lunes, 4 de septiembre de 2017

Hábitos culinarios

Por alguna de esas razones misteriosas que no puedo explicar, cuando como afuera, por principio, suelo pedir cosas que no como en casa. Supongo que en el fondo tengo cierta sensación de para comer algo que como en casa, lo como -precisamente- en casa. Me sale más barato y sé cómo está hecho. Claro que, como todo principio, conoce sus excepciones. Empanadas en un mercado o feria, choris al paso, milanesas extra large en un bodegón (o afín), arroz salteado en el chino (que jamás me va a salir igual). Bueno, parece que al final había un montón de excepciones. Y hay una importantísima. Parrillada rutera en el camino a Chaco o Tucumán.

Como consecuencia de este principio, si hay algo que suelo (y me animaría a decir, solemos) hacer es tratar de comer cosas típicas en cada lugar, en la medida de lo posible -claro está- y de nuestro presupuesto (¡y disponibilidad!). Si estoy en el mercado de Navidad de Dresden, lo más probable es que pase de largo por los puestos de empanadas y trate de comer algo con cierto sabor local o, también puede ser, algo exótico que no haya probado.

Pero, a un año y medio de estar viviendo en Alemania, tengo que reconocer que cuando vimos en Madrid un cartelito que decía Parrilla con carne argentina, me brillaron los ojitos. De todos modos nos acercamos al restaurant con cierta reserva. Los lugares que anuncian carne argentina suele ser unos negocios carísimos. Y además ¿cómo saber cómo estaría preparada la carne? La oferta del menú nos convenció. En Madrid son muy comunes las pomociones de menú diario: entrada, plato principal, postre (o café), pan y bebida a un precio fijo, normalmente cercano a los 10 euros, que en términos locales no está mal para una comida semejante.

Tengo que reconocer que valió la pena. De entrada pedimos chori y morcilla, de plato principal asado y vacío. Y para rematar ¡helado de dulce de leche! Copa de vino tino y todos felices. El restaurant resultó ser propiedad de un uruguayo que lleva no-sé-cuántos-años viviendo en Madrid. Contra todo principio, me atrevería a decir, que si al día siguiente hubiésemos andado por el lugar, habríamos vuelto a comer ahí. Por desgracia -o suerte- nuestro itinerario nos tenía preparada otra cosa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿cuánto costó degustar semejante delicia?

Nicolás dijo...

Ahora justo no me acuerdo exacto, pero yo diría que algo en torno de los doce euros por cabeza, incluyendo entrada, plato principal, postre y creo que también una copa de vino. Si incluía la copa de vino, para comer carne en Europa es un excelente precio.