La historia del lugar parece un calco de
la de otros castillos. Primero se estableció un puesto defensivo en lo alto de
una colina, luego se transformó en castillo y con el tiempo se fue armando el
pueblo alrededor. Por lo visto, buena parte de los pueblos sajones comparte,
además de una estética muy clara, un poco de sus orígenes. Aunque, también hay
que decirlo, este guarda algunas particularidades.
Pero, mejor, vayamos en orden. Los
primeros trabajos defensivos que se realizaron en montaña del castillo son del año 1100. Para el 1200 la
fortificación cayó bajo la órbita del Obispo de Meissen, motivo por el cual el
escudo del pueblo es un obispo que se asoma por detrás de una muralla.
Por cerca de trescientos cincuenta años
los sucesivos obispos de Meissen fueron los señores del lugar hasta que,
Reforma protestante mediante, se acabó lo que se daba. El elector Sajón se hizo
con buena parte de los castillos (y otras propiedades) que pertenecían a la
iglesia católica, especialmente si tenían una función militar. Así pasó a la
órbita de los duques y electores de Sajonia, y a la de los reyes después.
Como primera particularidad se puede
señalar que la Schlossberg (algo así como montaña
del castillo) está compuesta, principalmente, por columnas de basalto. El
basalto es, a grandes rasgos –y con el perdón de los geólogos- una roca de
origen volcánico. Algunas de estas columnas de basalto se utilizaron para la
construcción de las paredes del castillo que, además de tener semejante
particularidad geológica, tienen un aspecto bastante especial.
Pero no sólo eso. Por si no lo sabían,
la palabra moderna basalto fue
acuñada por un tal Georgius Aggricola, casualmente
sajón el señor. ¿Qué hacía un sajón con semejante nombre? Digamos que no era su
nombre real, sino una latinización de Gerog Pawer (Bauer dirían los alemanes contemporáneos)
un científico renacentista que estuvo al servicio de los duques de Sajonia y
que se dedicó a la historia, la mineralogía, la geología y a todo cuánto se le
cruzaba. Jorgito tomó el término
prestado de los romanos, quienes lo utilizaban para describir una roca muy dura
y le dio su significado geológico actual. ¿A cuento de qué viene todo esto?
Simple. Cuando acuñó el nombre y tuvo que ejemplificar a qué material se
refería citó como ejemplo a la montaña
del castillo de Stolpen. Así las
cosas podría decirse que estas columnas de basalto fueron el primer ejemplo que
habría de ser utilizado para mostrar de qué se hablaba cuando se hablaba de
basalto.
Sin embargo, y por curiosa que resulte
la historia, si hoy en día el castillo es conocido para los sajones es gracias
a una de sus moradoras. Anna Constantia von Brockdorff, condesa de Cosell, de
profesión, noble. Y por sobre todo, amante del rey. Pero no de cualquier rey.
No. Fue amante de Augusto el fuerte,
una de las figuras más importantes de la historia de Sajonia.
En la historia de cada lugar siempre hay
alguien memorable. Ya sea por una cosa u otra, positiva o negativamente,
siempre hay figuras históricas que se vuelven más… recordables que otras. Marketing turístico. Luis XIV en Francia
(en su defecto el cardenal Richelieu), Federico el grande en Prusia, María
Theresa en Austria, o Ludwig II, el rey loco de Baviera. Pues bien, en Sajonia
es Augusto el fuerte. ¿Por qué? En su
época (finales del siglo XVII-comienzos del siglo XVIII) se construyeron buena
parte de los edificios históricos de Dresden, el electorado se hizo con el
monopolio de la producción de la porcelana y –acorde a su megalomanía- Augusto
se hizo coronar rey de Polonia. Claro que para que los nobles polacos lo
eligieran rey tuvo que adornar a unos cuántos, pero bueno, todo eso amerita su
propia entrada.
La Condesa Cosell fue, en su época, la
principal (o sea, no la única sino sólo
la favorita) amante de Augusto. Como tal tenía un rol importante en la corte y
en los asuntos políticos. De hecho fue madre de tres de los hijos ilegítimos
del rey que fueron reconocidos por éste.
Claro está que, como en otros casos, todo tiene un final, todo termina. Los
nobles polacos presionaron a Augusto para que abandonase su conducta vergonzante y arreglase las cosas. Como
rey de Polonia resultaba escandaloso que tuviera una amante… luterana. Así es.
Lo que los polacos querían era que, bueno, ya que el rey iba a tener amantes,
por lo menos que la principal (y en lo posible, alguna de las secundarias)
fuera(n) católica(s).
Fue el comienzo de la caída en desgracia
para Anna Constantia, quien finalmente fue confinada por el rey en este mismo
castillo. Castillo en el que vivió desde 1716 hasta su muerte ¡en 1765! O sea,
casi cincuenta años.
1 comentario:
¡Qué lindo lugar!
Y esas columnas de basalto son muy vistosas. Está genial eso de ser el primer ejemplo que era capaz de mostrar de qué se hablaba, al hablar del basalto.
Muy lindas fotos además.
Saludo
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