Nuestro itinerario por las ciudades y pueblos de Moravia es bastante tirano. Disponemos de cuatro días en total y hay que sacarles el jugo. Después de almorzar en Telč nos dirigimos -no sin cierta resignación- a la estación de trenes. La resignación viene dada porque nuestro siguiente destino, la ciudad de Třebíč, está a -más o menos- treinta kilómetros de dónde nos encontramos. Sin embargo no hay conexión directa de tren entre ambas ciudades. Es necesario combinar dos líneas distintas con un transbordo y una espera entre los dos trenes.
Afortunadamente para nosotros, cuando le pedimos a la cajera de la estación de trenes dos pasajes para ir a Třebíč nos sugirió que esperásemos el micro (que va directo y por tanto resulta mucho más rápido). ¿Hay micro a Třebíč? Sí, sí... Perfecto. Si a alguien le sirve al dato, la empresa es Regiobus, el pasaje se le compra al chofer y ya. Vale aclarar que en su momento no logré encontrar en internet información alguna de este servicio.
Uno de los principales atractivos Třebíč es su basílica, que
lleva el poco frecuente nombre de San Procopio (no confundir con
Cronopio). De hecho, desde el año 2003 tanto la basílica como el
antiguo barrio judío de Třebíč son patrimonio histórico y
cultural de la UNESCO.
La
basílica tiene su origen en el siglo X, cuando fue creada como
monasterio. Alrededor del monasterio se fue formando un asentamiento
que cien años más tarde dío origen a la ciudad de Třebíč.
Como
corresponde a cualquier iglesia con cierta tradición (y se precie de
tal) la basílica fue sucesivamente modernizada y hoy combina
elementos románicos, góticos y hasta algún que otro detalle
barroco.
En
el caso del barrio judío de Třebíč, se trata del único
patrimonio histórico judío ubicado fuera de Israel. Está formado
por un conjunto de edificios de viviendas, sinagogas, hospital,
cementerio y rabinato. Los primeros habitantes del barrio se
establecieron a principios del siglo XIV. Para principios del siglo
XX el barrio llegó a albergar a cerca de 1500 judíos.
Posteriormente este número comenzó a disminuir producto de la
asimilación y la migración.
Con
la segunda guerra mundial y la anexión de la actual República Checa por parte de Alemania, el barrio fue transformado primero en un guetto y más
tarde su población entera fue enviada a campos de concentración.
Sólo diez (¡diez!) de sus habitantes sobrevivieron al genocidio.