Por alguna de
esas razones misteriosas que no puedo explicar, cuando como afuera, por
principio, suelo pedir cosas que no como en casa. Supongo que en el fondo tengo
cierta sensación de para comer algo que como en casa, lo como -precisamente- en
casa. Me sale más barato y sé cómo está
hecho. Claro que, como todo principio, conoce sus excepciones. Empanadas en un
mercado o feria, choris al paso, milanesas extra large en un bodegón (o afín),
arroz salteado en el chino (que jamás me va a salir igual). Bueno, parece que
al final había un montón de excepciones. Y hay una importantísima. Parrillada
rutera en el camino a Chaco o Tucumán.
Como consecuencia de este principio, si hay algo que
suelo (y me animaría a decir, solemos) hacer es tratar de comer cosas típicas
en cada lugar, en la medida de lo posible -claro está- y de nuestro presupuesto
(¡y disponibilidad!). Si estoy en el mercado de Navidad de Dresden, lo más
probable es que pase de largo por los puestos de empanadas y trate de comer
algo con cierto sabor local o, también puede ser, algo exótico que no haya
probado.
Pero, a un año y medio de estar viviendo en Alemania,
tengo que reconocer que cuando vimos en Madrid un cartelito que decía Parrilla
con carne argentina, me brillaron los ojitos. De todos modos nos acercamos al
restaurant con cierta reserva. Los lugares que anuncian carne argentina suele
ser unos negocios carísimos. Y además ¿cómo saber cómo estaría preparada la
carne? La oferta del menú nos convenció. En Madrid son muy comunes las
pomociones de menú diario: entrada, plato principal, postre (o café), pan y
bebida a un precio fijo, normalmente cercano a los 10 euros, que en términos
locales no está mal para una comida semejante.
Tengo que reconocer que valió la pena. De entrada
pedimos chori y morcilla, de plato principal asado y vacío. Y para rematar
¡helado de dulce de leche! Copa de vino tino y todos felices. El restaurant
resultó ser propiedad de un uruguayo que lleva no-sé-cuántos-años viviendo en
Madrid. Contra todo principio, me atrevería a decir, que si al día siguiente
hubiésemos andado por el lugar, habríamos vuelto a comer ahí. Por desgracia -o
suerte- nuestro itinerario nos tenía preparada otra cosa.
2 comentarios:
¿cuánto costó degustar semejante delicia?
Ahora justo no me acuerdo exacto, pero yo diría que algo en torno de los doce euros por cabeza, incluyendo entrada, plato principal, postre y creo que también una copa de vino. Si incluía la copa de vino, para comer carne en Europa es un excelente precio.
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