Mais oui… nous sommes ici! Hacía tiempo que París venía en la mira de viajes, escapadas y findes largos. Finalmente le llegó la hora. Le llegó a finales del verano pasado, o sea, hace casi cinco meses. Y sí, a este blog ciertas cosas llegan cada vez más tarde. Je suis desolé.
Me
encanta porque el origen del nombre es simple. Al menos en principio. La región la habitaba una tribu
gala, la de los parisios. Los parisios establecieron una pequeña ciudad
alrededor del 250 a .C.,
muy posiblemente en lo que hoy es la Île de la Cité (también conocida como la
isla donde está la catedral de Notre Dame).
Doscientos años más tarde llegaron
los romanos y, al menos por unas cuántas centurias, se acabó lo que se daba.
Ocuparon la región, conquistaron a los parisios y reconstruyeron la ciudad.
La
ciudad romana fue bautizada Lutecia Parisii, pero parece que como el nombre
mucho no pegó también se empezó a utilizar la denominación Civitas Parisorium
(la ciudad de los parisios) para referirse a ella. Bueno, la economía verbal
hizo el resto. Pero eso pasó recién en el siglo IV.
Un
poco antes de eso, en el siglo III llegó a la Civitas Parisorium un tal Denis. Denis iba a pasar a la posteridad como Saint Denis, un evangelizador que se
convirtió en el primer obispo del pueblo. Cuando Denis no quiso renunciar a su fe fue,
procedimiento habitual para la época, martirizado y finalmente decapitado en una
colina que luego recibió el nombre de Mons Martyrum (la montaña de
los mártires), nombre que eventualmente devino en Montmartre.
En cuanto a
Denis, su tumba se convirtió en un lugar de peregrinación de cierta
importancia. Cuando algunos siglos más tarde Saint Denis se convirtió en el
patrono del reino, sus restos fueron retirados del cementerio romano y se
comenzó a construir una basílica para alojarlos. Invasiones vikingas y ataques
normandos mediante, la construcción se hizo lenta y complicada, siendo
terminada recién en 1144. Hoy se la considera la primera iglesia gótica y
modelo del estilo.
Igual
avancé como quinientos años… Volvamos atrás, si hasta hace un párrafo aún
andaban los romanos dando vueltas. Desde el siglo III las fronteras del imperio
ya no eran lo que habían sido alguna vez. El nombre del período lo describe
bastante vívidamente; las invasiones bárbaras. Entre tanta tribu germánica que aprovechó para cruzar la frontera estaban los francos. En el 508, cuando los
francos tomaron el norte de la Galia, París se transformó en capital. No de
Francia, que aún no existía, sino del reino de los francos. Parece lo mismo
pero no lo es
Por
cerca de quinientos años París ejerció las veces de capital aunque no de manera
sistemática ni constante. Por aquella época el concepto era bastante simple. El
reino se dirige desde dónde esté el rey. Y si el rey tiene una corte
itinerante, entonces el concepto de capital se desdibuja un poco.
Sin
embargo a lo largo de esos años la ciudad consolidó su posición como principal
centro político, religioso, cultural y económico. Sin mencionar que era su
mayor ciudad. Así las cosas nadie se sorprendió cuando la ciudad pasó a ejercer
la función permanente de capital del reino.
Para
el siglo XIII la ciudad tenía básicamente tres sectores. La Île de la Cité,
donde estaba el Palais de la Cité, que era la residencia real oficial y desde
1163, la catedral de Notre Dame.
El Palais de la Cité, también conocido como la Conciergerie, fue la residencia de los reyes de Francia entre los siglos X y XIV. Después funcionó como prisión de estado (centurias más tarde también estuvo presa acá la María Antonieta) y actualmente pertenece al poder judicial, aunque hay una parte que puede visitarse. En la misma manzana se encuentra la Sainte Chapelle, que ya tendrá su propia entrada.
En
la orilla izquierda se encontraban los edificios de la universidad de Paris -es
la segunda más antigua del mundo, por si a alguien le interesa el dato-. En la
orilla derecha se encontraban los edificios dedicados al comercio y las
finanzas, además de la que, en el siglo XII era la fortaleza del Louvre.
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