sábado, 10 de diciembre de 2016

Día 1. La riviera suiza (Primera Parte)

De Othmarsingen a Lenzburg
No puede fallar. Ya hice este viaje con Lara y si bien la ida a la estación me resulta un poco más complicada de lo esperado, al final llego con tiempo de sobra. Prueba superada.

De Lenzburg a Aarau
El papelito con los posibles horarios de conexión que me imprimieron en la oficina de trenes dice que tengo que combinar en Lenzburg con el tren que va a Aarau. El andén que tengo que buscar es el XX. A ver, X1, X2, X3, X4… momento ¿dónde está el XX? No puede ser, si acá tengo anotado este andén, tiene que estar. Vuelvo a revisar los carteles. X1, X2, X3, XN. Ni rastro del XX. Por un instante me siento como Harry Potter buscando la plataforma 9 ¾ … ¿tendré que atravesar alguna pared mágica?

Voy a hall central y finalmente ubico un cartel que dice Andén XX y tiene flecha que señala hacia fuera de la estación. Salgo y veo que está la calle. Más allá de la calle hay unas vías, un andén y un tren que se está yendo. Ok. Perdí la primera combinación de trenes del día. Reconozco que dar con el andén en cuestión era más fácil que en las películas de Harry Potter pero, de todos modos, tener que salir de la estación, cruzar la calle y dar con el andén misterioso es algo un poco fuera de lo común.

De Aarau a Lucerna.
Llego a Lucerna. Estreno la aplicación que me bajó Lara al celu. Menos mal que me convenció de bajarla, sino estaría más perdido que Donald Trump en un festival de música latinoamericana. A ver… tengo veinte minutos. Al menos puedo salir de la estación, ver la torre del agua, comprarme el almuerzo y volver a tiempo para tomarme el tren.
 
De Lucerna a Interlaken
Golden Pass Line, allá vamos. Comienza uno de los tramos más pintorescos del viaje. Tanto que el tren viene con ventanas extra grandes como para que los turistas nos hagamos el agosto fotográfico mientras cruzamos pueblos, montañas, lagos y ríos.
De Interlaken a Spiez.
Otra vez tengo un rato como para salir a conocer algo de Spiez. Tampoco tantísimo pero sí un poco más de media horita que me permiten recorrer algo del pueblo.
De Spiez a Zweisimmen.

Los pueblos van dejando de llamarse Boltigen, Schönried y Gstaad y comienza a aparecer los Château-d’ Oex, Montbovon y afines. Eso significa que estoy entrando en la Suiza francesa. Estoy dejando atrás el mundo germano. Y no me aproximo a cualquier lugar, por supuesto. Estoy llegando a la riviera suiza. Claro que el nombre me parece algo pretencioso y un poco más mediterráneo que lo que espero encontrar.
Gstaad
Viñedos en las afueras de Montreaux

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué sería de los viajes si los andenes se dejaran encontrar!
Muy lindos paisajes, todos. ¡Y todo ese verde! Me encantó.
saludo

Nicolás dijo...

Es cierto que tendrían un poco menos de emoción... pero creo que cuando tengo cinco minutos para combinar trenes bien pedo renunciar a la adrenalina extra...