltas a Francia tras el fin de la segunda guerra mundial.
Así las cosas no debería ser una sorpresa que los alsacianos se sientan como los más alemanes de los franceses o como los más latinos de los germanos. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermoso lugar, como todo

Nicolás dijo...

La verdad es que toda esta región de Alsacia parece como salida de un cuento. Realmente linda.